La Sade en Catamarca

Vocación por las letras

domingo, 5 de noviembre de 2017 00:00
domingo, 5 de noviembre de 2017 00:00

Desde hace más de medio siglo, una institución señera nacida 89 años atrás en el ámbito nacional, echó raíces en Catamarca, laborando y acompañando a quienes se dedican al fascinante oficio de las letras: los escritores. Aquellas personas que pintan con la palabra escrita ideas y sentimientos que fluyen de lo profundo de su ser, contribuyendo de manera significativa al contenido cultural de la sociedad. 
En el camino transitado desde la década del ‘60, engendró un espacio que se nutre de la vitalidad joven, convertido en un semillero de vocaciones literarias que maduran plasmando sus creaciones en narraciones, o tejiendo versos para dar vida a la poesía.
Hoy abrimos la puerta a la Sociedad Argentina de Escritores, con su apéndice joven. Para ello dialogamos con su presidenta, Hilda Angélica García, reconocida mujer de las letras de nuestro medio, y con Gabriela Barrionuevo, miembro de la Sade Joven, exponentes de dos generaciones que nos ilustran sobre sus experiencias en este recinto que cobija a las mujeres y varones del arte de escribir en Catamarca.

La Sociedad Argentina de Escritores (Sade) es la asociación civil que nuclea a los escritores más importantes de la Argentina, constituyendo una institución gremial y cultural con sede central en la Ciudad de Buenos Aires y más de 50 seccionales distribuidas en todo el país.
Fue fundada en 1928 por Leopoldo Lugones (su primer presidente y en cuyo honor se conmemora el día del escritor en Argentina), Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Baldomero Fernández Moreno y Ricardo Rojas, entre otros.
Cuenta con sedes en todo el país, entre ellas​ Catamarca, donde vio la luz en el verano de 1963, siendo presidente fundador el doctor Alfonso de la Vega. En aquel entonces, “se requería tener por lo menos diez escritores, entendiéndose por tal a quien tiene por lo menos un libro publicado acorde a las especificaciones de la Unesco, o bien demostrar que es escritor a través de las publicaciones en diarios y revistas o conferencias que se dictan y se publican después en revistas literarias. Esas eran las condiciones para acreditar su condición de escritor”, comenta la profesora Hilda Angélica García, actual presidenta de la Sade filial Catamarca y miembro de la Comisión Directiva de la Sade central desde septiembre. 
Completan la comisión directiva local, María del Rosario Andrada, vicepresidenta; Víctor Russo, secretario; Juan Manuel Cardozo, tesorero; vocales titulares: María Rosa Calás de Clark, Jorge Paolantonio, Rodolfo Vargas Aignasse y Rodolfo Lobo Molas; vocales suplentes, Omar Décima  y Gabriela Barrionuevo. 
Actualmente, la entidad tiene 109 socios de Capital y del interior de la provincia. Su finalidad principal “es promover y defender los derechos de los escritores. Se lucha mucho por la Ley del Libro, para que la Sade pueda controlar el número de ejemplares, porque a veces se paga el derecho de autor por 100 ejemplares y a lo mejor la editorial publica 200. Esto lleva años, no es nuevo, desde la década del ‘60 más o menos. En última instancia lo que vale es el contrato que hace el escritor con la editorial, y la editorial no siempre elige el mejor escritor sino el que más vende”, dice García. 
En cuanto a la labor, cuenta que “trabajamos fundamentalmente en la presentación de libros, porque lo que nos interesa como filial Catamarca, es promover todo lo que signifique literatura de autores catamarqueños. Pero también intercambiamos con escritores de otras provincias, y específicamente del interior de la provincia. Este año hemos presentado un libro de Ana María Sacchetti, que es de Andalgalá, vamos a presentar uno de Alexis Luna, de Saujil, Pomán, es decir que vamos integrando toda la región. También tenemos disertaciones, por ejemplo, este año se cumplieron 50 años de la aparición de ‘Cien años de soledad’, de Gabriel García Márquez, que es uno de esos escritores canónicos, que refleja el espíritu latinoamericano, entonces nos compromete a través de eso”. 
“La semana pasada hemos iniciado un ciclo de literatura gótica, que incluye no sólo lo policial, lo misterioso, lo espantoso, todo esto que conmueve desde otra óptica al lector. Comenzamos con ‘Hematomas’, un libro tremendo, que les encantó a los adolescentes por la forma en que está contado y porque los protagonistas son adolescentes. Su autor es el joven escritor que firma con el seudónimo C. Cabrera. Continuaremos el año que viene, porque estamos desbordados de actividades”.
Respecto de si existe un registro de escritores catamarqueños, la profesora confía que “no tenemos un registro único de escritores catamarqueños, pero los conocemos. En la universidad suelen hacer presentaciones de libros, que en general son las licenciaturas puestas en un libro, y siempre estamos presentes acompañando. Tenemos convenio con la universidad para algunas publicaciones. Estuve bastante tiempo integrando el referato para aceptar las obras que se van a publicar. Ellos las pasan y hay que dar una opinión, que es tomada en cuenta”. 
Respecto de la apertura de la institución, considera que “hay algunos que no se acercan porque piensan que somos una institución cerrada, porque tienen cierto prejuicio, pero vamos integrándolos”.
Para la titular de la Sade, la experiencia en la institución durante estos años “ha sido muy buena porque me pone en contacto con la gente que escribe, con quien tengo afinidades, unos recién comienzan, otros son consagrados, pero siempre he aprendido de ambos. Siento que tengo que mejorar porque ser presidenta de una institución tan importante, benemérita, que ha tenido los presidentes más notables desde Leopoldo Lugones, Jorge Luis Borges, exige corresponder a esas expectativas que crea la institución en sí”.
 “Hemos tenido talleres como Cataletras de donde han surgido excelentes escritores que ahora son socios. Por ejemplo, Beatriz Valdez, quien hace microrrelatos y ha obtenido varios premios. Lo que tenemos por ejemplo con los chicos de la Sade Joven no es un taller estrictamente en lo que hace al cumplimiento de un programa, de una estructura, pero sí nos reunimos y se puede compartir las lecturas y el hecho de poder comentarlas te va creando otra visión del mundo”, apunta.
“La Sade Joven te da mucho placer porque son jóvenes, están llenos de ilusiones, les gusta leer y escribir. Hay temas que les preocupan y escriben. Hay relatos y poemas preciosos, unos hablaban del suicidio, otros de la droga”, refiere nuestra entrevistada, agregando que “invitamos una escuela por vez y eligen a los chicos que tienen vocación por las letras. De esa manera se contagian las ganas de escribir, de leer, y presentamos no sólo los escritores sino también las bandas musicales, porque hay chicos que escriben canciones dentro de sus posibilidades”.

