La verdadera reforma política la hicimos las mujeres

sábado, 25 de noviembre de 2017 00:00
sábado, 25 de noviembre de 2017 00:00

Por Cristina Álvarez Rodríguez (*)

Con 168 votos afirmativos, cuatro en contra y una abstención, lo único parecido a una reforma política este año lo hicimos las mujeres.

No se trató del peligroso voto electrónico, de sacar o cambiar las PASO, sino de sancionar la ley de paridad para que en las listas haya una mujer y un varón alternativa y secuencialmente para que exista un 50% de cada género.


El hecho del miércoles no proyecta aún su cabal dimensión. Un poco por la sorpresa y aparente rapidez con la que se produjo, aunque viene gestándose hace muchísimo.

Y por otro lado y muy razonablemente porque ocurrió en medio de circunstancias trágicas, plagadas de incertidumbres de todo tipo y terriblemente angustiantes por la desaparición del submarino ARA-San Juan. 


La ley #UNAyUNO es una herramienta positiva que mejora la calidad democrática y perfecciona su capacidad de representar a la sociedad real en la que codecidimos. Más mujeres en lugares de decisión aumenta la probabilidad de que la perspectiva de género cobre relevancia.


En este proceso, que se inscribe en la línea de tres hitos que van de las luchas feministas antes del 47, la sanción del voto femenino en 1947 y la ley de cupo de 1991, recogemos aprendizajes. 


No es la igualdad, sino las asimetrías injustas lo ajeno a la democracia, que nació precisamente para ser la voz de los oprimidos, los Otros, los que reclamaban para sí una igualdad en la que no les daban parte. 


Por eso, la paridad es real sólo en una sociedad democrática. Y una sociedad sólo es realmente democrática si construye paridad.


Al mismo tiempo, creo que la paridad política se legitima construyendo justicia social. De nada valdría un movimiento femenino en un mundo sin justicia social, dijo Evita. 


Ante la expectativa de “reformas” que son en realidad repeticiones de ajustes del pasado que siempre terminaron con enormes costos sociales y políticos, ojalá las mujeres seamos capaces otra vez de recrear acuerdos y lazos más allá de los bloques como hicimos el miércoles con sorpresa, audacia y convicción. 


Cuando hay más pobreza y deterioro salarial las mujeres llevamos la peor parte. Por eso, para que exista emancipación real de las mujeres debemos plantearnos la emancipación del neoliberalismo. 


Hay una opinión, a mi juicio errónea, que cree que legislar acciones afirmativas en favor de las mujeres es una exterioridad artificial y alejada de lo real.

Estoy convencida de que no es así. Alcanza conversar con chicas de 12, 13 años para ver cómo fue creciendo en ellas una conciencia sobre los derechos de las mujeres, una actitud rebelde ante gestos de machismo. 


Incluso la profundidad y la persistencia de la concientización feminista también están formando una visión diferente en los varones jóvenes que se relacionan con ellas sin las violencias, de lenguaje y corporales, que en otro tiempo estaban más naturalizadas.

Siguen ocurriendo hechos que nos preocupan, sí. También observamos reacciones individuales y colectivas ante esos hechos, como nunca antes habíamos visto.


¿Por qué algunos consideran que la paridad es supuestamente discriminatoria pero las asimetrías actuales y concretas no? Nosotras también queremos que se elija siempre a las personas más capaces. Pero hasta ahora el género fue más importante que la capacidad, pero sólo uno: el de los varones.


Si revisamos la conformación de directorios, ministerios, juzgados, empresas, asociaciones, partidos y sindicatos, la integración de mujeres es muy inferior a la de varones, a los que no se exigió examen de capacidad y que probablemente están ahí ayudados por el poder del género. 


¿Acaso piensan, sin decirlo, que el número de mujeres capaces es el de las que en este momento están en su cargo y las que luchan por acceder no son idóneas? Creer que sólo el 30% de nosotras somos capaces y que el otro 70% somos estúpidas es afiliarse a una dudosa antropología y una segura ignorancia.


Aún hoy escuchamos las mismas barbaridades que en 1947 y 1991. Para superar estos agravios pasados que se repiten es que avanzamos discutiendo de igual a igual el poder en una democracia del siglo XXI.

(*) Diputada nacional FPV-PJ
 

11%
Satisfacción
0%
Esperanza
11%
Bronca
0%
Tristeza
11%
Incertidumbre
66%
Indiferencia

Comentarios

25/11/2017 | 11:48
#149006
En política uno mas uno no es dos. Para mi manera de pensar es un retroceso, no es el sexo la cuestión, son las ideas, los valores, principios, experiencia, etc., que debe exhibir cualquier candidato a ocupar tan importante cargo, tan importante representación. Hay que esperar que los gay, lesbianas y demás reclamen con justa razón un espacio. Hay que cuidar la democracia y no convertirla en un cambalache. Si son las mujeres mas capacitadas, que sean ellas, que peleen los espacios y no por una ley.
25/11/2017 | 08:27
#149005
que vas hacer vos, solo apoyar a un feminida!

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