Columna de opinión por Rodrigo Morabito*
El Escrache: la nueva hoguera de la modernidad
“ESCRACHAR”, ha sido definido recientemente por la Real Academia Española (RAE) como: “Romper, destruir, aplastar” o “Fotografiar a una persona” a lo que debo agregar la viralización masiva de los individuos y conductas que se “ESCRACHAN” por las redes sociales como canales efectivos de visualización que conllevan a un sinfín de etiquetamientos y suposiciones respecto de tales personas sin siquiera cerciorarse acerca de la veracidad de los que se dice o informa sino tan solo adoptar como ciertas las expresiones plasmadas en una determinada publicación y hacer causa de ella como si fuera propia, aun cuando en ocasiones falta concluir una determinada investigación en casos trascendentes.
Naturalmente las personas opinan (con todo el derecho a hacerlo en la medida que exista responsabilidad en lo que dicen), etiquetan y comparten una determinada publicación, dándola por cierta simplemente porque lo que se “dijo” o “publicó” como conducta “ESCRACHADA” les genera rechazo y enojo.
Indudablemente, no está mal opinar y expresarse porque es un derecho el hacerlo, siempre y en la medida que las expresiones no sean violentas y la persona y su conducta haya podido constatarse de manera efectiva y fehaciente, pues de lo contrario estaremos dando por cierto algo que trasciende nuestra posibilidad de verificación y siendo irresponsables y perniciosos en la reproducción de un “dicho”, “comunicado” o “información” que puede llegar a distar bastante y hasta ser absolutamente equivocado en cuanto a la realidad.
No es posible darle un “like”, “me gusta” o lo que fuere y viralizar un determinado comportamiento como a la persona que se señala de haberlo cometido sin tener conocimiento de los acontecimientos y de esa persona, no solo dando por cierto algo que no conozco y prejuzgando sin pruebas sino que, además, tomo como real lo que una persona (que muchas veces ni conozco) manifiesta respecto de algo que no sabemos “si es o no es”, “si fue tal persona o no”, “si actuó como se dice”, “si existen otros problemas”, etc., simplemente asentimos esa manifestación y la imagen (si existe como en la mayoría de los casos) y viralizamos mecánicamente sin importar en lo más mínimo la vida de esas personas y sus familias en caso que no sea cierto lo que se dijo. Esto es muy peligroso, es como un proceso de la inquisición en la modernidad.
No tengo dudas que el acceso a internet es un derecho humano tal como lo ha declarado la Organización de las Naciones Unidas (ONU), no obstante, esto no significa que el uso irresponsable de la conducta humana a través de las redes deba ser avalado e, incluso, replicado en desmedro de muchas personas que tienen el derecho a que su imagen no sea divulgada en la medida que no haya una oficial declaración de responsabilidad por medio de las instituciones que han sido creadas para tal fin. Las redes no pueden convertirse en una especie de tribunal virtual en donde existan una especie de jueces y jurados que dan por cierto algo que no se investiga y en donde se acusa y castiga sin pruebas reproduciendo una sanción arbitraria y hasta muchas veces violenta sin posibilidad, en ocasiones, de defensa. Esto es intolerable.
Entiendo que el legislador debe comenzar a legislar sobre este tipo de conductas y sancionarlas efectivamente debido a que si un ciudadano o ciudadana debe endilgarle responsabilidad a otro u otra (con todo el derecho que le asiste) lo haga de un modo responsable, en el lugar que corresponde y ante las autoridades que tienen el deber de darle una respuesta a su situación, de lo contrario, solo estaremos reproduciendo tal vez algo que no es o fue y hasta más contenido violento del que existe exponiendo a las personas.
En definitiva, las redes sociales también deberían comenzar a crear sistemas de bloqueo cuando se divulgue a través de “ESCRACHES” la imagen y conducta de personas que previamente no ha sido constatada en forma real y efectiva ante las instituciones oficiales, pues de lo contrario deberían ser responsabilizadas por los daños que se produzcan.
Un país serio y responsable cree firmemente en las instituciones que han sido creadas democráticamente para demostrar y sancionar las conductas perniciosas de las personas y no en “modernos comportamientos” que responden más a la arbitrariedad y la violencia.
*Juez de Menores y miembro de la Asociación Pensamiento Penal