Correo y opinión
Reflexiones sobre la patria
Llegan las Fiestas Mayas. Un año más de la celebración del Bicentenario de la Patria. Y nos permitimos hacer estas reflexiones sobre el sentido profundo que esta celebración conlleva.
Leyendo el libro “Luces y sombras de Mayo”, del investigador, historiador y hombre de letras de Córdoba, doctor Prudencio Bustos Argañarás, publicada en 2011 por Ediciones El Boulevar, extraigo estas afirmaciones que motivan el centro de este artículo, además de compartir con otros pensamientos del autor el sentido histórico, cultural y ético de la fecha, y que en los distintos capítulos de la obra se abordan.
El autor señala: “Los mitos populares han constituido un componente ineludible de la historia de la humanidad. Endiosar a determinados episodios o personajes, pasados o contemporáneos, adornándolos con virtudes que rayan lo sobrenatural, ha formado parte de los imaginarios colectivos de todos los pueblos primitivos….”.
Más adelante, refiriéndose al nacimiento de la Patria expresa: “Durante los festejos de los dos siglos de la Revolución hemos escuchado hablar del ‘Bicentenario de la Patria, de la Nación, de la Argentina, conceptos que, a mi entender, esconden serios errores conceptuales…’”, cita a Alfredo Díaz de Molina, quien llegó a afirmar que “con la Revolución de Mayo nace la Argentina representativa, republicana y federal”. El desliz es de apenas cuarenta y tres años”.
Y continúa: “Comencemos por recordar que la noción de Patria no es de naturaleza jurídica sino afectiva. Proviene del latín “pater” y alude al sentimiento de pertenencia a la tierra de nuestros padres. Y esta es, para muchos argentinos, la tierra de sus mayores desde varios siglos antes de aquella fecha. En todo caso, para cada uno de nosotros, la Patria nació el día que el primero de nuestros antepasados decidió afincarse en este suelo”.
Leemos del citado autor: “El concepto de Patria para designar a estas tierras americanas estaba ya presente mucho tiempo antes de la Revolución de 1810, como lo prueban centenares de documentos…..”.
Asocio esta idea con unos versos que vienen a mi memoria sobre el sentido de Patria aprendidos en mis años escolares, y hoy se vinculan con el párrafo citado anteriormente:
“Patria es la tierra donde se ha nacido.
Patria es la tierra donde se ha luchado…..”.
También cuando escucho estas expresiones de viejos inmigrantes que llegaron al país y se refieren a su Patria, cuando dicen: “Ahora me refiero a mi Segunda Patria”, o sea la Argentina que generosa los recibiera y aquí formaron su familia con la honradez de su trabajo y sus tradiciones y cultura, sin olvidar su Patria de origen, su “suelo natal”.
Entonces, para nosotros, los argentinos, en realidad “los criollos de la Patria”, ¿cuándo nace nuestra verdadera Patria? Consciente e inconscientemente se ha transmitido, sobre todo desde la escuela, que hemos nacido como Patria un 25 de mayo de 1810. ¿Dónde? Desde el puerto metropolitano, pero sin integración de las provincias del interior que fueron enterándose con el correr del tiempo que se había constituido un Gobierno patrio. Por múltiples razones que se pretendan exponer la realidad fue ésta.
Y me pregunto: ¿Qué pasaba en nuestro territorio antes del 25 de mayo de 1810? Los habitantes de nuestro suelo de norte a sur ¿qué eran?: repasemos estos hechos:
América fue descubierta en 1492 (fines del siglo XV). ¿Qué pasó en el siglo XVI?, ¿lo que había no era Patria?, ¿los que habitaron y lucharon por nuestro “suelo” no eran patriotas? Craso error.
