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Títulos de tangos (“El Marne”)

sábado, 29 de junio de 2013 00:00
sábado, 29 de junio de 2013 00:00

Uno de ellos nos recuerda una semana desdichada para la humanidad, chispa de una tremenda hoguera: habiendo declarado Austria la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914, Alemania se la declaró a Rusia el 1º de agosto y el día 3 a Francia. Al día siguiente Gran Bretaña se agregó al conflicto enfrentando a los germanos. El título “El Marne” recuerda uno de los acontecimientos más dramáticos de esa conflagración y sin duda el más glorioso. No podía fallar. Eduardo Arolas, que ya había pasado de “cachorro” a “tigre de bandoneón”, completaba en 1914 un tramo de su carrera, de su meteórica carrera. Arolas inventaba melodías para sacar un poco de la congoja del alma, como un desahogo. Al comenzar septiembre de 1914, ya la primera conflagración mundial cobra una considerable cuota de sangre a Europa. Se había violado la frontera belga. Los alemanes marchaban hacia la capital de Francia con precisión matemática.
El kaiser Guillermo II y sus cortesanos uniformados tenían previsto el paseo triunfal. Y los convoyes de tropas y los trenes de artillería alemanes llevaban estampados a pincelazos esta leyenda: “De Berlín a París”. El 5 de septiembre sólo le restaba al ejército prusiano de un millón de hombres cruzar el río Marne, virtualmente a las puertas de París. Entonces el general francés Joffre lanzó su famosa consigna: “No pasarán”. Y ochocientos mil franceses cumplieron con una batalla que duró siete días y siete noches, sin tregua, dejando al enemigo varado en una guerra de trincheras que duró cuatro años.
Buenos Aires vibró con aquella acción gloriosa. Y demás está decir la vibración que pudo haber entre las muchas francesitas contratadas en los cabarets y camaradas cordiales de los ejecutantes criollos. A estas noches inolvidables de la época, en Buenos Aires, un fervor, un temblor, una angustia, un dolor si usted quiere, por la presencia de estas muchachas que de alguna manera simbolizaban lo que estaba sucediendo en Europa. Eduardo Arolas, contagiado, compuso en el Montmartre el tango “El Marne”, que es un simple prodigio de arquitectura musical, ornado de un leve giro de ternura. Gracias a la inspiración de Eduardo Arolas, y en una hora inmortal, el tango le pagó a París una deuda de amistad, con moneda de ley.
Lo de “El Marne” fue una conmovedora gesta que de tanto en tanto se recuerda y que vuelve a diluirse empalidecida entre las recientes y las renovadas páginas de la historia de la humanidad, escritas demasiado deprisa y con la acumulación de enormes acontecimientos.

Mario Alonso

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