Correo y opinión
El día de la mujer
Es un día para recordarle al mundo que como humanos tenemos derechos, un día para celebrar los ya instalados y seguir luchando por visibilizar los que faltan.
Un día para insistir, lo digo como mujer y joven adolescente, porque:
• la violencia de todo tipo es un asunto de políticas públicas.
• deben tener condena social y penal (Ley Nac. 26.485) los apologistas de la violencia, los discriminadores, los violentos, quienes cosifican a las mujeres, quienes les pagan menores sueldos, los pedófilos, etc.
• sin cliente no hay trata o prostitución
• debemos hacer un mundo seguro para todas nuestras niñas/os: sin abuso y sin violencia.
• no es bueno para un hijo/a seguir en contacto con un padre violento
• las cuotas alimentarias deben ser pagadas y si no, deben ser sancionados legal y socialmente quienes incumplen
• los diarios y demás medios de comunicación masiva deben dejar de usar un lenguaje sexista, incluso evitando hablar de crímenes pasionales para usar la palabra que define estos casos como femicidio, porque las palabras importan.
• es hora de no ilustrar con caras de mujeres golpeadas, quemadas o muertas, sino con la cara de los violentos
• y finalmente es hora también de hacernos cargo entre todos: autoridades, vecinos (en particular aquellos que oyen demasiado tarde), profesionales que asisten estos casos (menciono con énfasis a aquellos que lo hacen con prejuicios), funcionarios judiciales, periodistas, hombres y mujeres de actuar a tiempo y correctamente.
• Porque como dice Eduardo Galeano en “La cultura del terror”
La extorsión
El insulto
La amenaza
El coscorrón
La bofetada
La paliza
El azote
El cuarto oscuro
La ducha helada
El ayuno obligatorio
La comida obligatoria
La prohibición de salir
La prohibición de decir lo que piensa
La prohibición de hacer lo que sienta
y la humillación pública
son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales naturalizados en la vida de muchas familias.
Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la libertad, esa tradición familiar perpetúa una cultura del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir y contagia la peste del miedo.
Los Derechos Humanos tienen que empezar por casa y el próximo 8 de marzo es una oportunidad más para recordárselo al mundo entero.
Lourdes Rodríguez