Correo y opinión

Adiós Don Luchito

martes, 28 de mayo de 2013 00:00
martes, 28 de mayo de 2013 00:00

Me dirijo a Ud. a los fines de solicitarle quiera disponer de un espacio para la presente, mediante la cual quiero referirme a un querido amigo que ahora ya descansa de sus trajines de este mundo, se trata de don “Luchito” Arias con quien compartí innumerables charlas en las que sin proponérselo me enseñó muchas cosas. Lo conocí cuando asumió como concejal a fines de 1987 en el Concejo Celiberante de la Capital. Allí, conocí a algunos de sus hijos y fue para mí un honor conocerlo y aprender cómo se realiza la política social, humanitaria, sensible y práctica.
En esos años conocí al Luchito Arias político, luego, esa apreciada amistad continuó ya para ir conociendo a ese padre de familia que alguna vez lloró por su hijo enfermo, cuando ese hijo se debatía entre la vida y la muerte y esas lágrimas rubricaban el agradecimiento a ese Dios de amor en el cual él creía profundamente y adoraba.
También tuve el honor de conocer al Luchito Arias esposo que se preocupaba muchísimo por la salud de su amada esposa. Es que para ambos, la familia conformaba la esfera intocable y sagrada, por eso su constante preocupación cuando algún integrante estaba en crisis.
Y conocí al Luchito Arias vecino, amigo, consejero, de la sonrisa amplia, fácil y cálida. Fue un hombre al que era muy difícil no quererlo porque a pesar de su estampa ancha de hombre fuerte, era un tipo maravillosamente cariñoso, sensible, amable y respetuoso.
Se fue mi admirable, respetado, querido amigo, ya descansa en los brazos de un Dios al que amo entrañablemente. Pero sólo se fue su figura porque todo lo demás, todo lo que enseñó, todo lo que él significó, todo ese camino trazado con sacrificio y honestidad va a seguir en los recuerdos y en las personas de esos hijos que hoy deben asumir el cuidado de esa enorme mujer que lo acompañó toda la vida y que conformaron una maravillosa familia, que fue amorosamente acompañada por gran cantidad de amigos hasta su última morada y que unánimemente expresaba ¡qué buen hombre que era!
Mi amigo querido, te envidié por tanto amor que te entregaba esa multitud que te acompañó en la última caminata. Agradezco a la vida por haberte conocido y por haberme enseñado tantas cosas, te admiré por años y junto a esa admiración iba mi profundo respeto y mi cariño mientras vivías, y ahora, tu recuerdo me guiará juntamente con el recuerdo de mi querido padre, ambos, emblemas de honestidad, trabajo y sacrificio. Adiós Don Luchito Arias.

 

Juan Carlos Arroyo
El militante de la bicicleta
 

Comentarios

Otras Noticias