El próximo lunes se conmemora el Día Internacional de la Mujer. En el contexto artístico-musical, sin lugar a dudas que la figura de la recordada Mercedes Sosa ocupa un lugar de privilegio en la memoria de los argentinos. Por su extraordinaria voz que comenzó con el folclore y se prolongó con un canto testimonial que se proyectó por el mundo entero en un unánime reconocimiento. En el año 2008, el diario Clarín lanzó un formidable trabajo denominado “Colección Clarín: Grandes Ídolos de la Música Popular Argentina”, que incluye a Palito Ortega, Valeria Lynch, Chico Novarro, Víctor Heredia, María Martha Serra Lima, José Larralde, León Gieco, Cacho Castaña, Sergio Denis, Sandro, Los Chalchaleros, Diego Torres, Soledad, Leonardo Favio, Pimpinela y la mismísima Mercedes Sosa. En todos los casos, la colección incluye la biografía del artista, una entrevista y un disco que contiene 20 temas seleccionados. Imperdible desde todo punto de vista. En el caso de Haydée Mercedes Gladys Marta -después llamada simplemente La Negra Sosa-, cuentan que sorprendió en la década del 60 al público del Festival de Cosquìn, cuando subió al escenario, sola con su caja, cantando “Canción del derrumbe indio”. Después compartió versiones musicales con León Gieco, Víctor Heredia, Shakira, Teresa Parodi, Luciano Pavarotti, Roberto Goyeneche, Milton Nascimento, Soledad, Los Nocheros, Los Chalchaleros, Ariel Ramírez, Lucio Dalla, Charly García, Gal Costa, Ricardo Montaner, Gustavo Santaolalla, Mirtha Argerich y la lista se hace infinita, jalonando una brillante historia de aplausos, exilios y regresos.

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    Mercedes Sosa nació en Tucumán, un 9 de Julio (Día de la Independencia) de 1935. La anotaron como Haydée Mercedes Sosa, pero todos le decían Marta, el nombre que quería para ella su madre, Ema Girón. Su padre fue Ernesto Quiterio Sosa, “Tucho” para los amigos. Cuenta su biografía que “su infancia estuvo salpicada de carencias y penurias”. Pero como dijo alguna vez la artista: “La alegría que nos transmitieron nuestros padres, que nunca dejaron de quererse, impidió que las faltas materiales no hicieran mella. Dentro de la alegría está la felicidad, así que nosotros éramos tan pobres, pero tan millonarios a la vez”. A través de su extensa trayectoria, Mercedes Sosa grabó más de cincuenta discos y tocó sobre los escenarios más importantes de todo el país, desde Cosquín al Teatro Colón (sin olvidarnos, por supuesto, de nuestra Fiesta Nacional del Poncho). También lo hizo en incontables sitios de relevancia internacional. Volviendo a las raíces, Ema Girón, la mamá de La Negra, fue primero madre soltera. “Sin duda era una feminista -dirá de ella Mercedes- ya que esa condición en 1928 era una cruz y un estigma”. Ema planchaba la ropa de las familias ricas de Tucumán y se las ingeniaba en la cocina para que puedan comer todos.

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En octubre de 1950, a los quince años, un poco alentada por un grupo de amigas, acaso por el vértigo de asaltar un mundo desconocido, se animó a participar en un certamen de canto organizado por LV12 de Tucumán. Oculta tras el seudónimo de Gladys Osorio -nombre y apellido que pertenecían a dos compañeras del colegio- y cantó el tema “Triste estoy”, de la catamarqueña Margarita Palacios, y dejó pasmado al organizador del concurso, que la declaró ganadora en el acto. El premio era un contrato para cantar por dos meses, en vivo, en la emisora.

 Acaso por sus rasgos criollos, a La Negra se le colgaron motes sacramentales como La Pachamama, La Madre de América, La voz de la tierra. Con voz de ángel o de trueno. El reconocimiento grande del público argentino llegó con el Festival de Cosquín, en 1965, gracias a un convite de Jorge Cafrune. En 1971, aparece “La voz de Mercedes Sosa” que constituye sobre todo un homenaje a Violeta Parra, un disco que reúne casi una docena de temas de la gran protagonista del canto popular chileno. Y que lanza a La Negra al mercado latinoamericano. La maravillosa voz de Mercedes Sosa se apagó un 4 de octubre de 2009. Tenía 74 años.