María Rosa Calás de Clark, vocal.

Rodolfo Lobo Molas, vocal titular.


 

“No creo que leamos menos sino que lo hacemos de otro modo”

Ante el planteo de la pérdida del hábito por la lectura, sobre todo en las nuevas generaciones, Hilda García reflexionó lo siguiente:
“La gente que tiene vocación, y aún desde chicos, por las letras, la literatura, las historias, leen libros, y a veces no son los de papel, los bajan de internet, los jóvenes usan la tecnología, leen en los celulares. No creo que se lea menos ahora que antes, sino que se lee de otro modo, en otros momentos. Antes no teníamos televisión mucho menos teníamos computadora, entonces leíamos con mayor tranquilidad, dedicábamos un momento determinado del día para leer, y ahora se lee cuando se puede, en cualquier momento y en cualquier soporte”.

La biblioteca y la sombra que dibuja una mantilla
Para Hilda Angélica García, “podemos tener miles de definiciones del escritor. Hay quien dice que el escritor es un soñador de palabras, sueña las palabras y crea las historias con las palabras, y eso es cierto. Shakespeare decía que el escritor es un espía de la realidad porque usamos las palabras y  aunque ficcionalicemos las realidades, debemos tener un punto de referencia en la realidad para que sea verosímil lo que escribimos”.
“En mi caso particular, todo el día tengo necesidad de escribir, siento que el cuerpo me lo pide. A lo mejor escribir una obra sale cuando está madura dentro de uno, porque la va creando por dentro, pero esas ganas de escribir aunque sea una línea o leer y anotar algo de lo que has escrito, siento que es la vida del que se dedica a la literatura”, dice.
La vivencia del lenguaje escrito por parte de Hilda la podemos encontrar en su niñez, cuando siendo apenas una niña ya buceaba en la nutrida biblioteca de su tío Eduardo Dimas García, hermano de su padre, con quien compartía la misma casa hasta que se casó. “Él tenía la biblioteca con una bibliografía sobre literatura española excelente, entonces desde que era una niñita de 8 años leía esos libros que los tenía en mi casa, luego mi tío se casó y se fue con los libros, pero yo tenía esa posibilidad de leer los libros”, recuerda. Con el correr de los años, fue sub corresponsal de Clarín y La Gaceta, reemplazando a su tío en la corresponsalía. “Yo decía que heredé todo de mi tío, porque de sus seis hijos ninguno salió escritor, ni periodista, ni nada afín”.
También su abuela materna sembró en ella la avidez por la literatura. “Mi abuelita escribía poesías. Era una mujer de la casa, ella no tenía ningún título, pero me enseñaba a mirar las cosas de otra manera. Tenía planta de granada en el patio de la casa en Cruz del Eje y me decía que la sombra del granado parecía una mantilla de encaje. En ese tiempo se iba a misa con mantilla de encaje, entonces ella comparaba así”, cuenta Hilda Angélica, quien egresó del Instituto del Profesorado con el título de Profesora de Letras, Literatura y Latín.


