Cuando la danza se convierte en un medio de inclusión

Clases abiertas de folklore en una plaza del norte capitalino
viernes, 18 de enero de 2013 00:00
viernes, 18 de enero de 2013 00:00

Mariano tiene 11 años y, aunque dice que le gusta más el futbol y que lo juega todas las tardes, también espera el anochecer para ir a la plaza de su barrio, junto a sus amigos, y aprender algo de danzas folklóricas.
Como él, cada noche más de medio centenar de personas se dan cita en la plaza Inti Raymi –ubicada en la esquina de Los Peregrinos y Los Promesantes, en el barrio 100 viviendas del norte capitalino- para disfrutar de un buen momento y, de paso, aprender a bailar.
Desde diciembre, esta plaza se ha poblado de música y movimiento por las clases abiertas y gratuitas de danzas nativas que lleva adelante el profesor Juan Segura, de la Dirección de Acción Cultural dependiente de la Secretaría de Cultura.
Con un reproductor de música, un amplificador, una caja y mucha vocación, el profesor ha comenzado a enseñar danzas folklóricas a grandes y chicos. Familias enteras se congregan al anochecer –una vez que cede el calor- en esa plaza pública que, hasta hace poco carecía de movimiento y que hoy, en torno a la música y la danza, se ha convertido en un espacio de inclusión y contención a través de la cultura.
Las clases se dictan los martes, jueves y viernes desde las 20.30 y se extienden por varias horas, debido al entusiasmo de los alumnos por seguir bailando.
Todos los interesados -señalaron desde la Secretaría de Cultura- pueden sumarse, puesto que son gratuitas y abiertas a todo público.
Este espacio de encuentro fue posible porque la generosidad del profesor se encontró con el entusiasmo de los alumnos, que colaboran para que las clases se puedan concretar cada noche.
Yanina, una vecina que vive frente a la plaza, facilita la energía para que se pueda conectar el equipo de música.
Para empezar las clases, se distribuyen silbatos entre los alumnos y el sonido llama a los vecinos que aún no se acercaron. Así, de a poco, la plaza comienza a poblarse y se convierte en una pista de baile donde grandes y chicos bailan al ritmo de gatos, zambas, chacareras y escondidos.
Una parte de la clase se destina a “coplear” y a preparar las comparsas tradicionales con las que tienen pensado participar de los festejos de carnaval. De hecho ya están pensando cómo hacerse los trajes que llevarán esos días en que se celebra la alegría.
Gabriela, una vecina que participa de las clases junto a sus hijas, se mostró encantada con la propuesta y destacó que es una buena alternativa para quienes no pueden salir de vacaciones: “Muchos vecinos no pueden salir de vacaciones así que vienen aquí. El profe no nos pone horarios, comenzamos a las ocho y media, pero como somos seguidores, después del folklore le pedimos hacer algo de salsa y otros ritmos”, cuenta.

Comentarios

Otras Noticias