En nuestro país, el fuerte frío de estos últimos días se ha cobrado la vida de siete personas (dos más este fin de semana en el Chaco y Rosario que se suman a los cinco cuyo deceso ocurrió días atrás) y que lamentablemente se encontraban en “situación de calle”, frase que los Estados suelen utilizar elegantemente para disfrazar la desidia que presentan ante la pobreza que generan.

 Ahora bien, creo que uno de los grandes desafíos que deben enfrentar las personas que viven hoy en situación de pobreza es la condición de invisibilidad a la que se encuentran sometidas. 

En efecto, a veces resulta increíble pensar que preocupe o llame más la atención de la opinión pública  provocando  a su vez mucha indignación cuestiones tales como por ejemplo el resultado de un partido de fútbol u otras de menos relevancia y, sin embargo, la muerte de personas que se produce cada día por causas tales como malnutrición, frío, drogas, gatillo fácil, etc., pasa inadvertida. 

En consecuencia, estimo que un primer paso fundamental es otorgar al grave problema de la pobreza su debida consideración y visibilidad. 

La pobreza no solo responde a cuestiones económicas de las personas aunque sin dudas es un factor fundamental, pues más allá de ello, la pobreza representa un nivel crítico de privación, que pone en entredicho la sobrevivencia, la dignidad y el goce efectivo de derechos de las personas que se encuentran en esa situación; en otras palabras, la pobreza es la PRIVACIÓN DE UNA VIDA DIGNA PARA LA PERSONA, sin dudas inaccesibilidad a alimentación, salud, educación, etc. 

Las personas en esta situación no solo son ignoradas sino que son violentadas en todos los sentidos, insisto, son invisibilizadas porque resulta incómodo hablar de la pobreza de la gente, quizás porque son la prueba fehaciente de un Estado que no cumple con la Constitución Nacional y con los compromisos internacionales asumidos; un Estado que no garantiza los derechos humanos de los grupos más desprotegidos. 

Si hoy en la Argentina las personas sufren el frío y el hambre, incluso hasta la muerte, es fundamental retornar a los orígenes de nuestra Ley Fundamental priorizando una de sus premisas básicas: el BIENESTAR GENERAL de la población y para ello debemos despojarnos de los egoísmos y la intolerancia garantizando efectivamente los derechos humanos de los más desprotegidos. 

(*)  Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor de la Cátedra de Derecho Penal II de la Facultad de Derecho de la UNCA. Miembro de Asociación Pensamiento Penal.