Borges, y una pequeña oración

domingo, 9 de diciembre de 2018 00:48
domingo, 9 de diciembre de 2018 00:48

*Especial para El Esquiú.com por Pablo Caruso

Alguien dijo que, en su lecho de muerte, Jorge Luis Borges se reconcilió con la fe católica, en los últimos momentos se le disipó la duda.

“La duda es uno de los nombres de la inteligencia. No afirmo ni niego, pero espero que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno, decía. Una personalidad magnética, brillante y contradictoria. Su madre no tenía dudas. Doña Leonor Acebedo conversaba con un sacerdote a quien este escriba conocía y apreciaba. Una vez fui a visitarlo. Estaba enfermo y muy anciano. No puedo precisar por qué derivó la conversación hacia la madre del celebrado escritor argentino.

“Me gustaría que cuentes algo cuando yo me haya ido al Padre”. Ella, doña Leonor, amaba a ese hijo. Su primera preocupación era su alma, por tanto, rezó mucho por él. Un día decidió sacar este tema. ¿De verdad dudas de la existencia de Dios?”. La pregunta hizo tartamudear más de lo habitual al escritor. “Lo que pasa, madre, es que el infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto”, respondió el autor de El Aleph.

“Me gustaría que el cielo exista para usted madre”. Entonces, doña Leonor le susurró: “Quiero que me prometas que recitarás un Ave María todas las noches, como si me dieras a mí el beso de la noche”. El escritor le confesó a un amigo suyo que, por amor a su madre, todas las noches rezaba el Ave María.

Jorge Luis Borges murió en Ginebra el 14 de junio de 1986, a los 87 años. En su lecho de muerte, pidió ver a un sacerdote católico. Esto que hoy cuento ocurrió hace algunos años. Aunque si sé que voces y caras extrañas vendrán seguramente a desmentirme… ¿Y qué?

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