Ella está orgullosa de haber trabajado desde siempre. Se desempeñó en distintas instituciones educativas del medio en todos los niveles, y siempre estuvo gestando iniciativas desde la Sade. 
“Antes de recibirme de maestra, ya a los 16 años enseñaba en las escuelas primarias porque no había profesores de música que se animaran a dar clase. El profesor Guillermo Watkins me enseñaba todas las canciones oficiales. Yo tocaba el piano y él cantaba, y su señora Inés Díaz de Watkins también tocaba el piano, porque ambos eran egresados de la universidad, y ayudaba a cantar para aprender. Después, apenas recibida de Maestra Normal empecé a trabajar como maestra, mientras estudiaba en el Instituto del Profesorado. Además, daba clases de declamación, porque también soy profesora de Declamación, que estudié en el conservatorio. Todas esas cosas hacía, corría de aquí para allá, daba clases y estudiaba, es decir que nunca he estado sin hacer nada”, relata con entusiasmo.
Ella cree que uno es escritor por vocación, porque “se podrá escribir, pero se nota donde el escritor ha puesto toda su convicción de escritor, que lo ha hecho por el placer de escribir, porque escribir es un placer y un dolor. También es angustiante porque uno siente que puede ser lo más aproximado a lo que quería decir, pero siempre lo mejor queda adentro de nosotros mismos, que hemos encontrado la palabra más aproximada o la forma más adecuada para contar una historia, para escribir un poema, pero a uno le queda esa angustia de pensar que lo podría haber hecho de otra manera, que le podría haber agregado algo, que le podría haber sacado otras cosas, la hojarasca como les digo a los alumnos”.
“A mí me ha sucedido que a veces hago dos o tres versiones del mismo poema, veo cuál es el que más se aproxima y estoy en esas luchas. Me sucede que quiero escribir algo, pero cuando me siento escribo otra cosa, es como si eso hubiera estado haciendo fila para salir antes que lo otro. Yo digo que se me mueve la mano porque no puedo pensar a máquina, no me puedo sentar a escribir, yo escribo a mano y después lo paso, por eso siento esa necesidad de tener la mano andando”, describe.

“Me gusta escribir  porque siempre tengo una historia en mi cabeza”

Gabriela del Valle Barrionuevo Roldán tiene 22 años, actualmente estudia el Profesorado de Letras en la Universidad Nacional de Catamarca, y es una de las integrantes estables de la Sade Joven, conformada por chicos de 12 a 23 años. Se vinculó con la institución literaria cuando estaba cursando sus estudios secundarios.
“Todo empezó porque me gusta mucho escribir y en una de las presentaciones me comuniqué con Hilda, quien muy amablemente me invitó a una de las reuniones de la Sade, y desde entonces empecé a participar. Estuve en dos ferias del libro con el resto de los chicos de la Sade Joven”, comenta.


“Habitualmente nos reunimos en el Museo Calchaquí por las tardes, llevamos algún escrito ya sean poemas, cuentos cortos, algún capítulo de una novela, lo leemos desmenuzamos el texto, sacamos cosas que están demás y nos ayudan a enriquecer nuestro texto. También nos impulsan mucho a leer libros para nutrir nuestro vocabulario. Hilda nos recomienda libros y a veces nos los presta”.
La vocación de la joven por la escritura comenzó “a los 14 años con cuentos cortitos, después ya avancé a novelas. Tengo en la actualidad como cinco que están guardadas, no llegué a publicar. Me gusta escribir  porque siempre tengo una historia en mi cabeza que anda rondando y hasta que no la plasmo en este caso en la computadora, en el word, sigue dando vueltas. Te obliga a que sea escrita y ahí voy mejorando, puliendo la historia”, cuenta.
Con relación a temáticas y estilo, indica que “lo mío son las novelas rosa o novelas románticas. Las novelas rosa son las que tienen finales felices y las románticas, finales trágicos. Hago un poco de las dos. A los 13 años comencé a consumir novelas”.
Su inspiración pasa a veces por vivencias personales, “cuando son de desamor, cuando me rompen el corazón, ahí nomás surge un escrito, después trato de mejorarlo. También me inspiran historias que me rodean, a veces algo que veo en la televisión, alguna película, o alguna novela que haya leído”.
Gabriela confiesa que “soy muy quisquillosa, a veces siento que no está finalizado, lo siento inconcluso, pero cuando está la presentación encima lo leo y digo que sea lo que Dios quiera”.
Para ella, escribir “es un modo de descargarme emocionalmente de algo que está en mi corazón o en mi cabeza, quiero plasmarlo en palabras y entregar un mensaje. A veces escribo con la intención de entregar un mensaje positivo y a veces sólo con la intención de escribirlo. Todo depende de la situación, cuando la inspiración llama, hay que atenderla uno no la puede evitar”.
 

