33 de mano

Millones de pobres: ¿sálvese quien pueda?

martes, 8 de diciembre de 2020 00:52

La noticia sacudió algunas –no todas- de las redacciones de noticieros en la tarde-noche del pasado jueves: cerca de 20 millones de argentinos están en la línea de pobreza según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). Como era de esperar en el país de la grieta eterna, algunas voces se levantaron para descalificar el informe de la institución. La misma institución que se convierte en lo más creíble para la oposición y la menos confiable para el oficialismo de turno. Cada uno acomoda su parecer según las conveniencias. Casi a la misma hora que se conocieron las dramáticas cifras de la situación social en nuestro territorio, el presidente Alberto Fernández decía en el cierre de la 26º Conferencia de la Unión Industrial Argentina: “Podemos decir que  hemos sido capaces de capear el temporal. Logramos que no haya argentinos con hambre.” El optimismo presidencial caminaba por la vereda opuesta a la durísima realidad: la pobreza es sinónimo de hambre y el dolor no se puede esconder bajo de la alfombra cuando la maldita pandemia le quitó la vida a casi 40 mil almas. A nadie escapa que la gestión de Fernández, desde el arranque, tuvo que lidiar con la pesada herencia que le había dejado Macri y compañía tras cuatro años de errores que dejaron al país en ruinas. Para colmo de males, a poco de andar, chocó en el camino con el peor enemigo, ese  que no estaba en los cálculos de nadie: la pandemia del coronavirus. Entonces, la mochila duplicó su peso y se hizo más que difícil poder aguantarla. Al complicado escenario heredado del macrismo, se le sumó este dañoso fenómeno mundial que llenó de muertes la tierra y sembró miedo e incertidumbre por todos lados.

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Lo concreto es que los pobres están. Y la pobreza sigue creciendo: para la UCA el 44,2% de los argentinos vive en ese indeseado terreno, es decir padece las consecuencias de las penurias de ser pobre. Un tema que, suponemos, tendría que ocupar la agenda cotidiana del Gobierno nacional y los gobiernos provinciales. A la gran mentira de “pobreza cero” de los macristas hay que transformarla en una verdadera batalla para que los pobres sean cada vez menos en la Argentina. Una lucha de todos los días de todos los años. Es necesario que se hable de la pobreza y se encaren las acciones para reducirla a la mínima expresión. Aquello de que “pobres hubo y los habrá siempre”, es una muletilla que suena a vergonzosa resignación, como cuando escuchamos decir “hacemos lo que podemos” para ayudar a los pobres y dejen de ser pobres. Hay que hacer más de lo que se hizo. A propósito: el jueves se conocieron las cifras de la pobreza que habla de millones de argentinos en ese estado de miseria. Al otro día, viernes, hubo una manifestación pública por las calles de Buenos Aires. El pueblo está pidiendo por los pobres y está bueno practicar la solidaridad en tiempos de necesidades, pensamos. Pero nos equivocamos: era en apoyo del tristemente célebre personaje llamado  Amado Boudou. Hay que instalar como debate nacional el tema de los pobres y la pobreza. Hay que pedirle al inquilino actual del Obispado local, Luis Urbanc, que se manifieste todos los días en favor de los que sufren por ser pobres en estos días al amparo de las festividades en honor de la Virgen del Valle. Que aproveche los micrófonos para una causa justa. Y se haga notar con una homilía que ocupe la primera plana de los diarios. En otras palabras: menos bla- bla y más compromiso con los pobres. Vamos, manos a la obra. La pobreza nos debe doler a todos por igual. Para que no nos gane el sálvese quien pueda.

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