Sr. Director

Se me hace propicia la oportunidad, dada la repercusión del caso Furque, que da para mucho por debatir…
Tal vez tenga la suerte como ciudadano común de que esto trascienda y este hecho no quede impune, como tantos otros de estas mismas características que quedaron en la impotencia, viendo como “malos policías” o policías bravos cometen abusos gracias al código contravencional, y la ley orgánica de la policía da lugar a que violen los derechos de los ciudadanos. Obrando con total impunidad, propinan golpizas, amenazan, humillan y persiguen a nuestros padres, hijos y hermanos amparados en su investidura, dejándonos atónitos de impotencia al ver a los encargados de protegernos, cuidarnos y velar por nuestra seguridad cómo se convierten ellos mismos en referentes del delito al pisotearnos y desconocer que somos seres sujetos de Derecho.
Se colocan el uniforme de “súper héroes” y actúan como verdugos cometiendo abusos en contra de los ciudadanos, con el guiño de vaya a saber uno quien… sin que estos uniformados reciban las sanciones que se merecen y sigan engrosando las filas de nuestra policía, siendo reincidentes agresores.
Se que muchas personas han vivido este tipo de situación y sólo les queda el sabor amargo de lo sufrido. Enmudeciendo por temor a las represalias, cosa que no es mi caso.
Por ello les contaré lo sucedido. En esa oportunidad efectivos de la comisaría IV, el domingo 8 del corriente mes en horas de la tarde, detienen a mi hijo y a un vecino que hacía instantes habían comprado gas envasado en un comercio de Av. Illia. Por suerte, a escasos metros de donde adquirieron el mismo y ante la duda de los uniformados, ellos insisten en que averigüen sus dichos, los cuales fueron corroborados por personal policial.
No obstante los hacen descender de la moto, los requisan, casi los desnudan en la vía pública, solicitan documentación del rodado, la cual se le entrega al oficial (del cual me reservo el apellido). El uniformado llama a Policía de Tránsito aduciendo que el rodado estaba en infracción, que no tenía documentación.
Al hacerse presente éstos el oficial niega que el rodado poseía papeles, cosa que mi hijo desmiente porque él ya le había entregado la cédula verde y el policía la tenía en su poder. En tono de burla pidió que se retire el rodado por falta de casco y argumentó otros motivos.
No conforme con esto traslada a ambos a la comisaría, mientras se reían y burlaban de la situación.
Luego en horas de la noche amparándose en las sombras, los conducen a los calabozos del fondo y allí proceden a despojar a mi hijo de sus prendas y lo obligan a tirarse al piso helado, recibiendo toda clase de insultos, lo obligaron a permanecer ahí por varias horas; y ya sintiendo el cuerpo entumecido mi hijo comienza a gritar que le entreguen la ropa, sus piernas ya no le respondían, éstos contestaban con insultos que “los iban a c… a gomazos” si no se callaban.
Luego de todo este verdugueo mofándose le entregan sus prendas en horas de la madrugada, no sin antes amenazarlo con que no se atreva a contar lo sucedido o la iba a pasar peor en la próxima.
Cumplidas las 24 hs les dieron la libertad a ambos; pasaron las mismas sin comer ni beber ya que al pedido de agua les era negada.
Jamás dieron aviso a las familias, me pregunto… ¿es menos grave este hecho?, ¿no tiene la misma envergadura con respecto a lo que le pasó al señor Furque?
Por ello insto a todos los ciudadanos catamarqueños víctimas del abuso policial a clamar justicia, para que esto cambie. Basta de atropellos, elijamos respeto y en lo posible marchemos unidos para un justo cambio. Sólo me resta decir que la denuncia está hecha en el organismo correspondiente, con la esperanza que no duerma en un cajón el sueño de los justos.

Mónica Noemí Ferreyra
D.N.I. 18.471.900