Se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Walter Olmos
En un trágico accidente fallecía uno de los jóvenes que supo poner bien en alto el nombre de su provincia.
Hoy se cumple un nuevo aniversario, el octavo, de la muerte de uno de los representantes de la música de Catamarca y emblema a nivel nacional, sin olvidar su permanente devoción por la Virgen del Valle: Walter Olmos.
La tragedia sucedió el 7 de septiembre de 2002, a las 23.30, momentos antes de salir del hotel con destino a un recital en la Capital Federal.
Con una carrera musical en permanente crecimiento, Olmos dejó bien en alto su cariño y admiración por su Catamarca natal. Sin embargo, un trágico accidente al manipular un arma de fuego terminó de truncar la vida de un joven de veinte años que vivió una frenética carrera, junto con el éxito que le llegó de la mano de lo que mejor sabía hacer, cantar.
El joven catamarqueño nació en San Fernando del Valle de Catamarca el 21 de abril de 1982, y su devoción por Carlitos “La Mona” Jiménez, un estandarte de la música cuartetera de Córdoba, hizo que se aprendiera todas las letras de sus temas, lo que le servía para cantar en improvisados escenarios mientras sus amigos de infancia simulaban ser un fanático público. Ese juego le marcaría el destino.
Despuntó su vocación junto a bandas locales. Fue junto a Los Bingos que tuvo la primera posibilidad de foguearse en los escenarios catamarqueños. En esta banda conoció a Fernando Cerezo, hoy transformado en el director del conjunto que lo acompañó por el país.
Primero se dio el gusto de cantar junto a “La Mona” y luego, a la par de Rodrigo, que fue quien lo puso en carrera y con quien anduvo alrededor de ocho meses acompañándolo por diferentes lugares, incluida una gira por la Costa Atlántica, luego de la cual decidió regresar a Catamarca porque extrañaba a los suyos. Para ese entonces, los primeros meses de 2000, ya había decidido que sería junto a Los Bingos que se realizaría como cantante.
Luego vino su proyección desde Tucumán, una provincia cercana a la suya que le permitió no alejarse tanto de su entorno familiar. Fue así que el empresario tucumano Rubén Campero lo impulsó por los escenarios de la vecina provincia y de allí se lanzó a Buenos Aires, donde comenzó a ser representado por José Luis Gózalo.
El 23 de septiembre de 2000, Walter registró su primer disco, “A Pura Sangre” durante una actuación en vivo, en la ciudad de Tucumán, nada menos que con 10.000 personas como testigos. En el mismo instante de la edición la gente le dijo sí,lo aceptó como el heredero de Rodrigo y en apenas un mes, vendió 45.000 unidades.
Al año siguiente lanzó “De Catamarca al mundo”, disco que contiene, entre otros, los temas “Por lo que yo te quiero” y “Besos en la frente”. Posteriormente, presentó su tercer trabajo titulado “La Locomotara”.
Sus orígenes, marcados por la humildad
Se autodefinía como un chico bueno y respetuoso. Pensaba que en la vida podría conocer lugares maravillosos pero nunca uno como Catamarca, su ciudad natal.
Sus grupos preferidos eran Media Naranja y Potencia, pero sus ídolos eran La Mona y Rodrigo. Le gustaba festejar su cumpleaños con amigos y con alguna novia. Su mujer ideal debía ser sencilla y humilde como él. Odiaba la mentira y le daba mucha tristeza alejarse de Catamarca, extrañaba los cerros y su gente, pero se consideraba una persona feliz.
Walter fue un chico de la calle. Su infancia fue muy dura, se crió desde los cuatro años en la calle, pidiendo, y haciendo cosas muy feas que después consideraría que no debería haber hecho.
El probó lo amargo y no le gustó y gracias a la Virgen del Valle pudo zafar y elegir el buen camino. Pero consideraba que no todos los chicos de la calle tienen posibilidades de zafar, ya que la gente los considera personas peligrosas, ladrones o asesinos. Creía que el país no tomaba conciencia de esto y no los ayudaba. Lamentablemente no terminó el colegio, no le gustaba y no tenía el incentivo necesario para seguir adelante con sus estudios.
Su familia estaba compuesta por nueve hermanos, seis mujeres y tres varones, su papá y su mamá Noemí. Sus padres no estaban muy de acuerdo con que Walter saliera de gira y se alejara del hogar, pero él sabía que si no lo hacía no iba a ganar el dinero que necesitaba para ayudar a su familia.
Una gran amistad con Rodrigo
Walter Olmos y Rodrigo Bueno se conocieron en un espectáculo que el cantante cordobés brindó en esta provincia, y quien los presentó fue Roly Guerrero.
Según se sabe, allí Bueno escuchó un cassette del catamarqueño y de inmediato pidió conocerlo. “De quién es esa voz, de la Mona”, preguntó y un amigo le contestó: “No, es Walter, un chico de acá”. De esa manera, Olmos llegó a Buenos Aires y hasta cantó en el mítico Luna Park junto a Rodrigo. Luego, lo haría sólo con instalaciones completamente debordadas de público.
Cabe agregar que en algún momento de sus carreras, compartieron el mismo manager: José Luis “Pepe” Gózalo.
“Beto” Morales - “Tenía muchos sueños”
El fotógrafo local Alberto Morales fue una de las personas más cercanas al joven cantante, incluso llegó a efectuar producciones fotográficas en distintos momentos de su carrera musical. “Era un joven humilde, con muchos sueños y que amaba a Catamarca”, recuerda “Beto”, al tiempo que asegura que “Walter fue un chico solo que pasó por todo, pero nunca se olvidó de sus orígenes. Soñaba con crecer en la música, tener su propio colectivo y su discográfica, e instalarse en Córdoba para, desde allí, afianzar su carrera”.
“Lo conocí mucho, era mi amigo y su muerte me afectó muchísimo, al igual que a todo el pueblo de Catamarca. Son personas marcadas por el destino, que supo ganarse el afecto de todos y que dejó en alto el nombre de esta provincia y el de la Virgen del Valle”, recuerda.
La despedida
Sin lugar a dudas, la noticia sobre la muerte de Walter Olmos provocó un fuerte impacto en la sociedad catamarqueña, que no podía creer que su hijo predilecto había fallecido.
Y esta situación se vio reflejada en la multitud que se acercó a la casa del joven cuartetero, ubicada en el barrio Martín Güemes, a despedir los restos. Largas colas de jóvenes y adultos se formaron durante dos días, ya que no había nadie que quisiera dejar pasar la oportunidad de brindar su adiós, depositar una flor, incluso hasta cantar sus canciones al lado del féretro.
Miles de catamarqueños, incluso hasta el en ese momento gobernador Oscar Castillo, acompañaron los restos de Walter, que fueron depositados en el Cementerio Municipal en un marco de congoja y tristeza poco recordados en la historia de Catamarca.