TESTIMONIO
El día que la derecha tomó el poder
El 20 de Junio de 1973, cuando el avión que traía de regreso al General Perón terminó aterrizando en Morón, en Ezeiza se libró un enfrentamiento decisivo por el control del peronismo. Si la disputa por el poder y la identidad peronista ya tenía una larga historia, el 20 de junio del ’73, alrededor de lo que debía ser una fiesta del retorno definitivo de Perón al país significó la jornada de la batalla más abierta y decisiva de esa pelea. Todo estaba supuestamente dispuesto para que, apenas aterrizado, el general se encontrara con las masas en un palco montado sobre la autopista Ricchieri, en el Puente 12. Desde la madrugada, encolumnada por organizaciones o espontáneamente una multitud que, algunos calcularon en poco menos de dos millones de personas, empezó a marchar hacia el puente, ya que en esas horas empezaron los enfrentamientos. Pero lo más grave ocurrió cerca de las 15 horas cuando empezó una balacera de distintos sectores. Desde el palco personas armadas, con brazaletes que los identificaban como miembros de la seguridad, dispararon sobre las columnas, con la excusa de que habían sido tiroteados. La organización había sido hegemonizada por sectores de la derecha peronista, comandados por el coronel Jorge Osinde. También participaron en esta estructura la dirigencia de los sindicatos con protagonismo operativo especial de los grupos del Sindicato de la SMATA, y su hermano menor, el de los mecánicos del Automóvil Club, que utilizaron los sistemas de comunicación (radio) instalados en sus vehículos de auxilio como infraestructura. Junto a ellos, trabajaron alrededor de 1.200 policías de civil, bajo las órdenes de los comisarios asesinos Alberto Villar y Rodolfo Almirón, relacionados con el Ministro de Bienestar Social, el siniestro José López Rega. En ese sentido, por la conjugación de las fuerzas que participaron del operativo y por los métodos de trabajo, la jornada del 20 de Junio en Ezeiza fue una especie de ensayo gbobal de lo que alrededor de un año más tarde, apareció públicamente con una secuencia de terribles asesinatos, especialmente a los jóvenes militantes del peronismo revolucionario, con el nombre de la“Triple A”.
Además de la ocupación del palco, esos grupos habían copado lugares estratégicos de los alrededores, como el hospital de Ezeiza, el Hotel Internacional del Aeropuerto y el Hogar Escuela de la zona. Durante varias horas se sucedieron tiroteos e imágenes de golpizas y detenciones; los detenidos por fuerzas parapoliciales eran conducidos al hotel donde fueron salvajemente torturados, tal como lo denunció el compañero Leonardo Favio, conductor del acto, y quien personalmente debió amenazar con suicidarse para parar las torturas que comprobó en el hotel. Las columnas de las organizaciones de la izquierda peronista, como Montoneros, o la Juventud Peronista, habían concurrido casi sin armas, en rigor, cada columna tenía militantes armados como sistema de autoprotección.
El objetivo principal de Montoneros era ocupar un lugar central frente al palco, para demostrarle a Perón que eran mayoría en el acto, y porque realmente lo eran. El general, convecido de que había un complot para matarlo, aterrizó en la base aérea de Morón y no concurrió al Puente 12. En realidad los hechos de Ezeiza habían servido de excusa perfecta de la estructura sindical y a los sectores de derecha liderados por López Rega para concretar el asalto al poder del que se habían sentido desplazados, cuando Perón en su primer retorno, eligió al compañero Héctor Cámpora como candidato a presidente en lugar del preferido de los gremialistas, Antonio Caffiero. La creciente relación de Cámpora con Montoneros había profundizado esa confrontación. Perón aparentemente convencido de la versión del complot, avaló el golpe de timón. Luego de estos hechos, el General Perón hizo un llamado a la pacificación y se mostró generoso y tranquilizador con la población y con las fuerzas no peronistas. Pero si se mostró sereno y hasta amenazante con la juventud maravillosa que había protagonizado la etapa que permitió su retorno al país. En rigor es cierto que Montoneros y sus organizaciones de superficie, por entonces en el pico de su capacidad de convocatoria y movilización y con una nutrida cantidad de representantes en cargos de Estado, empezaba a evidenciar una estrategia de disputa de repartos proporcionales e iguales a la conducción del peronismo. No era otra política la que simboliza en la consigna “Conducción, Conducción, Montoneros y Perón” que cantaban cuadros y bases en cuanta marcha masiva concentraban.
Ezeiza marcó, por todo eso, el comienzo sangriento del proceso de ruptura entre Perón y esas organizaciones, completado de manera más pacífica en el acto del 1º de mayo de 1974, los Montoneros se retiraron de la plaza. Este fue el inicio de una estrategia represiva, impiadosa, desde las estructuras del Estado y con mano de obra militar, policial, y patoteril que sembró el campo para la aparición del golpe de 1976 de un terrorismo de estado sin eufemismos. Sirva el presente documento para recordar y homenajear a todos aquellos compañeros militantes de la gloriosa JP de los años ’70.
Julio César Gambarella
Integrante de Memoria y Movilización