Cara a cara

“EL DÍA DE LA MÚSICA SON TODOS LOS DÍAS”

domingo, 22 de noviembre de 2020 06:00
domingo, 22 de noviembre de 2020 06:00

HOY: ELVIO PARACHE 
 

A cualquier hora de cualquier día, desde una casa de Polcos brotan sentidas melodías de un violín, una guitarra, un teclado, un charango. Los sonidos vienen de donde vive la música. Precisamente hoy se celebra el Día de la Música en homenaje a su patrona, Santa Cecilia. Cuando el intérprete de tantos instrumentos reposa para alimentar su alma, suena uno de casi el centenar de discos de pasta o uno de los 600 CD que guardan las voces y los compases de conjuntos y orquestas de todos los géneros y  de todos los tiempos, tanto nacional como internacional. Es médico de profesión, el que no tiene horarios para una consulta cuando de un amigo o un vecino se trata. Pero es un verdadero símbolo de los melómanos. Por ahí se escucha el retumbo de un bombo que armaron las manos artesanales del afamado santiagueño “El Indio Froilán”… y ahora va por el bandoneón. Está rodeado de cuadernos que cuida celosamente y que contienen cientos de letras de cientos de canciones. Sencillo y ferviente militante de la amistad. En este día pleno de ritmos musicales, compartimos el pensamiento de Elvio Claudio Parache. Para que la música conozca que alguien la honra todos los días de todos los años. Como se honra a la vida misma.
- A modo de presentación: nacido en Tucumán.


- Así es. En San Miguel de Tucumán. Pero ahí nomás, a los pocos días, mi familia me llevó a Alberdi. Ahí estuve hasta los 16 años y me fui a Córdoba. A los 17, estaba haciendo el preingreso a medicina. En el año 77, estaba recibido de médico y estuve trabajando en Río Tercero hasta el 82.


- Después, Catamarca. ¿Por qué?
- Mi madre era prima de Guido Jalil y se dio la posibilidad de venir. Ella era de La Merced (Paclín). Es decir que hace 38 años que estoy en Catamarca y me siento un catamarqueño más.


- ¿En qué momento de su vida comenzó a sentir pasión por la música?
- Desde que tengo uso de razón. Yo era muy chico, tendría unos 5 años y mi tía, Eva Parache, era profesora de piano y de violín. Mientras enseñaba a sus alumnos, yo escuchaba todo atentamente. Me sentaba frente al piano y comencé a darle a las teclas. También tocaba el bombo y creo que lo hacía bien. Recién fui a estudiar música en el conservatorio de Río Tercero, Córdoba. Cuando estaba en tercer año de guitarra, tuve que venirme a Catamarca.
- ¿Hay antecedentes de músicos en la familia?


- No, no. Aprendí guitarra cuando tenía 10 años, en el 63, en una guitarrita chiquita que aún conservo. Aprendí solo, recuerdo que hasta la igualaba y le estiraba las cuerdas. Tenía mis propios tonos para cantar. Luego mi papá me regaló una guitarra grande de Trémolo, una muy linda guitarra, que creo que era de la fábrica de (Eduardo) Falú.
- Ya instalado en Catamarca y al margen de sus relaciones con el ambiente de la medicina, ¿le fue difícil conectarse con gente de la familia artística y de las guitarreadas?
- Sí, fue bastante difícil. Estaba muy condicionado por el poco tiempo que tenía disponible por mi profesión; trabajaba en el área de terapia del Pasteur, donde fui médico de guardia durante mucho tiempo. Además, en el 83 comencé a trabajar en Salud de la Municipalidad de la Capital, en época que era intendente (Yamil) Fadel. Entre la comuna y la actividad privada, no había demasiado tiempo disponible; más el tiempo para mi familia. Recuerdo por aquella época alguna guitarreada con Rafael Toledo y la presencia de Blanca Gaete, pero con el  resto de los “pesos pesados” del folclore de Catamarca no tenía ningún contacto ni tampoco podía escucharlos demasiado.


- Hasta que esa conexión se dio…
- Cuando me hago chacarero. Cuando vengo a vivir a Polcos, en el año 2004, arranca la unión con un grupo de artistas. Hubo un casamiento en el que conocí de manera más estrecha a Pipo (Ávila), Marcelo (Amador), Carlitos (Martínez), Miguel Melián. Con (Marcos) el “Flaco” Ibáñez ya nos habíamos juntado para hacer unos tanguitos. Desde ese momento integramos un grupo inolvidable.


