Gran presentación de Palavecino en Cosquín

La lluvia no detuvo al “Chaqueño”

miércoles, 26 de enero de 2011 00:00
miércoles, 26 de enero de 2011 00:00

Creer o reventar. Resulta que el brujo conchabado para alejar la lluvia durante las noches festivaleras desclavó el cuchillo de la tierra, para que los nubarrones que llegaban del sur descargasen antes del comienzo de la brega nochera. A las ocho de la noche, la táctica de crisis, desató un diluvio que en pocos minutos hizo de Cosquín una Venecia de emergencia. En esa ciudad de criaturas condenadas a la vigilia -desde hace cinco días ninguna razón es válida para dormir- la lluvia trajo también un poco de aire fresco, como para alternar con el anhídrido carbónico que con orgullo telúrico se levanta de los asadores que a esa hora comenzaban a avivar los rescoldos de la noche anterior.
El imprevisto meteorológico frustró el color que suelen tener las noches del Chaqueño Palavecino en la previa. Lo que alguna vez fue “la” noche del Chaqueño, se convirtió entonces en espera. Si bien la popularidad del cantor de Rancho Ñato es incontrastable, alrededor de su presentación no se vio lo que se veía en ediciones anteriores del festival. Su público, acaso preocupado porque la larga espera no se frustre con la lluvia, dejó de lado las masivas demostraciones del gorrabanderayvincha, la foto y el aullido de complicidad. La única señal concreta de expectativa sobre su presencia fue la larga cola que se formaba en el baño de las mujeres.
Todos en Cosquín esperaban que el brujo vuelva a clavar el puñal en la tierra, mientras puntual, con himno pero sin ballet -el escenario estaba mojado- a las 22:30 comenzó a rodar la noche, con una plaza poblada a mitad. Canto 4 puso energía joven y calentó la noche fresca y húmeda con esa buena síntesis entre Los Nocheros y Los Fronterizos. La japonesa Anna Saeki, Omar Moreno Palacios, Laura Ros, Horacio Banegas y Carlos Di Fulvio, entre otros, daban continuidad a otra programación nutrida, que esperaba al Chaqueño Palavecino para alrededor de las cuatro y media. Si el brujo no se olvidaba de clavar el cuchillo.

Chaqueñazo

A pesar de la lluvia, la Comisión Municipal de Folclore y Juan Carlos Baglietto -responsable de la parte técnica- decidieron que la jornada se cumpla hasta el final, y así Oscar Esperanza Palavecino concluyó su tarea pasadas las 6:30 de la madrugada. El Chaqueño cantó por más de dos horas y media, recorrió buena parte de su repertorio y dejó satisfechas a sus seguidoras. Se escucharon temas como Largos caminos me iré, Mataco Díaz, La taleñita, A Don Amancio, La jujeñita, Amor salvaje, Valderrama -en honor a Juan Valderrama, dueño de la histórica peña salteña- y Amorcito, entre otros. Con los Diableros de Orán cantó Carpas de Salta.

El resto

Laura Ros, “La Buri”, puso la fusión a su momento secundada por el baterista Federico Gil Solá, ex Divididos. El dúo que conforman Luna Monti y Juan Quintero, logró una unión interesante con la gente y le brindó un sentido “tributo” a la querida y recordada María Elena Walsh con “Canción para bañar a la luna”.
El cantautor santiagueño Horacio Banegas brindó su “Mensaje de chacarera” propio de su provincia “Madre de ciudades”, secundado por sus hijos Alan en batería y Cristian “el Mono” Banegas en bajo, y el cantor Carlos Méndez le brindó un homenaje al inolvidable Alfredo Zitarrosa secundado por la guitarra de Naldo Labrin -quien acompañó al autor del “Violín de Becho” por 20 años- e interpretaron “Zamba por vos”, “Doña Soledad” y “Adagio a mi país”.
Angela Irene mostró sus dotes de buena cantante en “Jujuy mujer” y “Para el Cachilo dormido”. Ceibo, el conjunto representante de la ciudad coscoína reflejó su momento en el himno “Cosquín empieza a cantar” y Los Nietos de Don Gauna también cumplieron con lo suyo.
Completaron la velada la cantante japonesa Anna Saeki, Nahuel, Los Mellizos, Marcela Ceballos, Los Peñeros, Los de Tartagal y Mariano Fretes. Párrafo aparte corresponde para el eximio guitarrista y cantante Carlos Di Fulvio, quien dio cátedra de folclore con “Cerro Salamanca”, “Coplitas para mi muerte” y el himno del canto nativo, “Guitarrero”.

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