¡Ahora veo, y veo bien!

jueves, 23 de diciembre de 2010 00:00
jueves, 23 de diciembre de 2010 00:00

Una decisión de entereza y confianza que venía largamente postergando, al final la tomé en mi vieja y siempre joven celebración de mi cumpleaños del mes de Noviembre de 2010; y mi ojo derecho puedo ver desde entonces, sin cortapisas enervantes de ninguna naturaleza. En esta lucha a brazo partido, sobre todo de orden moral y espiritual, el mal seguía impertérrito haciendo de las suyas en el ojo izquierdo, como si fuera un “guiño de ojo burlista y desafiante”. Tal estado de cosas, me dije para mis adentros, no debía ni podía seguir sin que me trajera males mayores. De modo que había que “cortar por lo sano”, y restablecer el orden alterado de la salud que hace al don precioso de la visión; que si lo perdemos quedamos sumidos en la más lóbrega oscuridad, física, mental y espiritual...
El año 2010 llegaba ya a su final. Solamente me quedaba al alcance de la mano el mes de diciembre... y más luego el agobio del mes de enero del nuevo año, con todos sus añadidos de calores al por mayor, vacaciones y demás... Y ¡allá fuimos, con banderas desplegadas!, a dar batalla por este ojo enfermo. Fue a las 14 del lunes 20 de diciembre 2010. Para mi historia personal, me acompañaban en esa gran batalla los médicos oftalmólogos Marcos Osvaldo Veliz y Federico Caldelari, el médico cirujano cardiólogo Hernán Ianna y la secretaria enfermera de cirugía Gloria Figueroa. El campo de batalla, el Centro de Ojos “Santa Lucía”.
De modo tal que con la ciencia médica, tecnología y espíritu de lucha de los antes nombrados, y la ciencia de Dios y el Amor de nuestra protectora “Santa Lucía”, pudimos ganarle tiempo al tiempo y en menos que canta un gallo, digamos una hora de reloj, dejamos la mesa de operaciones, la bata, los zapatones y el capuchón o escafandra que nos cubría parte de la cabeza y la frente, menos el ojo enfermo, donde la lucha médica y la curación o “remiendo del ojo” se había llevado a cabo, quedándonos para el recuerdo imborrable “las órdenes del Dr. Veliz”, tales como: “mire a la luz, ba-
je la mirada, recoja la pera, ¡tranquilo, tranquilo! 0 relájese, un poco más y terminamos. Por cierto fue un final feliz. ¡Ahora veo, y veo bien! La máxima prueba de ello son estas líneas escritas con superlativo agradecimiento, al correr de mi querida y vieja máquina de escribir. Agradecimiento del corazón tomado de la mano del Niño Dios en esta Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Luís Alberto Cárdenas
Ciudadano

De El Esquiú.com
Verdaderamente desde que nació ATECa en los ‘80, conducida por Luis Marcelo Tapia, fue un gremio combativo. Y también con confrontaciones internas de alto voltaje.

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