Opinión
“Sin leyes, no hay verdadera libertad”
Es importante recuperar las palabras de Fray Mamerto Esquiú en momentos en que el obispo de Catamarca -unido ahora a pastores evangélicos y otros grupos conservadores- encabeza acciones en contra de la implementación de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral para que no sea obligatoria (norma a la que nuestra provincia recién pudo adherir el año pasado con la ley 5552). Mientras también se oponen a la implementación de protocolo Interrupción Legal del Embarazo (ILE) otra medida legal establecida por el Código Procesal Penal desde hace casi 100 años y, de la misma manera, a la leyes de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género.
Bajo el lema “Con nuestros hijos no te metas“, los sectores conservadores (en que algunos se oponen a la ley de vacunación aduciendo un supuesto control poblacional) se manifiestan en Catamarca para NO cumplir la ley, para DES-OBEDECER, por un lado, una norma acordada en el Congreso de la Nación por la abrumadora mayoría de los representantes de las provincias del país, en la que sólo hubo un voto en contra, y que en la provincia fue aprobada por unanimidad en ambas cámaras de la Legislatura; por otro lado, a una norma que rige y se cumple desde hace 100 años, pero parece que se recién se dieron cuenta ahora.
Dicen que actúan acorde a la realidad sociocultural de la provincia y que no quieren “ideología de género”. Cuál es esa realidad e ideología, me pregunto: ser una de las provincias que ostenta una alta tasa de embarazo adolescente, una provincia donde día tras día nos vemos sobrepasados por la abrumadora cantidad de abusos sexuales intrafamiliares, que cuenta también con un alto número de crímenes de odio, discriminación, donde las tasas de Infecciones de transmisión sexual no sólo se han incrementado, sino que son los mismos adolescentes los que comenzaron a padecerlas y cuyo promedio de inicio de relaciones sexuales es a los 15 años; donde la violencia de género hace estragos en el seno de las familias e incluso genera femicidios. Eso, creo, es una buena definición de nuestra realidad sociocultural.
Ojalá que el día del natalicio de Esquiú haya iluminado a las autoridades de algunos credos y comprendan que la construcción de la ciudadanía es fruto de acuerdos, y que esos acuerdos materializados en normas y leyes son necesarios –ayer y hoy- para la organización del Estado y la construcción de ciudadanía.
Nuestras niñas, niños y adolescentes necesitan y son propietarios de derechos –al igual que los adultos-. El derecho a saber, a la información libre de dogmas y acorde a su realidad es lo que necesitan para poder afrontar problemáticas complejas y tener una infancia y adolescencia saludable. Sería quizás una forma de homenajear a Esquiú poder reflexionar y ceder en posturas individuales en pos de una unidad, dejando las “pasiones”, que sólo generan “desorden, anarquía, disolución, guerra y males”.
Adriana Díaz
Diputada provincial