De pituco a falso estadista

lunes, 2 de septiembre de 2019 01:34
lunes, 2 de septiembre de 2019 01:34

Mirar al horizonte, como diría el sabio,  no lo es todo. No deja ver lo subterráneo o enfocar la mirada al cielo. Y hay sucesos que ocurren debajo de esos límites. Muchas veces con intensidades gigantes. Así es como existe debajo del piso una capa llamada freática que es acumulación de agua subterránea.

La descripción geológica viene a mi mente para explicar cómo se llegó a los episodios electorales del 11A. Veamos ¿Por qué mi analogía?

Todo se remonta al momento que un estúpido, con una bengala y la desidia de algunos funcionarios, se llevó la vida de muchos jóvenes (Cromañón), allá por el año 2004. A partir de esa tragedia, con mala intención y un hábil grupo de publicistas originaron una gangrena que hábilmente lograron hacer llegar a la cabeza del distrito más rico de nuestro país, dejando en manos de un débil vice, el manejo y la administración de la misma. 

A partir de aquella desgracia y con un par de muletas, la deportiva (de color “azul y oro”) y la mediática transformaron a un niño bien en proyecto de estadista.

Para alcanzar el objetivo hubo facilidades. Por un lado, los recursos de una ciudad rica (Capital Federal) y por el otro el argumento fáctico de sacarse las responsabilidades de encima. Cualquier problema, llámese tránsito, policía, viviendas, ocupaciones ilegales, desocupación, etc, tenía un solo responsable: el gobierno nacional de los años 2007 al 2015.
Mientras tanto, el elegido vivió de fiestas y de paseo por las alfombras del poder y las embajadas. Total, el fiel Larreta estaba para llevar adelante la administración.

Eso si, todas sus contiendas electorales resultaron victoriosas, bien adornadas con gestiones de hábil propaganda y asesorado por el pícaro funambulista ecuatoriano, gran creador de cáscaras políticas y su príncipe del big data, Marcos, que a fuerza de packaging político los hicieron creer invencibles.

Siguiendo su derrotero y por esas cosas del destino, quiso la fortuna se encontraran en el camino con enojados arrepentidos que tenían amplios poderes de la “opinión” publicada dispuestos a destronar a quienes tiempo atrás adulaban ya que no se sentían parte de esa antigua relación.

De esa comunión lograron generar la UTE del maniqueísmo. Les cayó de perillas. Solo tuvieron que poner el terreno (el campo) y separar a la gente a uno y otro lado de una grieta. El que se quedaba de un margen, avalaba invariablemente, a portadores de bolsos, ventajista de hoteles, propietario de cuentas off shore y de tantos cargos aún no probados, a pesar del apalancamiento de la Justicia adicta.

Con esa blitzkrieg lograron la toma del poder. A partir de allí creyeron que todo era posible. Como buenos alumnos del norte aplicaron el lawfare (de gran éxito en Latinoamérica), pero con un texto adaptado y con “cuadernos” propios. No se dieron cuenta que esa cebada era el tumor que los empezaría a consumir. Tan orgiástica era la situación que se dieron el lujo de dolarizar para los amigos y pesificar para la gente, mientras que a fuerza de trolls y bytes, jugaban como lo hace el gato con el ratón (sin comerlo).

Todo fue sobre ruedas, pero como siempre sucede existe el error humano, de la misma forma que los aviones se caen excepcionalmente. Desdeñaron la economía. Creyeron que solo con mantener los planeros (adversarios, conforme a su óptica) podían pedirle esfuerzos a la clase media hasta el límite de la inanición. Lo hacían en nombre de la inserción en el mundo y al susto a la chavización. Fueron tres años sustentados a pura deuda y usura dejando caer en desgracia a todo lo que no fuera timba financiera o negocios de amigos.

En esta atmósfera viciada empezaron a intoxicarse con el monóxido que generaron. No sentían nada. Se creían sus propias mentiras. Hasta llegaron a manipular encuestas sobre tendencias bursátiles sin tener en cuenta que en el cuarto oscuro, y con el estómago vacío, el ciudadano ejerce su alabarda letal.
Así fue como se abrió el hueco en esa corteza y a modo de géiser el 11 de agosto salió el agua cristalina de esa corriente subterránea que nunca vieron y no pudieron contaminar. Era esa corriente subterránea que la mala economía fue generando y que, de sorpresa, los arrastró. Nunca la entendieron.

Fue tal el sacudón que el mismo jefe se despojó de su traje “coucheado” y mostró su verdadero rostro. Mandó a dormir a la sociedad, anunciando previamente lo que se vendría por osar derrotarlo. Así como en la fábula del rey desnudo no fue un niño, sino las urnas la que le confirmaron que estaba sin ropas. A partir de allí, como boxeador grogui, no sabe si tirar la toalla de candidato electoral o arroparse de la mortaja y hablar como hombre en transición. Esa ya es historia nueva. 

Guillermo Eduardo Andrada
DNI 14.602.008
 

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