Columna de Opinión

“Las reacciones y sus consecuencias”

lunes, 15 de febrero de 2021 01:20
lunes, 15 de febrero de 2021 01:20

(*) Rodrigo Morabito
La famosa tercera ley de Newton conocida como principio de acción y reacción, esto es, “a toda acción le corresponde una reacción igual en magnitud, pero en sentido contrario”, quizás es muy útil en estos tiempos en donde el uso de la violencia es la forma en que las personas (o gran parte de las personas) deciden resolver los distintos conflictos en los que se encuentran involucrados.


Esa violencia, por antonomasia suele ser física. Pasa a diario en las calles de la ciudad a través de peleas callejeras por cualquier causa. Quizás una mala maniobra al conducir un vehículo puede generar en otro conductor o conductores una reacción violenta que comienza siendo verbal y luego puede finalizar siendo física. Puede ocurrir también en las escuelas cuando los padres o los mismos alumnos agreden a los docentes o cuando los chicos y chicas se agreden entre sí o cuando los docentes agreden a los alumnos o alumnas. También cuando la policía es agredida al intervenir en un conflicto o en un delito, o cuando la propia policía agrede a los ciudadanos (violencia institucional). Ocurre con las personas que cometen delitos mediante el uso de la violencia, como también cuando los ciudadanos reaccionan mediante la denominada y mal llamada “justicia por mano propia” contra las personas que cometen ilícitos. 


En definitiva, los ejemplos podrían ser muchos, pero el medio utilizado uno solo: LA VIOLENCIA.
Sin dudas que es necesario comenzar a trabajar fuertemente en minimizar la violencia que en ocasiones suele venir del propio hogar y las formas de crianza, encontrándose, incluso, totalmente naturalizada. 


Resolver los conflictos mediante la violencia es la única forma posible para algunas personas. Es como si les hubieran incorporado un chip para actuar de esa manera, sin embargo, lo que no suelen por lo general considerar es que esa forma de acción o reacción tiene sus consecuencias que en determinadas circunstancias pueden llegar a ser mucho más graves que la propia reacción violenta desencadenada.


Pensemos por un instante que un golpe aplicado a una persona en un contexto de conflicto callejero puede provocarle lesiones de gravedad o hasta la muerte y, esa conducta tendrá una consecuencia punitiva, o sea que esa persona podría llegar a terminar en la cárcel, por lo que la consecuencia a esa reacción (por cierto grave), no deja de ser igual o peor de peligrosa. 
Algo similar ocurre con los comportamientos violentos que suelen, insisto, mal denominarse como “justicia por mano propia”. Las personas involucradas en episodios de esta naturaleza pueden llegar a terminar siendo procesadas y condenadas como consecuencia de su reacción desmedida, excesiva y violenta. 


En conclusión, la violencia es un flagelo que vulnera ostensiblemente a todas las sociedades, no discrimina y lamentablemente en todos los estratos sociales su presencia fragmenta lazos culturales y familiares.      


Prevenir la violencia es no solo un desafío para los Estados, sino también un compromiso de toda la sociedad en cuanto a que los distintos conflictos pueden resolverse de una forma pacífica o llegado el caso extremo en la justicia, pero jamás a través del uso intencional de la fuerza física, pues si ello aun así ocurriere, las personas deben atenerse a las consecuencias de esa injustificada reacción.   


(*) Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor de Derecho Penal II (UNCA). Vocal Titular de la Mesa Nacional de Asociación pensamiento Penal. Miembro de Ajunaf. Miembro de la Red de Jueces de Unicef.

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