- Protagonistas posteriormente de las juntadas de los miércoles, reuniones que lo tenían como anfitrión.
- Sí, después arrancaríamos con la convocatoria de los miércoles con (Jorge) el “Flaco” Palacio y Luis “Ichito” Gallo. Escuchábamos música y compartíamos un asadito, todo matizado con jugosas anécdotas. De a poco se fueron prendiendo personajes como “Pipo” Ávila, “Lulo” Nieto, Marcelo Amador, Dardo Chanampa, Carlitos Martínez, Miguel Melián, Manolo Rodríguez. El grupo iba creciendo y también se hacía más sólida la amistad. Se fueron sumando Yuri Salguero, Carlos Acevedo, los médicos Luis “Negro” Cipoletti y Javier Ventrice, y otros. (Sonríe abiertamente) ¡Hasta hicimos algunas giras artísticas! Una vez fuimos con Los de Catamarca y Dardo Chanampa al Festival de la Tuna, en Icaño, cuando estaban Pipo, Marcelo y Nelson Tula. Yo tocaba el bombo, al igual que una noche en el Poncho. Cuando terminamos de actuar, les propuse que nos fuéramos a Santiago del Estero, más precisamente a la casa de José Froilán González, “El Indio Froilán”, un amigo de muchos años. En el tradicional patio de Froilán, temprano nomás, se pusieron unos pescados a la parrilla y se armó una guitarreada. La visita duró un par de días y fundamentalmente sirvió para afianzar la amistad con los changos.


- Aquellos miércoles, con el tiempo, tenían una programación que se respetaba sin reproches.
- Eran encuentros fantásticos. Cada miércoles tenía a una pareja de concurrentes en calidad de cocineros y a las guitarreadas les sumamos luego un espacio literario, donde Lulo Nieto leía un par de poesías de determinado autor catamarqueño y luego se producía el intercambio de opiniones. Era un interesante debate, siempre con anécdotas inolvidables y donde la amistad brillaba con luces propias. En cuestión de música había para todos los gustos. Jamás olvidaré a esos miércoles. Fueron cuatro años (2008/11) inolvidables.


- También con el paso del tiempo, el equipo fue perdiendo a sus protagonistas.
- Lamentablemente. (Con inocultable brillo en los ojos) Muchos ya no están entre nosotros: Lulo, Carlitos, Pipo, Dardo, Carlos Acevedo, el “Negro” Cipoletti. Quedamos muy golpeados por la pérdida de los amigos y las juntadas se hacían con menos frecuencia. Fue muy duro.


- Comienza otra etapa: “La Salamanca”.
- En el 2013. No sé si era una asignatura pendiente esto de tener una peña. Ya en Córdoba, en mi época de estudiante, había una peña de la que yo no era socio, pero iba todos los días. Formaba parte de un  grupo que cocinaba y cantaba siempre. Mi idea era que cuando se aproximaba la posibilidad de jubilarme, abriría una peña y así nació “La Salamanca”, en Villa Dolores. Además, tenía la firme intención de abrir las puertas de un local donde puedan nuclearse los changos artistas nuestros, con el propósito de terminar con los desencuentros y apuntalar la unión de la familia artística. Asumí el desafío porque fue algo que siempre me gustó: el canto, la música, los encuentros, la amistad. Arranqué con mucho esfuerzo y le puse el lomo durante cuatro años, con el acompañamiento y la ayuda de la familia y los amigos. Hoy digo: “No me fue mal, estoy satisfecho de haberlo hecho”.


- Y terminó por cuestiones ajenas a su voluntad. ¿Qué pasó?
- Fue por la inseguridad. Me robaron dos veces y decidí que así no se podía continuar. Con el cierre, se postergó el proyecto de habilitar los días del café literario, porque música y poesía van de la mano y son expresiones maravillosas de la vida.
- ¿Hay un género en especial de su preferencia música?


- Me gusta toda la música en realidad. Obviamente, en lo popular, el tango y el folclore ocupan un lugar importante en mis gustos. El tango, por ejemplo, comencé a escucharlo desde chico en Tucumán y después me animé a cantarlo. Lo mismo pasó con el folclore: me acompañaba con el bombo y cantaba desde que era niño.
- Su discoteca se nutre de grandes valores.


