El “modelo” y los burgueses pequeños pequeños (versión criolla)

jueves, 14 de febrero de 2013 00:00
jueves, 14 de febrero de 2013 00:00

Por Víctor Leopoldo Martínez (*)

El título del film de Monicelli en este caso sirve para conocer a otros burgueses pequeños (los de orden local por caso), que si bien se asemejan en aspiraciones a los del personaje interpretado por Alberto Sordi al comienzo de aquel film – no así en el resto de la historia-, a mí me sirve para encuadrar a los nuestros.
Vamos a la cuestión de fondo.
Si el “modelo” (económico distribucionista se entiende) que lleva adelante el gobierno nacional encabezado por Cristina Fernández es lo más criticado de la gestión por la mayoría de los aspirantes a ingresar en el círculo de la “alta burguesía”, cabría preguntarles cuál es -o sería- el otro “modelo”, el de la “preferencia” de esta “especie” humana local; o sea qué contraproponen.
Se trata de un sector social conformado por “tilingos Jauretchanos” barnizados con una pátina de mediocridad -dada por la deformación cultural obtenida- que nunca podrán dejar de ser simples “burgueses pequeños pequeños”, condición que mal que les pese a ellos, detestan los autoconsiderados “patricios” nacionales.
Hasta el día de la fecha, y luego de conversar con no pocos de estos señores, además de realizar la correspondiente pregunta, ese “modelo preferencial”, sigue siendo por lo menos para mí una incógnita. Las respuestas nunca concuerdan con lo preguntado y sólo se limitan a dar continuidad a remanidas -por lo reiteradas- descalificaciones groseras, plagadas de insultos, sin atisbos de racionalidad. Sin lugar a ninguna duda serían incapaces de reconocer que el individualismo, el egoísmo, y la codicia ilimitada son los pilares fundamentales del modelo de sociedad deseada por ellos.
Con ellos todo diálogo es imposible. Evidentemente en estos seres existe una sordera autoinducida que denuncia entre otras cosas una manifiesta incapacidad de razonamiento -y no estoy hablando de analfabetos sino de pobres profesionales universitarios- y una marcada ignorancia político-social. La condición universitaria de estos seres agrava la cuestión ya que pone en evidencia la pobre formación humana y axiológica que brindan nuestras casas de altos estudios -no sólo las porteñas sino la mayoría de las casas existentes en el país- antes de vomitarlos a la calle.
Cuando de sus bocas sale la consabida descalificación y queja sobre: “este país de mierda, con una hija de puta que fomenta la vagancia de esa basura de negros analfabetos que la votan por esas asignaciones que bancamos nosotros con todo lo que nos saca esta yegua”, queda más que claro que el valor de las construcciones sociales que seguramente lo aprendieron en el secundario o en la universidad, pero como un subtítulo más de alguna de las asignaturas cursadas no sirvió para nada; sólo se trató de una ocurrencia un tanto “extravagante” (por no decir “una pelotudés” en el lenguaje de estos “señores” que se autoconsideran “gente bien”) incluída por algún profesor moralista para joderle la vida a ellos cuando eran estudiantes.
Muchos de estos recién llegados a la vida burguesa, levantaron cabeza en los últimos diez o doce años.
La vieja historia de aquellos pequeños e incipientes industriosos nacionales que gracias al IAPI del primer y segundo gobierno peronistas llegaron a ser luego grandes “industriales” para posteriormente renegar desagradecidamente de aquellas políticas que les permitió “trepar” económica y socialmente, parece estar repetiéndose en las gestiones de los Kirchner; incluso volviéndose muchos de ellos perversos reaccionarios al sólo fin de empardarse en sentimientos con los grandes terratenientes y latifundistas, esos que ellos compraron culturalmente como los “hacedores” y por ende “amos” de la patria.
Hoy, estos nuevos “tilingos”, no pocos de ellos profesionales acomplejados en términos sociales, “burgueses pequeños pequeños” devenidos en “gente bien” juegan a ser “grandes terratenientes” cuando opinan. Con sólo recorrer el país y conversar con algunos de ellos uno puede comprobar la presencia de la mediocridad hecha persona; y esto se da en muchas capitales del interior.
Leen La Nación y Clarín, algo que no sería criticable si lo hicieran con una mirada inteligente y no sólo para recoger elementos argumentales insulsos que desnudan aún más sus limitaciones intelectuales y que sólo les sirve para vomitar falaces argumentos denostatorios de algo que desconocen hasta en sus elementales formas.
Se informan por TN y hacen número para engrosar la minusválida audiencia de un Grondona de “Hora Clave”, de un Bonelli de “A dos Voces”, o la mirada “Desde el Llano” de un Joaquín Morales Solá. Hacen gala de una supina ignorancia a la hora de expresarse, algo que les impide traer a nivel consciente el hecho de que algunos de ellos no sólo viven entre montañas y lejos de esos “llanos” (la pampa húmeda) sino que esos “llanos” siguen siendo propiedad de la alta burguesía. Por otro lado estos “señores” de montañas pasan sus días usurpando tierras de débiles lugareños con artilugios legales y la complicidad de algunos jueces y políticos locales -corrupción mediante- para ir engrosando su pecunio, único modo de aproximar el bochín para una esperada aceptación por parte del establishment agroganadero ruralista de las mencionadas pampas húmedas.
Las Sociedades Rurales no son todas iguales, y los de esos “llanos” lo hacen sentir diferenciadoramente.
Son tan ridículos y mediocres -además de sordos-, que repiten a pie juntillas las bajadas discursivas que aparecen en la agenda diaria fijada por dichos medios. Siguen tomando como modelos de “países serios” a los europeos, negándose a ver el calamitoso estado crítico de la actual economía del viejo continente ocasionado por la aplicación de las mismas recetas fondomonetaristas que hundieron a nuestro país en las décadas de los “80” y “90”, sin dejar de lado la marcada ignorancia sobre la nefasta historia y fama de “pueblos belicosos” según la calificación que Hermann Hesse dio en algún momento y de la que gozan los pueblos europeos. Dos guerras mundiales desarrolladas en sus territorios en menos de medio siglo dan cuenta de la acertada apreciación de Hesse.
En alguna ocasión los escuché decir que: “los 40 mil desaparecidos en Chile sirvieron para algo, acá los 30 mil desaparecidos no sirvieron para nada”. Resultaba no sólo ocioso sino inútil preguntarles si para ellos acá se quedaron cortos y si la metodología ellos también la aprobaban.
Lamentable por donde se lo mire.
No sólo se trata de burgueses pequeños pequeños sino también de ignorantes de su propia mediocridad. Y son estos seres los que conforman nuestra sociedad. De una violencia verbal propia e inigualable (porque a la física antes se la dejaban en otros tiempos a otros mediocres pero con uniforme militar), hoy descargan su infundado odio de clase por ser simplemente hijos putativos de la estupidez humana que nació allá por el 16 de septiembre de 1955 y renació el 25 de mayo de 2003.
Incompresibles por donde se lo mire, todo estos exabruptos en boca de estos “señores” rozan la irracionalidad absoluta, algo que estos seres se lo suelen adjudicar equivocadamente a los “negros analfabetos de mierda” que piden un poco de justicia social. Paradógico pero real.

(*) Director de EL EMILIO

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