¿Para qué debaten?
En este último tiempo, uno de los temas de debate central en los Estados Unidos ha sido la posible modificación de la ley de tenencia de armas. La intención de reformar la norma se dio a conocer a través de algunos políticos y medios de comunicación luego del incidente mortal en la escuela de Connecticut que se cobró la vida de 27 estadounidenses, en su mayoría niños. Las fuentes informativas difundieron sondeos de opinión que sostienen que la mayoría de los estadounidenses está a favor de un cambio. Sin embargo, las oposiciones a las modificaciones dan cuenta de voluntades políticas.
Informes del gobierno de ese país demuestran que la economía de Estados Unidos tiene una gran dependencia de la industria armamentística, y que las grandes empresas de armamento financian parte de las campañas electorales de los republicanos y de los demócratas. Estos son dos de los motivos fundamentales que permiten comprender por qué la ley que avala la libertad de poseer armas todavía goza de tan buena salud en ese país.
Algunos de sus efectos han quedado plasmados en las recurrentes matanzas y crímenes cometidos en la sociedad estadounidense. Sin embargo, el gobierno norteamericano, en lugar de luchar contra ese fenómeno, alienta a los ciudadanos a comprar armas y se remite a recomendar a la población el uso responsable de las mismas.
En la estructura social estadounidense aumentaron las limitaciones contra las libertades sociales y de la vida privada bajo el argumento del resguardo de la seguridad nacional. Pero la ley de tenencia de armas no fue alterada.
En el escenario mundial, el negocio armamentístico también involucra a la clase política de los Estados Unidos. La estrategia general se basa en generar presión sobre países pequeños en distintas partes del mundo por parte de las autoridades estadounidenses y en la generación de guerras civiles o tensión entre países vecinos.
Algunos ejemplos que dan cuenta de esta política son las vigentes operaciones en los países árabes y las extendidas guerras civiles auspiciadas por Estados Unidos en África subsahariana. En la misma línea pueden analizarse las guerras iniciadas por la OTAN y Estados Unidos en Afganistán, Irak, Siria y Libia. El argumento de la expansión de la democracia o la ayuda humanitaria suelen ser los más empleados como pretexto inicial para la intervención, ocupación de territorios y logro de réditos económicos estratégicos.
A pesar de algunas declaraciones y discursos, demócratas y republicanos por igual, demuestran que el gran negocio de la industria armamentística no se verá empañado por los problemas que pueden generarse en su propio territorio ni por las grandes matanzas en las guerras que los Estados Unidos fogonean en distintos continentes. Prestemos atención para qué debaten.
Lourdes Rodríguez