Juicio por crímenes de lesa humanidad

Testigos complican la situación de los cinco imputados por los secuestros

Fresia Borda expresó ante el tribunal una vez más cómo sucedieron los hechos en los que los militares secuestraron a su hermana.
sábado, 3 de octubre de 2015 00:00
sábado, 3 de octubre de 2015 00:00

Ayer se llevó a cabo en el Tribunal Oral Federal (TOF) la segunda jornada del debate en contra de los imputados Darío Otero Arán, Enrique Basso, Roberto Mujica, Jorge Isaac Ripoll Del Pino y Carlos Ruiz por los delitos de “privación ilegítima de la libertad y asociación ilícita”.

Esta vez fue el turno de los testigos, quienes relataron una vez más lo sucedido en la oportunidad que desaparecieron sus familiares Nelly Borda, Julio Genaro Burgos y Francisco y Griselda Ponce en Catamarca entre los años ‘76 y ’77, durante la época de la dictadura.

En una jornada extensa, se llevó a cabo el tercer juicio por crímenes de lesa humanidad en nuestra provincia, en la causa denominada 809, la cual fue dividida en dos etapas.

Fresia Borda, hermana de Nelly Yolanda Borda, quien fue secuestrada por un grupo militar de aproximadamente 500 soldados, según lo aseguró Fermín Aredez (un médico que se desempeñaba en el ejército durante la dictadura), de su domicilio en la localidad de Belén, mientras dormía, se constituyó en la causa como querellante y estaría representada por el abogado Guillermo Díaz Martínez.

Fresia prestó declaración una vez más en esta causa y contó cómo fue el secuestro de su hermana, el incansable pedido de justicia y los traumas que hasta la actualidad atraviesan por el daño provocado desde que su hermana desapareció y nunca más supieron de ella.

La testigo manifestó que todos fueron afectados, en especial sus padres: “Mi mamá tenía en la última pieza un oratorio donde tenía sus santos. Yo la escuchaba todas las mañanas temprano, llorando; todas las mañanas. Mi papá, que era muy trabajador, luego hizo todos los trámites que pudo hacer. Lo miraba en la cama, tirado mirando al techo, con una tristeza tremenda y así, al pasar los meses, continuaban igual. Nosotros seguíamos haciendo lo que hacíamos, pero con un temor tremendo; no queríamos contarle a nadie, por miedo a ser mal vistos, miedo a que nos pase algo; un terror tremendo sentíamos”.

Asimismo, Fresia relató que sus vidas cambiaron tan rotundamente, que hasta temían subir a un taxi por miedo a que fuera de ellos (por los militares). “Si el colectivero miraba por el espejo, nos moríamos de terror”, expresó entre lágrimas una de los testigos más importantes que tiene la causa.

Luego, llegó el turno de Dora Lucía Ponce, quien al momento de los secuestros de Griselda y Julio Ponce (tía y primo) tenía apenas 16 años y le tocó presenciar el hecho de forma dramática y violenta desde su habitación, en la que se encontraba durmiendo junto a sus familiares.

Ponce contó que ingresó un grupo de militares encapuchados en medio de la oscuridad, quienes se llevaron a la “tía Gri y Julito”, este último oriundo de Buenos Aires y se encontraba de vacaciones en la provincia. “Pensamos que era mi tío Gregorio (desaparecido ocho meses antes) por la forma en que golpearon la ventana y luego la puerta. Abrimos e ingresaron y se llevaron a los dos”, relató.

“Al otro día a la mañana, llegó un grupo de militares acompañados de policías y golpearon la misma puerta, la cual estaba abierta. Entraron en forma enérgica volteando todo a su paso y se llevaron filmadoras, máquinas fotográficas y todo lo que tiraban lo llevaron al fondo de su casa y lo quemaron”, finalizó.

Noemí Azucena Toledo manifestó ante el tribunal que en la oportunidad era menor de edad y había concurrido al centro con su tío para comprar unas zapatillas. Éste le había confesado que lo venían siguiendo, que no se diera vuelta; pero al otro día, según el testimonio de Toledo, “yo volvía del colegio y vi la camioneta de mi tío en la esquina de Rivadavia y Güemes y pensé que se había bajado a comprar remedios, porque mi abuela estaba enferma. Esa fue la última vez que supe de él”.

Anteriormente a los testimonios de los familiares de las víctimas, hizo el uso de su derecho de defensa el imputado Jorge Isaac Ripoll, quien adquirió una posición exculpatoria respecto de los secuestros y posteriores desapariciones de las víctimas durante el cumplimiento de su deber.

Ripoll dio ante el Tribunal Federal su versión de los hechos, al igual que en la primera jornada lo hicieron otros dos imputados. El denominado S2, de acuerdo a los códigos militares del período nefasto en nuestra provincia, comentó que llegó desde Jujuy a Catamarca el 27 de diciembre, cuando se hizo cargo de sus funciones como oficial de inteligencia y estuvo hasta diciembre del ‘77, período en que se desempeñó bajo las órdenes del general Lucena.

Además, el imputado negó haber tenido responsabilidad alguna sobre los secuestros que se le endilgan, puesto que en la oportunidad habría estado vacacionando gracias a un premio que le otorgaron desde las fuerzas luego de que fuera reconocido por su labor como el tercer mejor oficial del servicio de inteligencia del ejército.

Finalmente, el tribunal pasó el debate a un cuarto intermedio para el próximo viernes.

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