Columna de opinión

“De nuevo a las viejas recetas sin respuesta”

lunes, 15 de noviembre de 2021 02:45
lunes, 15 de noviembre de 2021 02:45

(*) Rodrigo Morabito


Durante el transcurso de esta semana, volvió a ser tema de debate la inseguridad que padece el país ante hechos delictivos, en especial, los más graves. 


El crimen del kiosquero Pedro Sabo que desató la furia en la localidad de Ramos Mejía de la provincia de Buenos Aires, esto es, un comerciante de 45 años que fue asesinado a balazos cuando una pareja de jóvenes intentó robarle en su negocio, desató la furia nuevamente de la gente y, claro está, no es para menos, sin embargo, ello también fue especial motivo de debate en los medios de comunicación que, por supuesto, se nutrieron de opiniones de los distintos sectores políticos que lejos de poner un manto de tranquilidad y pacificación al momento, salieron nuevamente a manifestarse en términos belicosos.


Ahora bien, pretendo instalarles algunas apreciaciones que no pueden pasarse por alto. 


En primer lugar, la inseguridad de Buenos Aires no es la misma que la existente en Catamarca, ello es incomparable desde todo punto de vista cuantitativo; por supuesto, sin minimizar ni restarle importancia a que en la provincia existen todos los días hechos ilícitos y que un episodio como el ocurrido en Ramos Mejía también puede acontecer por estos pagos; Catamarca no está exenta.
Por otra parte, (y aquí lo cuestionable del oportunismo del momento) quien cometió el crimen del kiosquero fue la persona adulta que iba acompañada de una adolescente de 15 años de edad que era su novia; esa misma persona adulta, había estado presa por robo y recuperó su libertad luego de haber cumplido la totalidad de pena, sin embargo, nadie se cuestionó qué pasó con la “reinserción social” de esa persona, nadie de los que modificaron leyes penales endureciendo a un más el poder punitivo del país se cuestionaron por qué la cárcel no funciona para brindar condiciones mínimas de “readaptación” a las personas privadas de libertad, muy por el contrario, se escucharon voces muy patentes sobre bajar la edad de punibilidad a los catorce años o que se debe endurecer aún más, reitero, el sistema penal, una vieja receta que hasta el día de hoy no le ha traído soluciones a la ciudadanía.


En efecto, bajar la edad de punibilidad no significará que vaya a existir menos delito porque simplemente los datos estadísticos sobre hechos de inseguridad graves cometidos por personas menores de edad por debajo de la edad punible (16 años) no superan el 1% y esto es en la provincia de Buenos Aires; imaginemos en provincias con una densidad poblacional más pequeña, sin dudas que de ocurrir un caso sería absolutamente aislado; sin dejar, claro está, de alertarse y lamentarse por ello.
Por otra parte, aun cuando se persista en endurecer la ley penal y el régimen de ejecución de la pena, tampoco ello será una garantía de que las personas privadas de libertad no vuelvan a delinquir al cumplimiento total de la sanción, pues está visto lo que ocurrió con el caso de Ramos Mejía; como tampoco estará asegurado que una persona que nunca estuvo presa, no delinca, pues los seres humanos somos absolutamente impredecibles. 


Por supuesto que no se trata de perdonar ni ser benévolos con quienes cometen delitos (cuando alguien se equivoca debe responder) pero sí de cuestionarse o cuestionarnos que la dureza del poder punitivo no ha traído ni traerá respuestas, simplemente porque el origen del delito es social y no jurídico; y también por qué para que el delito disminuya se deben solucionar las causas sociales que lo originan, me refiero a la pobreza, el problema del consumo originado por el narcotráfico, la falta de oportunidades y los derechos básicos y fundamentales insatisfechos, la deserción escolar, la discriminación y la violencia entre otros factores.


Evidentemente y hasta que ello ocurra, los delitos siguen y seguirán aconteciendo y algunos (en especial los más graves) dejan irreparables secuelas y dolor en las víctimas y sin dudas que eso no se discute, ergo ese dolor de las víctimas de delitos es inconcebible e indiscutible; no obstante lo que sí es cuestionable, es el oportunismo que en ocasiones se hace de ese dolor ajeno para seguir proponiendo viejas políticas punitivas que no solucionan el problema del delito y tampoco recuperan a nadie. 
En definitiva, el problema del delito no se solucionará con más demagogia punitiva sino con el trabajo constante para el logro de una sociedad más justa, igualitaria y equitativa.  

(*) Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor Adjunto de Derecho Penal II (UNCA). Vocal Titular de la Mesa Nacional de Asociación pensamiento Penal. Miembro de AJUNAF. Miembro de la Red de Jueces de UNICEF. Miembro del capítulo argentino de Magistradas y Magistrados por los derechos sociales y la doctrina franciscana.      
 

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Comentarios

15/11/2021 | 14:08
#149006
Como siempre, defendiendo a los delincuentes. Lo que debería quedar claro es que la cárcel no sociabiliza, ni debería hacerlo. La cárcel debería ser para castigar por un delito. La inserción debe hacerse afuera...si es que pueden. Los jueces siempre buscando minimizar el accionar delictivo.
15/11/2021 | 07:56
#149005
se ponen en el lugar de las víctimas. Que asco.

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