Hablemos de educación

La dirigencia y la crisis educativa

lunes, 3 de abril de 2017 00:11
lunes, 3 de abril de 2017 00:11
A veces me pregunto: ¿cómo se hace para formar a nuestros estudiantes, futuros dirigentes de nuestro país, con el mal ejemplo de muchos de los dirigentes que tenemos hoy? ¿Cómo romper el círculo vicioso de la dirigencia argentina? 

El proceso de enseñanza y aprendizaje se da en un tiempo y en un espacio, por tanto, hay que asumir esta realidad y enseñar los valores universales de la fraternidad, de la paz, del bien, de la libertad, de la solidaridad, del diálogo fructífero, del respeto a los demás, del amor sereno y esperanzado en la Patria. 

Fue una semana intensa. El país vive momentos de mucha violencia verbal.

 Hay jurisdicciones donde aún no empiezan las clases. Los gremios siguen su lucha y las huelgas están en el horizonte. Más de 7 días de paro nacional, una marcha federal de educación donde predominaron los discursos agresivos y violentos, una plaza (como describí la semana pasada) con miles de personas llevadas allí por sindicatos y movimientos sociales, montadas sobre un reclamo justo, pero utilizada para limar la autoridad del gobierno nacional. Muy duro fue ver la entrega de miles de guardapolvos a personas para que parecieran maestros.

Luego llegó el turno del 24 de marzo: Día de la Memoria. Otro espectáculo siniestro que nos describe como sociedad. Es el día que a los argentinos nos debiera unir e invitar al recuerdo del nunca más la violencia, al nunca más la pérdida del estado de derecho en manos de políticos y militares mesiánicos.
 
Debería invitarnos al recuerdo por el dolor de tantos argentinos muertos y niños apropiados. Sin embargo, escuchamos una instigación abierta y explícita a la violencia y su justificación.

Otra vez la misma cosa. "Dirigentes” montados sobre una causa justa intentando capitalizar el momento exigiéndole al gobierno el cambio de políticas de Estado y nuevamente la desunión y desintegración.
 
Las Madres de Plaza de Mayo renunciando al rol de defensoras de los DDHH y declarándose miembros del partido kirchnerista, y la señora Bonafini diciendo que no es democrática y que (me abstraigo de decir palabras exactas) defecaba sobre los buenitos democráticos. Acusaron a las abuelas de traidoras, a la gobernadora Vidal  de asesina, al presidente Macri de dictador. Por supuesto, como en las otras oportunidades, en el mismo lugar actos y protagonistas distintos. 

En el día de la memoria no hemos logrado recordar que la violencia física y la lucha armada, empezó con la violencia verbal. Se vivió la loca contradicción de defender la democracia atacándola.

El derecho constitucional a la huelga y al reclamo justo conlleva la obligación de respetar las instituciones sin debilitar, acosar, instigar y subestimar un gobierno democrático elegido por la mayoría de los argentinos.

En estos últimos 34 años de vida en democracia no hemos podido resolver la desocupación, ni la pobreza estructural; no hemos sido capaces de consolidar una economía sustentable, nunca pudimos dar solución a la crisis habitacional, destrozamos el sistema educativo que fue ejemplo en el mundo, perdimos el autoabastecimiento de energía, desmantelamos las vías del ferrocarril por donde salían los productos regionales.
 
Los casos de corrupción estatal estuvieron en casi todos los gobiernos y donde pocos fueron juzgados y sentenciados. Políticos reciclados y sindicalistas millonarios y eternizados en el poder. A pesar de estos datos de la realidad, nadie se hace cargo de una nación moral y económicamente destrozada.

Todos estos males no son ni de derecha ni de izquierda, todos estos males son nuestros y hasta que como sociedad no tengamos una mirada crítica, jamás podremos salir de este escollo que poco a poco nos sumerge en el abismo más oscuro.

Pero existe un río subterráneo que no se ve, pero está. Una sociedad que no es de derecha, ni de izquierda, ni del centro, que no cree en los relatos sino en los hechos palpables y que busca vivir en paz. Es la Argentina profunda incontaminada por fanatismos, donde hay dirigentes, profesionales, docentes, obreros, comerciantes y empresarios.
 
Es la Argentina de la esperanza donde se sustentará un futuro promisorio y de donde saldrán esos políticos que todos esperamos. Junto a ello es posible pensar verdaderamente en un sistema educativo del siglo 21 que eduque, que instruya y por sobre todas las cosas ayude a las próximas generaciones a construir un proyecto de vida basado en valores para que, al fin, podamos romper el vicio de muchísima dirigencia corrupta que tanto daño le hizo a nuestra nación. La esperanza y la educación van de la mano.

Lic. Rubén David Martí
martiruben@msn.com
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