A los que vivimos del turismo, esta cuarentena nos obligó a reinventarnos. Yo soy periodista turístico hace 15 años y tengo unas cabañas en la localidad de Fiambalá, Catamarca. Hace 6 meses que no facturamos ni podemos viajar a ningún lado. Yo no recibí subsidio de ningún tipo y también me reinventé. Con mucho esfuerzo logré inaugurar hace 15 días un espacio cultural con restobar en Tinogasta. A los días de volver a empezar a trabajar decretan Fase 1 en toda la provincia por unos casos que se dieron en la capital provincial, a 300 km de nuestra zona que aun esta con cero casos de COVID. Por los horarios que permiten de apertura, hasta las 20 horas, decidimos hacer deliverys, permitidos hasta las 23:30 hs. El sábado por la noche habíamos entregado el ultimo pedido y junto a una amiga de Jesús, mi hijo terminamos de limpiar la cocina después de un dia largo de trabajo. Como no tenía como movilizarse la llevamos junto con él hasta su casa tipo 1 de la mañana. Cuando llegamos al domicilio, estaba su madre y un par de amigas y sus niñas pequeñas escuchando música a alto volumen. Me bajo a saludar, mi hijo se queda con ella en el auto charlando y a los 5 minutos empieza nuestra pesadilla… Un vecino denunció a la dueña de la casa por estar reunida ilegalmente. En un abrir y cerrar de ojos un grupo de individuos, femeninos y masculinos, armados y de escasa instrucción nos abordaron con prepotencia, y sin identificarse ingresaron al domicilio y nos cargaron en las cajas de dos camionetas. A pesar de que en todo momento intenté demostrar nuestra situación hicieron oídos sordos, y nos dijeron que lo expliquemos en la comisaría. Confiado, pensé que todo se aclararía a la brevedad. Pero no fue así… una vez en la sede policial de Tinogasta, frente a la plaza principal, nos hicieron ingresar a una sala, donde un par de efectivos, violentamente nos desnudaron, nos requisaron y nos maltrataron como a delincuentes. Posteriormente nos hicieron ingresar a dos celdas separadas para mujeres y hombres sin ningún tipo de protocolo de cuidados por el coronavirus, ni barbijos, ni distanciamiento. Alli adentro me encontré con historias increíbles de gente que había sido arrastrada de sus casas con el mismo modus operandi… Luego de escuchar la burla de varios de los policías que merodeaban la celda, a las 5 de la mañana ingresa una mujer policía. En medio del frío que hacia ya a la madrugada nos hizo levantar y con total prepotencia y mostrando un profundo resentimiento, de manera humillante nos hizo limpiar la celda entre todos, las mujeres la llevaron peor ya que también las hicieron baldear el piso de su celda, permaneciendo con el piso mojado y una noche helada en la que solo contaban con solo una frazada para 10 personas para protegerse.

Por el frío, el esfuerzo al subir la camioneta y los nervios empecé a sentir un fuerte dolor abdominal en una eventración de una operación de peritonitis que tuve años atrás.

Los policías hacían oídos sordos a mi pedido de hacerme ver por un médico y por el contrario se burlaban de mi condición y alguno gritaba “que me muera”.

Finalmente, y luego de casi una hora de súplicas me conducen a una oficina donde espero sentado, desde allí el trato comenzó a ser moderado y respetuoso. Me llevaron al hospital, fui revisado por el médico y luego liberado. Mi hijo y mis amigas salieron un par de horas después, como a las 10 de la mañana.

Yo siempre fui un defensor de la cuarentena, porque considero que la vida vale más que la economía, pero esta situación de ESTADO POLICIAL donde quedamos a merced de un grupo de brabucones malformados y violentos atenta contra nuestra democracia.

Es inadmisible que por haber circulado fuera de horario, pero con una causa demostrable (o no), un ciudadano tenga que quedar con una causa judicial y vivir lo que yo pasé, claramente esa es una práctica habitual de la policía. BASTA DE LA VIOLENCIA POLICIAL. No volvamos a los oscuros tiempos de la dictadura que tristemente ya vivió nuestro país.

Horacio Suárez
DNI 25246185