Correo y opinión

La Justicia del Poder

domingo, 3 de marzo de 2013 00:00
domingo, 3 de marzo de 2013 00:00

Como es de público conocimiento, mi hijo Mauro se apersona a la División de Investigaciones el día jueves 31 de enero con el único propósito de colaborar con la causa, como lo manifestó en reiteradas oportunidades, de forma voluntaria, como también cuando las autoridades judiciales y policiales se lo requirieron. Cuenta que el día lunes 28 de enero a horas 23.55 mas ó menos, arribó al edificio de esta señorita Rojas atento a que ella le envía un mensaje por el celular invitándolo a su departamento (a contrario imperio de lo que manifiestan algunos improvisados en busca de participación, yo me pregunto, ¡¿Si esta señorita Rojas le temía a mi hijo Mauro, por qué le manda el mensaje invitándolo?). Ahora bien, dice Mauro que ella baja y le abre la puerta, y que con posterioridad suben, y al arribar al departamento se quedan en el comedor conversando, fuman un cigarrillo cada uno, comparten una botellita de agua y nada más, en virtud de que durante su estadía ella, pese a conversar y contarle algunas cosas, siempre se mostró dispersa enviando mensajes. De repente, sin decirlo, ella se pone como ansiosa, y su conducta era como pidiendo a mi hijo que se retire porque esperaba a otra persona. Ante este comportamiento Mauro pide permiso para pasar al baño y luego se retira. Se calcula que mi hijo se marcha alrededor de la hora 0.30 del día martes 29, o sea a escasos 30 minutos de su arribo al departamento. Digo, se calcula ese horario porque Mauro regresa a casa y yo le abro la puerta como a las 0.40 o 0.45. La hora está brindada por los testigos que lo vieron llegar a mi hijo y que ya declararon en la causa. Cabe destacar que mi domicilio está ubicado a cuatro (4) cuadras del departamento de la psicóloga.
Mauro se presenta, como ut supra mencioné, con la intención de colaborar en la policía alrededor de las 21.40 del día 31 de enero. Graciosamente como contracara a la conducta digna, transparente y comprometida de mi hijo, luego de aportar una serie de datos por un par de horas y siendo las 0.43 del día viernes 1º de febrero, recibo un mensaje de Mauro porque todavía no le habían quitado el celular en donde me decía: “Me están acosando, están diciendo que yo diga que la maté, por favor hacé algo”. Ahora, yo me pregunto con el dolor de padre, y sobre todo con la preocupación y miedo que puede tener cualquier ciudadano ante esta conducta inquisitiva y de apremio que tienen contra un joven que por su impronta moral quiere ayudar: porque a él, como conocido o amigo también le dolió y conmocionó la muerte de esta señorita que enlutó a todos los catamarqueños. Pero sin reconocer su hombría de bien puesta al servicio de los demás, en pocas horas pasa de ser quien colabora a un arrestado, y luego a detenido e imputado. Esto es terrible, porque para justificar un procedimiento o evitar que se manifiesten en frente de sedes judiciales, detenemos a un Inocente mientras un asesino está suelto.

Hechos que me preocupan

Como venimos manifestando, mi hijo Mauro ingresa el día 31 de enero a horas 21.45 más o menos a la dependencia policial de Investigaciones. El día sábado 2 de febrero yo le llevo un cepillo de dientes y una máquina de afeitar para su higiene, dejándolas en la guardia de la División de Investigaciones. Lo curioso y preocupante es que nunca se la entregaron a mi hijo pese a sus reiterados reclamos que hizo tanto a los oficiales de Homicidios como de Investigaciones, recibiendo como respuesta “no sé, la habrán tirado, no es problema nuestro”, etc. También el día 6 de febrero cuando los señores agentes fiscales concurren a la División de Investigaciones para tomarle declaración (ésta que curiosamente se tuvo que volver a hacer por los problemas de energía) mi hijo Mauro le pone en conocimiento del fiscal Sago que su cepillo de dientes y máquina de afeitar no le fueron entregados, a lo cual éste minimizó el hecho y prácticamente ignoró el reclamo de mi hijo.
Pero curiosamente al momento de que se traslada a Mauro a su nuevo lugar de detención, como por arte de magia aparecieron el cepillo y la máquina. Ahora bien con el correr de los días uno va tomando conocimiento de ciertas circunstancias que al principio no revestían ningún valor. Y esta toma de conocimiento me hace tener miedo, porque supe que el cepillo de dientes es uno de los elementos en el cual existe la mayor cantidad de ADN de su propietario.-
¿Por qué tengo miedo? Porque mi hijo es inocente y está preso. Es Inocente porque él llegó a casa a la hora que mencionamos y que los testigos le dicen al fiscal. Es Inocente porque a la hora que la autopsia determina la hora del deceso, mi hijo estaba durmiendo en un colchón al lado de mi cama. Es Inocente porque pese al ensañamiento de los fiscales en seguir endilgándole el homicidio no hay, no hubo, ni habrá ninguna prueba que lo incrimine porque él no mato a nadie.
¿Por qué tengo miedo? Porque puede que a ese cepillo de dientes que curiosamente lo hicieron desaparecer y más curiosamente apareció siete días después, lo pueden haber utilizado para sembrar una prueba con el ADN de mi hijo, y de ese modo constituirse en los grandes investigadores que solucionan un crimen a costa del sufrimiento de un inocente y de su familia. Me pregunto ¿Ésta es la forma correcta de actuar? ¿O es que existirá alguna directiva de la más alta cúpula de la justicia de Catamarca para que condenen a un inocente y de ese modo salvar a un posible autor del hecho que por su condición social, económica y familiar y amistosa se encontraría estrechamente vinculado a este poder? De ser así sólo me quedaría decir que Dios nos salve, porque la Justicia seguirá condenando inocentes cono ya lo hizo con dos jóvenes a mediados de la década de los 90, en la causa más renombrada de la historia judicial de Catamarca.

¿Que mi hijo es violento?

Se llenaron la boca tanto los diarios de Catamarca como los miembros de la Justicia sembrando la opinión de que mi hijo era violento, temible y con una conducta que se encuadraría en la figura de un asesino. Esto ya lo aclare en algunos medios, aunque ahora me allano a la opinión profesional vertida por la Dra. Andrea Elizabeth Prenol, Perito Psiquiatra del Cuerpo Interdisciplinario Forense. En donde dice que Mauro Orce no presenta psicopatológica que indique enfermedad mental, como tampoco conducta Violenta y Agresiva. Así también se desprende de examen que mi hijo no es mitómano. El examen de donde surge lo ahora dicho obra en el expediente de la causa, y fue una prueba pedida por los señores agentes fiscales.
¿Por qué no ordenan la libertad si los plazos ya se vencieron; si no hay ninguna prueba que lo vincule con el hecho? ¿Por qué continúa detenido si no se pudo probar la participación de mi hijo en la determinación del hecho? ¿Por qué Mauro continúa detenido a la espera de las pruebas, mientras los otros cuatro o cinco que fueron sospechados desde el mismo instante del descubrimiento del cuerpo, con quien la víctima tenía una relación permanente y bastante conflictiva continúan en libertad?
Señores fiscales hay un sinfín de por qué y dudas que ustedes no aclaran. Lo único cierto y claro es que mi hijo Mauro Orce es inocente y sigue preso.

Mario Orce

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