- En folclore están: Atahualpa Yupanqui, Argentino Luna, José Larralde, Horacio Guaraní, los hermanos Di Fulvio (Carlos y Edgard), Alfredo Zitarrosa, Alfredo Ábalos, Alberto Merlo, Víctor Velázquez, los hermanos Berbel, José Carbajal (uruguayo, fue compañero de Pepe Mujica), Osiris Rodríguez Castillo (algo así como el Atahualpa de Uruguay). En conjuntos folclóricos: Los Chalchas, Los Carabajal,  Los 4 de Salta, Quinta Armonía (en el que cantaba el querido y recordado “Negro” Giménez), Coplanacu, Alberto Mercado, Elpidio Herrera, Don Sixto Palavecino (tuve el gusto de estar en su casa). En tango: Carlos Gardel, Roberto Goyeneche, Di Sarli, Nelly Omar (“La Perona”), Susana Rinaldi, Adriana Varela.
- La pregunta de rigor: ¿qué representa la música en su persona, en su vida?


- La música es el alimento de mi alma. Podría vivir en la más extrema pobreza o con las peores adversidades, pero si me faltara la música, sería como si me faltara el aire. Sostengo que el Día de la Música son todos los días de la vida. Así lo sentí siempre. Hasta hoy, todos los días una “tocadita” le doy a cualquiera de los instrumentos.
- Es de cosechar amigos y el ser un buen anfitrión es otra de sus virtudes.


- Parafraseando a Atahualpa: doy si me tengo que dar y a veces me doy entero. Tengo un grupo de amigos al que quiero mucho. Los amigos que tengo valen oro. En “La Salamanca” coseché grandes amigos: Diego y Laurita Herrera, Edgardo Quiroga, Miguelito Álvarez, el recordado Pupy Acevedo, entre otros. Las disculpas del caso por no nombrarlos a todos. Tengo una premisa: hacer el bien sin mirar a quién. Mis amigos saben que siempre pueden contar conmigo.
- ¿Cuántos instrumentos toca?


- Guitarra (tengo tres), bombo, violín, charango, cuatro venezolano, mandolín, teclado y bueno… tengo la última adquisición: un bandoneón (lo saca del estuche y lo muestra feliz), el que pronto aprenderé a tocar.
- Sus hijos también están muy identificados con la música.


- ¡Tengo esa suerte! Mis hijas mujeres viven con la música. Lucía toca el violín, Paulita toca el chelo, Irene y Elvira (está actualmente en Nueva Zelanda) cantan. Cuando nos juntamos lo disfrutamos mucho.

Algo personal

- Nombres y apellido: Elvio Claudio Parache.
- Padres: Elías Parache y Rosa Jalil.
- Edad: 67 años.
- Profesión: Médico nefrólogo. “Ahora ozonólogo”, agrega.
- En pareja: con Silvina Marián Pérez (mamá de Francisco).
- Hijos: Cinco. Claudio (vive en Tucumán), Irene, Elvira, Paula y Lucía.
- Hermanos: Ricardo, Fabián y Rosa María (Kikí).
- Una esperanza: “Que todo este tiempo de pandemia pase pronto. Todavía estamos en una zona muy complicada. Hay que cuidarse mucho y no relajarse a la hora de cumplir con todos los protocolos”.

A los amigos 

La casa de Elvio es un templo donde  la amistad es cosa sagrada. Apeló a la buena memoria en un instante cuando se trató el tema: “Tengo presente un poema de Julio Cortázar que se llama precisamente Los amigos”. Y no dudó en recitarlo: “En el tabaco, en el café, en el vino,/al borde de la noche se levantan como esas voces que a lo lejos cantan sin que se sepa qué, por el camino./ Livianamente hermanos del destino, dioscuros, sombras pálidas, me espantan las moscas de los hábitos, me aguantan que siga a flote entre tanto remolino./ Los muertos hablan más, pero al oído y los vivos son manos tibia y techo, suma de lo ganado y lo perdido./Así, un día en la barca de las sombras, de tanta ausencia abrigará mi pecho esta antigua ternura que los nombra”.

88%
Satisfacción
11%
Esperanza
0%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia

Comentarios

Otras Noticias