Desde la bancada periodística

Explicaciones acomodadas a la campaña electoral

sábado, 23 de septiembre de 2017 00:00
sábado, 23 de septiembre de 2017 00:00

Que un ministro de la Nación con peso propio, como Rogelio Frigerio, aterrice en Catamarca para participar de la inauguración de viviendas propuesta por un gobierno de signo diferente al suyo, tiene un significado. 
Cuanto menos quiere decir que la provincia, para el visitante, existe, una dimensión que no sintetiza el summum de las preocupaciones del poder central, pero es mejor medida que la mensurada por otras administraciones ideológicamente cruzadas.
Durante la presidencia de Raúl Alfonsín (1983-1989), por caso, el carismático líder radical no visitó jamás la tierra de la Virgen del Valle. Si lo hizo, vale recordarlo, en la campaña previa o después de haber dejado la Casa Rosada.
El súper ministro y padre de la nefasta ley de convertibilidad, Domingo Felipe Cavallo, durante el menemato, tuvo recuerdos lindantes con la tragedia para Catamarca. Llegó a incluirla entre las “inviables”, a pesar de lo cual le arrebató el 15% de coparticipación (porcentaje del que se vuelve a hablar ahora) o aquella caja de jubilados que, al menos los viejos y políticos, todavía extrañan.
Con el macrismo, aunque sea en las formas, la relación es diferente. Más buena que mala y por momentos incómoda, pero existen puentes para el entendimiento mínimo. Promediando 2016, para el festival del Poncho, se hizo presente el presidente de la Nación y el ministro del Interior ha repetido visitas como las del jueves a la tarde. También vinieron otros funcionarios y los distintos despachos porteños abrieron sus puertas para recibir a pares ambateños. No consiguieron grandes objetivos, pero, al menos, pudieron expresar necesidades, anhelos y requerimientos. Menos plata, hubo buen trato. 
Más allá de eso, que resulta saludable, conviene poner algo de claridad en alguna de las explicaciones de Frigerio y de los representantes locales de Cambiemos, enfrentados con las voces que defienden al gobierno provincial.

El Plan Belgrano y el pasado cercano

Al asumir Mauricio Macri la presidencia, las provincias del noroeste y noreste –la mayoría de ellas administraciones con raigambre kirchnerista- recibieron dos noticias económicas que mitigaron, aunque sea suavemente, la caída del modelo santacruceño.
Una tuvo que ver con un fallo de la Corte Suprema que devolvía el 15% de la coparticipación federal que había sido recortado 25 años atrás. La medida favorecía a San Luis, Córdoba y Santa Fe que, como derecho innegociable, habían reclamado ante el máximo tribunal.
En sus horas finales como Jefa de Estado, Cristina Kirchner, extendió el fallo a todas las provincias, inclusive a las que, como Catamarca, habían cedido en 1992 al torniquete Menem-Cavallo.
La otra fue un anuncio realmente espectacular. El ingeniero Macri, reconociendo al norte como territorio de marginación, lanzaba el Plan Belgrano y comprometía una cifra superior a los 15.000 millones de dólares para realizar, durante los próximos 10 años, obras de infraestructura básica.
El tucumano José Cano fue nombrado a cargo de gigantesco proyecto y ratificó plazos y cifras. En los despachos oficiales de Catamarca se frotaron las manos. El plan de obras, por un andarivel inesperado, podía tomar un impulso desmedido, a punto tal que se exhumaron proyectos harto millonarios como la presa hidroeléctrica Potrero del Clavillo o el dique El Bolsón, emprendimiento vital para las sedientas tierras del Este catamarqueño.
Hoy tenemos que decir la verdad y, como lo expresamos en el arranque de la columna, despejar todas las dudas. José Cano ya no tiene el cargo y apenas busca su supervivencia política a través de una banca de diputado nacional. El Plan Belgrano, en forma paralela, no existe. Solamente es un nombre de ficción. Estas conclusiones, como otras más, quedaron establecidas en la visita de hace 48 horas de Frigerio, el hombre de Macri que lleva adelante la relación directa con las provincias.

Contrapuntos de campaña

En los días y semanas previas a la visita del ministro del Interior, con trasfondo electoral, diferentes actores destaparon las cartas y abrieron un juego donde cada uno buscó llevar agua para su molino.
La construcción de viviendas fue el motivador de las diferencias. Desde el radicalismo se denunció que la Nación había enviado dinero a raudales para reactivar la actividad. La candidata a diputada Agustina Walther, en su cuenta de Facebook, hasta le puso cifras. Escribió que el gobierno local había recibido $15.572.505.205 “en el marco del Plan Belgrano”.
Las desmentidas, o semidesmentidas, no tardaron en llegar. El primero que tomó la lanza fue el secretario de Vivienda, Fidel Sáenz, quien aseguró que, hasta el día de hoy, el macrismo no puso un solo peso en Catamarca. La que vino, según sus palabras, pertenecía a convenios que fueron firmados con el gobierno anterior.
Podríamos concluir. Sí hubo envíos de dinero. Lo que no hubo fueron contratos nuevos. Fue el momento en que, en tono conciliatorio, saltó a la superficie la gobernadora. Afirmó que no le importaban las disquisiciones, “siempre y cuando la ayuda nacional llegue efectivamente a la provincia”. Fue la base para acordar con el ministro Frigerio los discursos de circunstancia –político/partidarios, por supuesto- en la tarde de Valle Chico.
Frigerio dijo que la Nación es la que pone la plata y cargó contra el kirchnerismo, al que acusó de producir desaguisados al por mayor. Lucía, con la nobleza que la caracteriza, agradeció a la Nación y al ministro, pero no se olvidó de los favores recibidos en el pasado cercano.

Ahora, el futuro

Más allá de los contrapuntos y el descubrimiento de que cualquier plata que llegue a las cuentas que maneja Ricardo Aredes debe contabilizarse como Plan Belgrano, aunque éste no tenga el promocionado formato de 2015, las condiciones de los próximos tiempos no están nada claras y, hasta puede afirmarse, no serán fáciles. Habrá que seguir negociando por todo y por cada cosa.
Frigerio, ante la consulta de los periodistas catamarqueños, pudo zafar lo más decorosamente posible. Asumió como mérito propio la devolución en goteo –en realidad es una obligación- del 15% de la coparticipación, una especie de amistosa palmada para decir después que si la Corte ordena devolver el Fondo del Conurbano a Buenos Aires la provincia tendrá asistencia de la Nación. ¡Esto sí que es peligroso porque se pone en juego la bonita suma de 2.000 millones de pesos anuales!
Y, más que eso, los gobiernos provinciales quedarían más apresados del asfixiante poder central o porteño. Hoy los envíos son obligatorios. De acuerdo a cómo lo dijo el ministro, se convertirían en voluntarios. ¿Cuál es el negocio de esta curiosa compensación?
Los catamarqueños anhelan se mantenga la buena relación Nación-Provincia. Nosotros también, pero no a cualquier precio.

El Esquiú.com
 

11%
Satisfacción
16%
Esperanza
66%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
5%
Indiferencia

Comentarios

23/9/2017 | 18:27
#149006
Mediocre y sesgado comentario, corpaccista y ( con la nobleza que la caracteriza.......por favor no tan genuflexo) con catalejo sucio. Saludos