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Política: Del castaño claro a un oscurecido panorama

viernes, 2 de agosto de 2019 00:22
viernes, 2 de agosto de 2019 00:22

Continuando con la línea de análisis que comencé a bocetar en el articulo publicado ayer sobre la campaña electoral para las PASO del próximo 11 de agosto, no resulta muy complicado conseguir ejemplos que corroboren lo que aquí se sostiene.
Marcos Peña y Durán Barba vienen explotando exitosamente  la estupidez social previamente instalada sobre el valor superlativo de la meritocracia, algo que está acoplado al deseo de pertenencia a círculos selectivos, muy presente en todos aquellos personajes que Jauretche llamaba “tilingos”; y tanto Peña como Durán Barba lo hacen con mucha habilidad. Consta de lo siguiente: Con un mensaje “esperanzadoramente futurista” el oficialismo busca que esos “tilingos” renuncien a ser “guarangos” (“medio pelo” ostentadores porque tienen y pueden) y por necesidad de pertenencia social prefieran ser esclavos miserables y obedientes. ¡Lo  grave es que lo van consiguiendo! 


Peligroso en términos de presente y futuro social por incubar de manera latente resentimientos que pueden degenerar en reacciones no deseables en aquellos que terminan colmados por el hastío. Diciembre del 2001 no es un antecedente para obviar.
El detalle también peligroso en la singularidad muy presente en esta campaña. “Juntos por el Cambio” amedrenta a la población con ficticios “cucos” a través de todos los recursos a su alcance. Cuenta con medios escritos, televisivos, radiales, monopolizados y hoy oficialistas operando en sus múltiples plataformas que incluyen el control y manejo de las redes sociales a través internet y telefonía celular –Clarín y Telecom asociados-. 


A través de ellos accionan sin escrúpulo alguno con todo tipo de “fake news” (noticias falsas y humillantes). De este modo van logrando reflotar, y sobre todo exacerbar en gran parte de la población, ese nefasto sentimiento  que apareció en la historia nacional en contra del Irigoyenismo primero y luego del Peronismo; ODIO. 


Solo recuerdo dos antecedentes históricos de este tipo en el que se recurrió como ahora a un lenguaje incitador de odio: “Perón, el tirano ladrón” y “Viva el cáncer” que desembocó en la revolución libertadora que derrocó el gobierno democrático de Juan Domingo Perón en el siglo pasado; y Macri: “Hay que tirarlo a Kirchner por la ventana del tren; no lo aguanto más”, junto a los reclamadores de dólares en Plaza de Mayo que llevaban carteles con un “Néstor, llévate a la yegua”. 


Es el único paralelo comparativo que recuerdo dentro de una campaña preelectoral donde la perversión aparece como muy presente. 


Nadie puede negar que el gobierno logró instalar socialmente el odio por aquel que piensa distinto; odio por quien no es “argentino”, o por el que no es “blanquito”; pero fundamentalmente CAMBIEMOS exacerba ese odio inhumano por el desclasado y el desposeído; esos a quienes el propio CAMBIEMOS les quitó sus pocas posesiones que no iban mas allá de un trabajo digno, casa, comida, salud y educación, componentes que redondeaban una vida medianamente confortable. La vicepresidenta Gabriela Michetti muy suelta de cuerpo dijo en algún momento: “Lo más difícil para nosotros es atravesar el momento en el cual salís del populismo y salís de la fantasía de una mentira importante y muy grande, de haberle dicho a la gente que podía vivir de esta forma eternamente porque tenemos recursos para eso”.


Los recursos siempre existieron; la cuestión siempre pasó por cómo se los distribuye.
Cuando CAMBIEMOS cuestiona y desvaloriza las propuestas y/o posturas políticas opositoras y condiciona la existencia futura del país, involucrando al ciudadano elector con un “Todos Juntos Podemos” sin decir qué es lo que se va a poder; por lo menos suena raro.  Encima planteado desde una falsa dicotomía como “O nosotros o volver al pasado”. 


Todo viene acompañado con un relato descalificador de la protesta laboral y social a las que califican de “políticas” como si todas las resoluciones de la gestión CAMBIEMOS –nefastas para la mayoría de la población- no fueran de neto corte político. 
La instalación de la desocupación, el cierre de fábricas, la desindustrialización, el desamparo a jubilados, el desfinanciamiento de la salud y la educación,  la ciencia y la cultura, el crecimiento de la pobreza y la instalación de la timba financiera nunca surgieron por generación espontánea, ni acá ni en ninguna parte del mundo; siempre fueron y son las resultantes de decisiones políticas de personajes claramente identificables con intenciones de beneficiar a unos pocos  en detrimento de muchos otros. 


Mauricio Macri no puede atemorizar con el pasado porque él no es otra cosa que la encarnadura, el regreso casualmente de ciertos pasados. Por ejemplo: encarna el regreso en los sustancial  del proyecto del “80” del siglo XIX que tuvo su colofón en la I Década Infame del siglo XX (proveedor mundial de carnes y mieses); el regreso del Plan Prebisch (o retorno al coloniaje) luego del golpe del 55; el regreso de la desindustrialización y el endeudamiento externo que implementó la última dictadura.
Por último y de la mano de Macri volvió el neoliberalismo menemista que como el macrismo llegó al poder engañando a la población: “Si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie” (Carlos Menem). 


En concreto, ese pasado con el que Macri quiere asustar a la población es casualmente el pasado donde las grandes mayorías tuvieron bienestar y fueron artífices de su propio destino.  Entonces el pasado al que los verdaderos argentinos le deben temer porque históricamente fue su denigración, es ese pasado que Macri y Juntos por el Cambio representan; ese que en tres años y medio lograron reimplantar la dependencia externa  en tiempo record. 


Sembrando vientos solo se recogen TEMPESTADES. No pasemos de un castaño claro a un oscuro panorama futuro movidos solo por una simple codicia de poder y teniendo como objetivo el seguir lucrando fácilmente. Manejar un Estado no es solo cuestión de negocios. Un poco de ética y un cacho de moral nunca estarán de más en cualquier gobernante.
 

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