Premio de Honor para un comprovinciano
El Premio de Honor de la SADE es un galardón otorgado anualmente por la Sociedad Argentina de Escritores desde 1944. Es concedido sólo a los escritores miembros de la institución y constituye una de las mayores distinciones literarias de la Argentina. Este galardón entregado desde hace 73 años, fue obtenido por el catamarqueño Luis Franco en 1984. El primero fue para Jorge Luis Borges, en 1944.

Dos pilares de la literatura catamarqueña
 

Sobre la particularidad que define al escritor catamarqueño, la presdienta de la Sade responde: “Cada uno tiene su impronta, pero en los temas Catamarca siempre está presente de una manera o de otra, aún en las grandes reflexiones filosóficas, por ejemplo, de Luis Franco, siempre hay una conexión con el universo y sobre todo con la región”.
Asimismo, pone de relieve que “hay dos pilares de la literatura catamarqueña, que son Luis Franco y Juan Oscar Ponferrada, los dos, siendo totalmente diferentes en ideologías, en la concepción poética en lo que hace a la composición, son igualmente valiosos y canónicos, porque si tomamos toda la obra de Luis Franco, vemos cómo está alimentada por esa experiencia campesina, y todos los rasgos que aparecen incluso cuando habla de la madre, por decir un tema tan sentido para todos. Él habla de esa mujer callada, esa mujer oscura, esa mujer callada son las mujeres sencillas del campo y oscura porque es morocha, incluso en las cosas mínimas. Cuando habla del buey, porque seguramente lo está contemplando que está echado, y en los ojos del animal se refleja la montaña. En todo elemento que tome siempre está el paisaje, sobre todo la montaña”.

“Juan Oscar Ponferrada es el poeta de la Virgen, algo más espiritual, qué más representativo de los catamarqueños que la Virgen, que da origen a su obra magnífica. Pero, además, en el resto de su producción literaria siempre aparece Catamarca. Por ejemplo, digo calesitas evocando la infancia, entonces habla de la calle Prado, de todos los elementos que han hecho a la infancia y que uno se siente tan reconocido en la obra. Incluso, aunque sea un poema de amor dedicado a su propia esposa, algo tan subjetivo, tan personal, hay siempre un aire provinciano en la forma de decir las cosas. Eso por nombrar los más grandes, con ideologías totalmente diferentes y una mirada del mundo también diferente, y sin embargo con un mismo tono, con un mismo sello catamarqueño, donde de una forma u otra siempre están las montañas y el viento”. 

Tomando como referencia a otros autores en cuya temática está siempre presente Catamarca, menciona a María Emilia Azar, “ella habla de las pequeñas cosas, de las acequias, del algarrobo”; y a Jorge Paolantonio, de quien afirma que “toda su obra refleja Catamarca porque ahora que está tan de moda, a pesar que ha pasado tanto tiempo, ‘Rosas de sal’, vemos que las mujeres son totalmente catamarqueñas, pertenecen a una época determinada y todas tienen su característica provinciana, y lo mismo sucede con ‘Los vientos de agosto’, esa novela que el año pasado la presentamos y sigue dando vueltas. Después ‘Algo en el aire’, novela que ha sido finalista del premio Planeta, y donde también está todo el modo de ser catamarqueño, porque cuenta unas historias muy interesantes ambientadas en Catamarca, y podría hablar de tantos más”. 
En este punto nombra a “Carlos V. Quiroga cuya obra ‘Raza sufrida’ se desarrolla en Tinogasta, pero entre Fiambalá y Saujil de Tinogasta, al que tanto quiero porque mi marido es de Saujil y yo tengo ese libro ‘Sucedidos en Saujil’. Así que cuando leo eso de Carlos V. Quiroga reconozco todo lo que él hace, dice y nombra, todos los lugares, porque es importante también para que destaque una obra tener un espacio reconocible. De Rosarito Andrada, el año pasado hemos presentado en Buenos Aires el libro ‘Suri patitas largas’, donde habla de lo sucedido en la region de Ambato y todos esos animalitos, casi como un bestiario; y ahora saca otro libro que lo vamos a estrenar el 2 de diciembre, en Belén, que se llama ‘Huanaco’, para cubrir toda la región, pero habla de toda esa gente, esas mujeres, de las costumbres, de todo lo que sucede en el campo, bien catamarqueño”.

80%
Satisfacción
0%
Esperanza
0%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
20%
Indiferencia

Comentarios

Otras Noticias