Cero pirotecnias. Esa es la consigna que parece haber ganado un espacio importante  en el contexto de la sociedad argentina. En la habitual recorrida por los diarios de todo el país, nos detuvimos en los medios informativos de Jujuy: sancionaron una ley que prohíbe el uso de pirotecnia sonora en todo el ámbito de esa provincia. Es para proteger a chicos autistas y otras personas afectadas por el ruido,  “y  también a animales domésticos”. Luego de muchos años de reclamos, la legislatura jujeña sancionó el pasado jueves, por unanimidad, el proyecto ley que obtuvo el consenso de todos los legisladores presentes. La información indica que se trata de la Ley 6.187, que además fue respaldada por integrantes de asociaciones de niños y niñas con autismo y colectivos en defensa de animales domésticos. La nueva ley prohíbe la fabricación y venta al público de manera mayorista y minorista, además de su exhibición, tenencia o manipulación de pirotecnia sonora, sea ésta de venta libre o no. Asimismo, la ley prevé multas desde 30 mil pesos para quienes incumplan con la norma establecida, mientras que los montos recaudados de las multas serán destinados a los colectivos jujeños que luchan por sus derechos.

  En igual sentido se repiten las medidas adoptadas en casi todo el territorio nacional en las vísperas de las tradicionales fiestas de fin de año. El NO a la pirotecnia se manifiesta cada vez con más firmeza y es como una declaración de principios fundamentada en el sentido común y la unidad por la solidaridad y el respeto por el otro. De eso se trata: sentido común, responsabilidad y respeto. Virtudes que no necesitan de leyes y normas especiales. Es tiempo de prestarle el oído al poeta popular: “No causemos más heridas que ya bastantes tenemos”.

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En Catamarca, la Municipalidad de la Capital advirtió días atrás sobre la prohibición del uso particular, fabricación, tenencia, acopio, exhibición, manipulación, depósito, venta o comercialización de elementos de pirotecnia “destinados a provocar efectos sonoros, así como también aquellos elementos pirotécnicos cuyos efectos secundarios produzcan explosión, deflagración o detonación”, recordando que solo “se autoriza la venta de elementos de pirotecnia sin sonido, que produzcan solamente efectos visuales”. En pocas palabras: NO a la pirotecnia. Por su parte, desde el ministerio de Salud de la Provincia, se dio a conocer que “continúa trabajando en la prevención y promoción de la salud, especialmente de aquellos más vulnerables”, recomendando a la población evitar la pirotecnia sonora. Dice el comunicado: “El ruido en general afecta directamente a muchas personas, por ejemplo a aquellas que tienen trastornos del espectro autista, los que padecen patologías mentales o cualquier patología en las que se altera lo sensitivo”. En síntesis: CERO pirotecnia.

  De una vez por todas le digamos NO a la pirotecnia. Para que no sufran las personas mayores, los abuelos que quieren participar de una Navidad y fin de año en paz. Para que las mascotas de cada hogar no pasen minutos de horror. Para evitar accidentes en niños y grandes que manejan irresponsablemente la pirotecnia. Para respetar al familiar o vecino que se encuentra enfermo y necesita una recuperación sin ruidos molestos. Todo esto hace al deber ser de cada uno de nosotros. Y no hace falta una ley para que respetemos a los demás. Como no hace falta una ley anticorrupción para que ciertos políticos dejen de ser corruptos, o una ley de la decencia para que ciertos personajes de la vida política sean honestos y dejen de robar y cometer atropellos para salvarse para toda la vida desde un cargo público. Solamente nos aferramos al sentido común. El 2020 ha sido un año difícil, complicado, que ha causado mucho daño, de manera especial en los llamados “sectores más vulnerables”. No lo terminemos de la peor manera. Una reunión familiar en calma en las fiestas de fin de año es el mejor regalo que nos podemos hacer para aliviar la pesada mochila de un año para olvidar. Que en el arbolito de Navidad brillen dos cartelitos: “En PAZ” y “Vamos con FE”. Sin ruidos molestos. 

Kelo Molas