La Selección de nadie

lunes, 18 de marzo de 2019 02:27
lunes, 18 de marzo de 2019 02:27

Por Walter Vargas (*)

A despecho de lo trascendente en sí mismo que sea o parezca el regreso del Lionel Messi, vivimos tiempos en los que todo lo que atañe a la Selección Nacional es recibido con interés escaso, nominal o incluso con franco desinterés.

Si exageramos un poco, o acaso sin vicios de exageración, bien podría deducirse que el eventual runrún vinculado con la Selección es un fenómeno estrictamente periodístico.

Y eso, por cierto, no está bien ni está mal: hace unas cuantas décadas ya que las derivas del representativo mayor de la pelota número 5 requieren un despliegue igual de específico que de correspondido por el soberano.

En esa perspectiva no serán indispensables forzamientos o artificios de marketing para dar por hecho que a pesar de sus contraindicaciones de exceso, que también las hay, por estos lares persevera una agenda futbolera copiosa e intensa.

Y ahí también anida la Selección, desde luego, tan cierto, en todo caso, que por estos días la inminente Fecha FIFA, el partido con Venezuela y el otro con Marruecos, Messi, las decisiones de Lionel Scaloni, todo, suponen una referencia lateral.

Y eso por dos razones que se reclaman, se entienden, se alimentan y se abrazan.

La principal, es que el argentino promedio no es hincha de la Selección: a lo sumo puede estar hincha de la Selección, en circunstancias acotadas y de singular relieve, como por ejemplo a la hora de los Mundiales.

Ni hablar cuando en el campeonato argentino el pescado grande no se ha vendido y cada cual atiende su juego.
Y además, pocas veces como en estos tiempos la Selección ayuda tan poco: del desquicio institucional de la AFA a unas Eliminatorias penosas y un Mundial de Rusia en clave de página negra, ida y vuelta, del derecho y del revés.

Sólo en un contexto brumoso al interior (con una transición cuyo liderazgo tiene un protagonista tan insospechado como Scaloni) y descafeinado al exterior, merece ser analizado si el Kun Agüero sí, si el Kun Agüero no; por qué extraño sortilegio Matías Suárez sí; algún otro nombre que haga ruido por presencia u omisión, Messi, el sistema y todo lo demás.

Una de los interrogantes más trillados a los que convoca la Selección Argentina es el de si enamora o no enamora: pues bien, por lo menos hasta nuevo aviso, al parecer esta Selección no da ni para que se la invite a tomar un módico café.

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