In memorian Omar Delgado

Se incorporó al calificado staff periodístico que habita el cielo

martes, 26 de febrero de 2013 00:00
martes, 26 de febrero de 2013 00:00

Tenía 52 años de edad. Era papá y abuelo. Trabajaba en Banco Nación (antes, Banco de Catamarca, aniquilado arteramente por buitres expertos en raros negociados), pero poseía alma de periodista deportivo. Nacido en el seno de una excelente familia, cuyos precursores fueron Ramón Beltrán Delgado y Mafalda del Carmen Barrionuevo, poco a poco fue haciendo realidad sus sueños de pibe, convirtiéndose en un hombre de bien. Paseó toda su honestidad, capacidad y talento por este planeta, hasta que el 21 de febrero de 2013 sacó pasaje hacia la Casa del Señor, para unirse al selecto cuerpo de comunicadores sociales catamarqueños que se le anticiparon en el viaje final. Se llamaba, se llama y se llamará, Miguel Omar Delgado, un tipo ejemplar, defensor a ultranza de los valores básicos de la ética y de la moral humana.
Lo conocí desde chiquilín, cuando de la mano de su padre, uno de los históricos operadores técnicos que trabajaban en la vieja e inolvidable LW7 Radio Catamarca, recorría distintos escenarios deportivos de nuestro medio, deleitándose con sus ídolos de la infancia, con los que mantenía inclusive algunos contactos verbales, habida cuenta de que era el hijo de “Ramoncito” Delgado, apreciado y querido por todo el mundillo del deporte lugareño. Cuando creció, se prendió a un micrófono y se metió de lleno en este apasionante oficio del relato y del comentario, cubriendo eventos de distintas disciplinas. De esta manera, un día se acopló al grupo de trabajadores del desaparecido canal estatal Catamarca Televisora Color (CTC), donde se incorporó por un buen tiempo al programa “A Todo Deporte”, que conducía quien escribe estas líneas. Tenía buenas aptitudes como entrevistador, de modo tal que siempre recibía el respaldo de la gente allegada a la prensa provincial.
Después, el siempre difícil y a veces complicado rol de papá y de “abu”, lo fue absorbiendo y por ende ya quedaba poco tiempo disponible para despuntar el saludable vicio de hacer periodismo. De todos modos, cada vez que nos encontrábamos, recordábamos aquellos lindos momentos que nos tocó vivir frente a una cámara de televisión, cuando hasta nos convertíamos en decoradores o meros arregladores de imágenes, si las circunstancias así lo exigían. La última vez que charlamos, largo y tendido, fue en un hotel de la ciudad de Córdoba, en el mes de octubre de 2011, lugar a donde fuimos en busca de soluciones a nuestras dolencias físicas. Lo vi fuerte y confiado en su recuperación, la que lamentablemente no llegó. Paz en tu tumba, Miguel Omar Delgado.

Leo Romero

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