Opinión

Doble impacto

La doble amenaza que azota a nuestro país.
domingo, 19 de abril de 2020 01:41
domingo, 19 de abril de 2020 01:41

Entre la “pandemia del Covid-19” y la “epidemia amarilla-Pro” 

Según la “Organización Mundial de la Salud” (OMS) una “epidemia” se da cuando una enfermedad se mantiene en el tiempo y se propaga activamente en un área geográfica concreta (debido a que el brote epidémico se descontrola) y para que exista una “pandemia” dicho brote debe afectar a más de un continente.

Comprendiendo estas definiciones podríamos decir que hoy la Argentina se encuentra flagelada por una doble amenaza. No sólo por las consecuencias planetarias de esta cruenta crisis sanitaria provocada por la “pandemia del Covid-19”; sino también por las de la “epidemia amarilla-Pro” que, en los últimos 4 años, propagó activa y descontroladamente el “virus neoliberal” en nuestro país. 

Es imposible desconocer los impactos devastadores no sólo de paralizar casi la economía (por primar la vida) ante la amenaza del coronavirus sino también de la “herencia cambiemita” que quebró y desfalcó a nuestro país postergando a muchos millones de compatriotas.   

Este doble impacto (“epidemiológico amarillo y pandémico virósico”) ha impuesto grandes desafíos al incipiente Gobierno de “les Fernández”. El cual necesariamente puso sobre el tapete la importancia y -la hoy evidente- relevancia de la participación del Estado en la determinación de la calidad de vida de todos nosotros.

Nuestro presidente Alberto Fernández comenzó su mandato tomando medidas concretas para honrar su compromiso de “comenzar por los últimos para llegar a todos” y a poco de andar tuvo que demostrar su fortaleza y convicción de “cuidar a esos todos, priorizando la vida, ante la economía (y cualquier otra cosa)” y tuvo que tomar drásticas e impensadas medidas que gracias a Dios la mayoría de la población entendió, aceptó y reconoce como muy atinadas.Sobre todo ante la evidencia de los satisfactorios resultados sanitarios logrados hasta ahora, más si se compara con los obtenidos por otros países del orbe.

Hasta acá, agradezcamos primero que no continuó su nefasto gobierno la segunda alianza Cambiemos. ¿Qué sería de nuestras vidas hoy, no? Nos pongamos de pie y aplaudamos pero, ¿qué pasará con el día después de “el día”? Paralizar “la economía” no será inocuo, más si entendemos que venimos de las ultratumbas cambiemitas. Es difícil imaginar cuánto tiempo más puede aguantar la economía misma sin colapsar. ¿Cómo será posible que en un futuro pos virus recupere vigorosidad? 
Hoy el Gobierno se desmadra aplicando medidas con las mejores intenciones para alivianar estas pesadas cargas, pero la urgencia es inmediata y el Estado por lo general es pesado, lento, burocrático, etc. Gran parte de “la política”, de “la justicia” y de los diferentes grupos de poder (económicos y financieros) por lo general son obsecuentes, insensibles, lobistas, miserables, cipayos, egoístas, etc. Teniendo en cuenta estos factores le es muy difícil llevar a cabo las medidas con la diligencia o eficacia necesaria.

Veamos algunos botones de muestra. Ya se conocen las trabas judiciales y políticas y las obsecuentes operaciones mediáticas ante la propuesta de aprobar un proyecto de Ley que grave con un porcentaje ínfimo (1/1,5 por ciento) sólo a los 12.000 grandes patrimonios de la Argentina (de más de 3 millones de dólares -¡hay quienes poseen más de 500 millones!) en busca de recursos extraordinarios y progresivos que, además, tendrían una afectación específica para paliar las severas crisis sufridas.

Es decir, tanto la económica y social heredada como la actual sanitaria. Se conoce que se podrían recaudar más de 3.000 millones de dólares. ¡Serían más de 200.000 millones de pesos! ¡Se le podría dar un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) a 20 millones de argentinos! 

Comprendido esto nos preguntemos: ¿pueden los 45 millones de argentinos, a excepción de los 12.000 gravados, no estar de acuerdo con este impuesto?

Sorprende sobremanera ver que, al parecer, no sea del todo así ¿No?

También podemos ir apreciando cómo se van perfilando las cipayas operaciones mediáticas orquestadas por los bonistas extranjeros -los más rancios del mundo financiero- ante el reconocimiento del default y la propuesta de reestructuración de la impagable y exorbitante “deuda amarilla” tomada y fugada.

El principal objetivo es no pagar un centavo de capital e intereses por los próximos tres años haciendo una importante quita en los intereses pero implícitamente reconociendo casi la totalidad del capital (siendo esto último muy discutible-) a los efectos de liberar los descomunales fondos comprometidos al pago de estas acreencias y poder destinarlos también a palear las mencionadas crisis.     
Se conoce también la “resistencia” de los Bancos privados de otorgar los préstamos (programados y garantizados por el Gobierno) para pagar sueldos o capital de trabajo a las pequeñas y medianas empresas, de lo difícil de hacer cumplir los precios máximos de los 2.300 productos esenciales de la canasta alimentaria y podrían seguir los etcéteras, ¿No?

Como se verá, la lucha será ardua y mucha pero nunca hay que olvidar desde donde veníamos antes de que llegara el coronavirus. Hay que ejercer una memoria siempre activa (que la pandemia no nos tape la -heredada- epidemia) y rogar que se pueda sortear pronto este “doble impacto” para que sean los menos posibles los que queden en el camino. 

Por Germán Vittore.

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