De Rodrigo Morabito

Columna de opinión: “Respetar el castigo”

lunes, 4 de julio de 2022 01:24
lunes, 4 de julio de 2022 01:24

(*) Rodrigo Morabito
Una de las demandas que más se presentan a diario y, claro está, también se debate, es aquella que se refiere al rol de la justicia y la forma o manera de castigar a todas aquellas personas que cometen delitos. Evidentemente, nunca es suficiente, si se aplican 5, 10, 15 o 20 años o, si bien, se impone pena perpetua tampoco será suficiente y así aparece (o aparecen) cada tanto los que peticionan la pena de muerte y, si tuviéramos pena de muerte, difícilmente nos conformaríamos y tal vez pediríamos que el cadáver sea llevado al espacio y lanzado hasta que se desintegre. El castigo (sea cual fuere) nunca será suficiente y menos en los tiempos que corren.  

Castigar será siempre imponer dolor, aun cuando se encuentre plenamente merecido y legitimado el castigo; nadie puede dudar de ello. Ahora bien, quien castiga es la justicia y es la única institución legitimada para castigar, no es posible un castigo que no sea impuesto por intermedio de la justicia y, a su vez, esa misma justicia nunca debe olvidar cuán difícil es ser justo y fácil ser injusto. 

Entonces ¿El delito debe castigarse? Sí, claro. ¿Pero a costa de todo y sin respeto por nada? No, claro que no. La pena jamás podrá ser cruel, inhumana y degradante ni cuando se crea legislativamente, ni cuando se impone por medio de la justicia, ni cuando se está cumpliendo, ni tampoco después de cumplida; sin embargo, también en los tiempos que corren, esto no pareciera ser la regla; muy por el contrario, es la excepción y a veces ni siquiera a excepción llega. 

Sobre este punto, no tengo dudas que los peligros de hoy en día no sólo que están en la delincuencia; sino también en los abusos del poder. Y, por supuesto, esos mismos peligros están además en la espiral que une y realimenta a ambos. Se debe atacar todo aquello que pueda reforzar la delincuencia; pero de igual forma se debe atacar todo aquello, que por la manera de castigar, podría reforzarla.

Y es que es palmario que la forma de cómo se castiga actualmente en la Argentina, tiende a reforzar la delincuencia, pues las prisiones según nuestra Constitución Nacional (art. 18) fueron creadas para seguridad y no para castigo, exigiéndose, a su vez, que sean sanas y limpias, sin embargo, no son ni sanas, tampoco limpias y no son para seguridad sino claramente para castigo. 
Entonces debo (y deberíamos) afirmar que la prisión fue creada en definitiva para castigar y corregir. ¿Castiga? Puede ser. ¿Corrige? Ciertamente que no. Ni reinserción, ni readaptación, ni formación, sino que, hasta en ocasiones, podría también afirmarse que la forma de cómo se castiga y las condiciones en las que se cumple ese castigo sirven más para la constitución y reforzamiento de un “ambiente delictivo”.

Debemos repensar el sistema penal y con ello el castigo, debemos repensar la prisión y la reinserción, de lo contrario, si no lo hacemos, las palabras de nuestro gran jurista Julio Herrera cuando afirmaba que “toda legislación represiva saca su valor de la manera como es ejecutada la pena”, deberían servir para interpelarnos. 
En otras palabras, una sociedad puede llegar a conocerse a través de la forma en cómo castiga y el lugar en donde hace cumplir ese castigo y, con ello, al visitar nuestras cárceles podremos verificar que no lo hacemos para nada bien y esto habla del tipo de sociedad que somos. No se trata de ser buenos, ni benevolentes, ni magnánimos, se trata de ser justos, humanos y racionales.

(*) Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor Adjunto de Derecho Penal II (UNCA). Miembro de la Mesa Nacional de Asociación pensamiento Penal. Miembro de Ajunaf. Miembro de la Red de Jueces de Unicef. Miembro del capítulo argentino de Magistradas y Magistrados por los derechos sociales y la doctrina franciscana. 

Comentarios

Otras Noticias