Columna de opinión por Rodrigo Morabito*

¡Justicia para los ajusticiados!

martes, 18 de septiembre de 2018 00:00
martes, 18 de septiembre de 2018 00:00

Durante el transcurso de la semana pasada, la Justicia de nuestra provincia llevó adelante el juzgamiento respecto de un caso de los denominados (o mal denominados) “justicia por mano propia”.
Me parece de suma importancia referirme a la decisión de la Cámara en lo Criminal de Segunda Nominación en razón a que marca un precedente trascendental respecto de hechos que para muchos hoy son considerados aceptables y hasta avalados por una sociedad sumida en una violencia injustificada e inexplicable, pero que no son otra cosa que excesos violentos, actos salvajes, simplemente: ¡UN DELITO!
Ahora bien, la Fiscalía mencionó en su alegato a Rousseau, Jean-Jacques (1762) y fundamentó su postura en la teoría del Contrato Social. “El hombre ha nacido libre y, sin embargo por todas partes se encuentra encadenado”. Descarta que el vínculo se halle en la fuerza o la sumisión, sino que por el contrario, los hombres voluntariamente renuncian a un estado de natural inocencia para someterse a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social. Este consentimiento voluntario se materializa a través de un contrato, “el contrato social” en este caso.
En otras palabras, los hombres hemos renunciado a ciertas facultades como el uso de la fuerza a través de la violencia, dejándola en favor del Estado, quien la ejercerá respecto de las personas que cometan delitos por medio de la ley y la Justicia.
Asimismo, tal como argumentó la Fiscalía, los casos de esta índole (“justicia” por mano propia) deben ser juzgados. “Eso deja una enseñanza en la sociedad para evitar que esta enfermedad se propague”. 
La decisión de la Justicia local es trascendental y deja un mensaje correcto: ¡la barbarie, la venganza, no es otra cosa que un delito y, como todo delito, debe ser juzgado!
Personalmente, pienso que la mal llamada “justicia por mano propia” pone en entredicho la existencia misma del Estado, de su función principal –el uso de la coerción para ejercer justicia- de sus instituciones y de sus leyes.
En efecto, hacer “justicia por mano propia” implica la ruptura del contrato social democrático, aquel que otorga al Estado el monopolio de la fuerza y asegura el tránsito del estado de naturaleza a la comunidad política. Como ya en el siglo XVII había escrito Thomas Hobbes, en el estado de naturaleza “el hombre es un lobo para el hombre: (…) los hombres viven sin otra seguridad que sus propias fuerzas y su propio ingenio debe proveerlos de lo necesario (…) Y lo peor de todo, hay un constante miedo y un constante peligro de perecer por muerte violenta”.
En definitiva, soy de la opinión que a lo que mal se denomina “justicia por mano propia”, es tan solo una forma extrema de privatización de la violencia; más todavía, lejos de ser un mecanismo efectivo de control, la “justicia por mano propia” reproduce y aumenta los niveles de inseguridad, supone amenazas a la integridad de las personas y tiene graves implicaciones sobre la legitimidad y aceptación popular y democrática del  Estado.
Ahora bien, no todas las víctimas de delitos, ni tampoco toda la sociedad en su conjunto, piensan en la violencia y la venganza como forma de solucionar sus conflictos.
Muchos se arrogan la voz de la ciudadanía en su conjunto en una forma de pensar y legitimar la violencia como mecanismo de defensa; pero ello no es así, no toda la sociedad recurre a la violencia, ni siente o cree tener una respuesta a través de ella.
En este sentido, Nils Christie señala que “como seres humanos hemos internalizado, la mayoría de nosotros, algunos valores básicos relativos a lo que podemos y lo que no podemos hacer a otras personas. Son reglas básicas como: a) ser bondadoso; b) no matar; c) no torturar; d) no infligir dolor intencionalmente; e) El perdón está por encima de la venganza.   
Estos son valores centrales. Sin entrar en una discusión profunda de derecho natural, me animo a sostener que estos valores de alguna manera están fuera de discusión, son obvios. Y es igualmente obvio que el castigo representa un quiebre respecto de estos valores. Es como si a menudo olvidáramos de qué se trata el castigo, que es un acto realizado con la intención de hacer sufrir a otros seres humanos. El castigo es una actividad en básica desarmonía con estos otros valores apreciados. Ojo por ojo fue un mandato limitativo, no una demanda. El castigo es usado en todos lados, aceptado en todos lados, sin embargo, es una actividad en conflicto con otros valores centrales.
Para acabar con esta práctica el Estado debe mejorar la credibilidad de las instituciones, ampliar la seguridad jurídica de los ciudadanos y afianzar el papel de los gobiernos locales, los cuales, como ejecutores de la función de policía, pueden diseñar y ejecutar políticas integrales para evitar este flagelo.
Es importante concentrarse en los sectores donde es mayor el riesgo y también mayores las vulneraciones a los derechos fundamentales y esto supone combinar las acciones disuasivas y punitivas con programas preventivos y pedagógicos para desincentivar el recurso a la mal llamada “justicia por mano propia”. Aunque se trate de un trabajo de largo plazo, la ciudadanía tendrá que ser educada para la paz y para llegar a acuerdos que eliminen cualquier forma de agresión y cambien el imaginario colectivo de la cultura de la violencia.
La Justicia provincial se ha expedido y dejado un mensaje que más allá de las pasiones sociales es el correcto.

(*) Juez de Menores de Catamarca e integrante de la Asociación Pensamiento Penal
 

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Comentarios

30/9/2018 | 20:39
#149006
Y quien evita que la delincuencia asesina se siga propagando??? quien te salvaguarda de los menores asesinos??? la Virgen, Dios, la suerte? primero lo primero, legisladores, jueces y abogados, del diablo, ocupense de los derechos de los ciudadanos normales, de la gente seria desprotegida, ocupense de esto, o son mas importantes los derechos de la delincuencia asesina, Ser mal ciudadano es equitativo con ser buen ciudadano? a esto llevaron la Justicia.

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