Correo de lectores

Nuestra autonomía

Notable repaso histórico del profesor Salles, quien elaboró un escrito ameno que puede resultar muy útil para los docentes y los lectores.
martes, 24 de agosto de 2010 00:00
martes, 24 de agosto de 2010 00:00

Sr. Director:

Teniendo en cuenta que el próximo 25 de agosto celebraremos un nuevo aniversario de aquel momento histórico de nuestra historia, donde se destacaron muchos hombres y mujeres para concretar la independencia de esta patria chica, a partir de allí se la pudo nombrar como Provincia de Catamarca. Está siempre comprometida con la Nación, aportando en todos los aspectos como lo destaca la historia, con el compromiso y obligación de rescatar nuestra historia para salvar del olvido momentos tan significativos que como catamarqueños no podemos estar ajenos a ellos, ya que forman parte de nuestros orígenes; así mantendremos en presente nuestra memoria histórica, fortaleciendo el sentido de pertenencia, objetivo de este sencillo y humilde aporte, destacando el contexto local, regional y nacional.
Para volcarnos en el proceso autonomista, tengamos en cuenta que producida la Revolución de Mayo, comenzó la verdadera lucha por el manejo del poder desde el puerto, con el golpe de estado del primer triunvirato (1811). Una de sus medidas fue expulsar a los diputados del interior, excluyendo toda participación pluralista en el gobierno, así la consulta a los pueblos fue solo una farsa. Éste fue el comienzo e intenciones porteñas para la organización nacional; claro ejemplo fue en Salta, cabeza de intendencia de 1810 a 1814, de la que dependía Catamarca. El gobierno porteño eligió diez gobernadores, ninguno de estos vecino de Salta.
Ya con el nacimiento de nuestra nación aquel 9 de julio de 1816, acontecimiento donde participaron todos los pueblos, Catamarca envió al diputado Dr. Manuel Antonio Acevedo. Para entonces se continuaba con la guerra contra los realistas. Producido este acontecimiento, en el plano local se realizaban movimientos políticos institucionales, corría el año 1817 y el director Pueyrredón designó a Feliciano de la Mota Botello, Gobernador Intendente de Tucumán y Teniente Gobernador de Catamarca a Don Nicolás de Avellaneda y Tula, ciudadano de amplia participación como funcionario local. Para 1820 en el naciente país se producían cambios, los que no eran ajenos a Catamarca. Rondeau reemplazó a Pueyrredón y en Santa Fe chocaban fuerzas nacionales contra los antigüistas desde 1818. En otro momento importante, desde el puerto se solicitó apoyo de las fuerzas que luchaban contra los realistas en el norte y Chile; ya San Martín había decidido el ataque al Perú y sólo mandó a San Juan un batallón, que se amotinó y derrocó al gobierno local, también el Ejército del Norte se sublevó en Arequito. Con el final del Directorio y la Batalla de Cepeda (1 de febrero de 1820), el poder central quedó debilitado y en disolución, quedando las provincias en libertad de acción, pudiendo poner en práctica el ansiado federalismo. Ante estos hechos en Catamarca existía una tensa calma, y desde Tucumán Bernabé Aráoz prefería un federalismo provincial con el cual mantendría las intendencias, contrario al federalismo municipal que daría como resultado la conformación de nuevas provincias. Aráoz invitó a los cabildos de Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán, con el objetivo de la organización provincial, hasta la reunión de un congreso general, que organizara la nación. El resultado de las invitaciones fue que en Santiago no tuvo respuesta por existir antiguas diferencias con Aráoz, además de que estaba en definición su proceso autonomista. Este congreso provincial se constituyó con los diputados de Tucumán y Catamarca (Dr. Pedro Ignacio Acuña y José Antonio Olmos). Concretado el Congreso Constituyente se sancionó una constitución para la provincia de Tucumán, donde se declaró una república libre e independiente.
Para 1820 las ciudades de La Rioja, San Juan y Santiago lograron obtener sus autonomías, constituyéndose en provincias, en tanto el federalismo provincial del Tucumán duró hasta la caída de Aráoz, derrocado en 1821, triunfando el federalismo municipal. Catamarca, que dependió hasta 1814 de la Intendencia de Salta para luego pasar a la jurisdicción de la Intendencia de Tucumán, quedó sometida al caudillo Bernabé Aráoz, fundador de la República del Tucumán, adoptando el título de presidente. Así Catamarca se había convertido en campo de contienda entre Aráoz y Güemes por viejas rencillas y la dominación de la región. Ante estas injerencias y con este contexto nacional, lleno de pasiones y diferencias políticas, dirigentes y vecinos manifestaron la intención autonómica. Avellaneda y Tula fue uno de los principales inspiradores de este movimiento que comienza a tomar forma el 24 de agosto, reuniéndose los electores para conferir poderes al diputado Gregorio González, representante para el congreso nacional de Córdoba. Ese 24 se discutióla disolución de la dependencia de Catamarca a la República del Tucumán, por el hecho de que se vería un pueblo incorporado a dos gobiernos y estados opuestos; Tucumán y las Provincias Unidas del Sud.
Todo ello se presentó en un cabildo abierto el 25 de agosto a las tres de la tarde, sobre calle República, sede del Teniente Gobernador, concurriendo cincuenta y cuatro ciudadanos, entre ellos, magistrados, sacerdotes, militares, hacendados y comerciantes, resolviéndose por unanimidad; “que se debía declarar, que el pueblo de Catamarca era tan libre como todos los demás, de la establecida Unión del Sud y que podía lo mismo que cada una de ellas…., y también disolver la unión y dependencia que por medio de sus diputados había contraído con la República del Tucumán”. En el acta de autonomía se destaca la negativa a la anarquía, desórdenes y ambiciones, honda fe republicana en los principios democráticos, también se designa gobernador a Nicolás Avellaneda y Tula, primer gobernador de la nueva provincia y Figueroa Cáceres Mayor a cargo de la Comandancia General. Como lo destaca Jalile-Ochoa (Avellaneda y Tula y la Autonomía de Catamarca), Catamarca fue la única provincia cuya autonomía fue lograda por un acto de verdadera voluntad civil, obtenida sin ningún decreto ni apoyo militar, en cabildo abierto, demostrando un ideal de verdadera integración provincial. Nuestra autonomía fue reconocida por todas las nuevas provincias. Para concretarla, dirigentes federales y unitarios se unieron dejando de lado las diferencias, en pos del engrandecimiento de la provincia y el futuro de sus vecinos, digno ejemplo a imitar en el presente de toda la clase política sin distinción de colores e ideas, haciendo honor a la política y ésta a favor del pueblo. Como ciudadanos debemos recordar estos hechos y a los hombres que se comprometieron en su terruño, aquel 25 de agosto, por ello investiguemos y difundamos la historia de Catamarca, protegiendo y valorando todo su rico patrimonio cultural.


Prof. Roberto Sayes
Gab. Inv. de la S. C y E.Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca

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