El siglo XVI denominado históricamente como “Época colonial” produjo grandes pensadores, historiadores y poetas; hubo enseñanza oficial y privada o si se quiere “misional”. Existían conventos conducidos por franciscanos, dominicos y jesuitas que impartían instrucción; se había creado la Universidad de Córdoba en 1612 y escribía bellos poemas nuestro primer poeta Luis José de Tejeda; se recreaban hermosos romances, coplas e interesantes crónicas de la época; existían las poblaciones aborígenes heterogéneas y desigualmente distribuidas en el país, que luego van a incidir en la fisonomía de las regiones. Ya habían surgido las provincias en varias regiones del país. El territorio estaba en plena lucha y consolidación por sus tradiciones y patrimonio. Eso era también Patria. Seguramente sería mejor decir que el 25 de mayo de 1810 nace la “Patria política argentina”, no la entrañable, la genuina que forjaron nuestros antepasados. Al respecto, destaco estas acertadas expresiones de nuestro historiador e investigador, licenciado Armando Raúl Bazán, cuando señala:
-La Patria empieza a conformarse primero con las provincias. Primero son las provincias y después la Nación. Veamos cuándo surgen algunas provincias: Ciudad del Barco I en 1550, Ciudad del Barco II en 1552, que será luego la Ciudad de Santiago del Estero; San Miguel de Tucumán en 1565; Córdoba en 1573; San Salvador de Jujuy en 1593; Salta en 1552; Catamarca en 1558-1562; La Rioja en 1591; Mendoza en 1561; San Juan en 1562 y San Luis en 1549.
Esto corrobora el criterio del licenciado Bazán, que además advierte:
-La culminación del Bicentenario debe llegar hasta el 9 de julio del 2016, ya que la realización del Congreso de la Independencia de Tucumán se hizo un 9 de julio de 1816, y es allí donde se integran las provincias con sus representantes y nace jurídicamente la idea de Nación y de Patria Federal. Tanto es así que el Estado y las instituciones se han adherido a esta idea.
Esto nos confirma que debemos tener en cuenta el sentido de “pertenencia” e “identidad” de nuestras provincias, constituidas en regiones para incorporarse a la idea del ser nacional, con lo que podemos así hablar y tomar conciencia de un país federal.
Reconozco con absoluta sinceridad que esta idea de “federalismo” vaya tomando cuerpo desde la Capital hacia el interior desde hace unos años atrás en diversas manifestaciones de la vida del país, sobre todo de su cultura. Y esto debemos entenderlo como provincianos al no sentirnos menoscabados o discriminados por nuestros hermanos de las grandes urbes. Al contrario, nuestra identidad debe enorgullecernos y mostrarla tal como es, con absoluta dignidad. Debemos mostrarnos tal como somos, con nuestros logros y fracasos, con lo que llegamos a ser incorporando otros modos de vida, otras culturas, otras lenguas, sin renegar de nuestras raíces originarias que enaltecen el patrimonio cultural.
En “Cultura y región (U.N.T.-1991)”, el pensador e historiador Gaspar Risco Fernández señala: “…todo parece indicar que las decisiones claves, aquellas que realmente importan, fueron tomadas antes de nuestro ingreso a la paideia que nos han modelado a su imagen y semejanza… Así debieron ajustarse los distintos complejos regionales que animaron sucesivamente, como centro o periferia, hacia adentro y hacia fuera, la evolución de nuestra conciencia nacional…”.
Pienso que estas ideas se ajustan al pensamiento inicial, al propósito de este artículo, porque comprendiendo la evolución de nuestra conciencia nacional desde sus orígenes a nuestros días, habremos comprendido cuándo nacimos como Patria.
Si así lo hacemos, con esta idea de integración, pertenencia e identidad podremos mirar hacia el futuro en forma más clara y objetiva, sin menoscabar los procesos interculturales que toda Nación pretenda como tal. Si no crecemos como pueblo y como república, difícil será que nos vean y respeten como Nación.
Conviene, por lo pronto, que desde las escuelas se formen a los jóvenes, a ser respetuosos del pasado, lo investiguen y estudien y sepan de dónde nacimos, cómo se formó la Nación y no renieguen de un pasado histórico, étnico y cultural que nos pertenece, y debe enorgullecernos como ciudadanos con identidad, pertenencia e historia. Formarlos, como hoy en día se pretende, con un adoctrinamiento partidario, sería romper las raíces de una frondosa historia que nos pertenece y por la que lucharon grandes hombres.
Juana Collado de Sastre