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Obstinada convicción democrática

Presidente Arturo Umberto Illia.
miércoles, 19 de enero de 2011 00:00
miércoles, 19 de enero de 2011 00:00

Este 18 de enero se cumplen veintinueve años; cuando la dictadura militar iniciaba su desbandada después de Malvinas, moría en Córdoba Arturo Illia a los 82 años. Había sido presidente de la Nación entre octubre de 1963 y junio de 1966, cuando lo derrocó un golpe militar ante la indiferencia, si no el aplauso, de gran parte de una sociedad que volvía a poner sus esperanzas en las espadas. Arturo Umberto Illia nació el 4 de agosto de 1900 a las 16.00 en Pergamino. Su padre, Martín Illia, era oriundo de Samolaco San Pietro, Val Chiavenna, Lombardía (Italia) y su madre, Emma Francesconi, de Gratacazolo, provincia de Brescia, Lombardía.
Illia no fue, ni por lejos, el político débil, ingenuo, indeciso que sus enemigos, y algunos de sus amigos, pero en especial la propaganda golpista de entonces hizo creer a gran parte de la sociedad. El proyecto de país de Illia no coincidía con el proyecto que el liberalismo pergeñaba en los cabildeos militares de los que participaba Álvaro Alsogaray, que llegó a proponer a su hermano, el general Julio Alsogaray, para suceder al presidente a derrocar.
La historia rescata su austeridad, su honestidad, el haber vivido y muerto en la pobreza. Sin embargo, es la obstinada convicción democrática de Illia el rasgo que mejor lo retrata hoy, cuando su partido atraviesa la mayor crisis de su historia.
Es también la cualidad que se rescató en los encendidos y tardíos discursos de homenaje con que se honró a un hombre que defendió siempre la democracia, aunque la democracia hubiese sido incapaz de defenderlo.
De los 63 años que tenía cuando asumió la presidencia, Illia Arturo Umberto había pasado la mitad en Cruz del Eje, donde llegó designado como médico del ferrocarril por Hipólito Yrigoyen.
Se levantaba con el pito de las seis y a las diez había que cebarle un par de mates. Esas cosas en el pueblo se sabían. Lo mismo que el contenido de su guardarropa: una corbata roja con leoncitos y un traje azul marino donde cargaba muestras gratis, apretadas como puños en todos los bolsillos.
A veces le pagaban con gallinas y a veces pagaba él la nafta que consumía la ambulancia. De noche, cuando el cucharón de la luna se derramaba sobre el pueblo, jugaba unas manos al chinchón, se daba una vuelta por el comité y, antes de dormir, leía a Krause. O a Weber. O el Patoruzú.
Cada vez que debía ausentarse para cumplir con sus obligaciones políticas, en Cruz del Eje le organizaban una cena de despedida cuyo menú incluía mayonesa de ave, paella a la valenciana, flan con crema, vino de la casa y agua mineral.
En 1963 se despidió desde la cabecera con una reverencia y acompañado por dos mariposas que volaban en círculos alrededor de su cabeza, viajó a Buenos Aires para ocupar la Casa Rosada.
Tres años más tarde lo derrocó un batallón de tanques porteños al mando de un general vestido como Patton. Illia lo enfrentó con el traje azul y un ejemplar de la Constitución en la mano. Ríndase, general.
Al cumplirse veintinueve años de su muerte se debe rendirle un homenaje, doctor. Estos son los hombres que lo sucedieron en el cargo desde su destitución: Onganía, Levingston, Lanusse, Cámpora, Lastiri, Perón, Isabel, Luder, Videla, Viola, Galtieri, Bignone, Alfonsín, Menem, De la Rúa, Camaño, Puerta, Rodríguez Saá, Duhalde y Kirchner.
Saquen sus propias conclusiones. Para miles de seres pensantes Arturo Illia es un ejemplo de persona y honestidad política incorruptible, que como nuestros próceres de antaño pasó sus últimos días casi en una situación de pobreza renunciando a la jubilación de privilegio que le correspondía por haber sido Presidente. Lejos están muchos de los políticos de hoy en día de tener esta moral, lo que genera tristeza y sobretodo bronca. Y la sociedad que sufre de poca memoria e idolatra a políticos olvida un proyecto político que hubiera cambiado la Historia Argentina que siempre estuvo manchada por la corrupción, los negociados y el clientelismo político.


Marcela Forda
Periodista
18-01-11

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