Diploma de Honor Nacional al escritor fiambalense Guillermo Fernandez

El orgullo catamarqueño expone sus cuentos ante los ojos de europeos, norteamericanos y canadienses en inglés y castellano.
miércoles, 17 de abril de 2013 00:00
miércoles, 17 de abril de 2013 00:00

El Diploma de Honor e inclusión del autor en la antología “LA CONFESION DEL SILENCIO” fue otorgada por Creadores Argentinos, editorial nacional que nuclea a escritores de relieve como Enrique Fernández Anderson, Blanca Agüero y Graciela Amalfi entre otros. Nuestro exponente local ya ha obtenido más de doce distinciones a nivel nacional en importantes certámenes literarios. Pero ahí no quedó la proyección del escritor Fiambalense pues, por este mismo medio, meses atrás dábamos a conocer la Medalla de Plata que obtuviera en el XXIV Certamen Internacional THE LETTERS OF PAPER (LETRAS SOBRE PAPEL) 2012 de la Editorial Los Cuatro Vientos de capital federal, con cuya obra, el orgullo catamarqueño expone sus cuentos ante los ojos de europeos políglotas, norteamericanos y canadienses en inglés y castellano. Mucho de sus cuentos hablan de Fiambalá, de la montaña y sus misterios y por sobre todo, de nuestra gente, cuyas vicisitudes caen bajo la órbita de miles de lectores del mundo entero. De los Cuatro Vientos, con sobrada trayectoria en el campo editorial internacional es argentina, conocida por su expansión internacional; distribuye sus obras en más de 35 países a través de embajadas, cancillerías, universidades y cadenas de librerías especializadas.

El cuento premiado fue “TAL VEZ USTED ENTIENDA”; una pincelada de ciudad con toda la locura que envuelve a jóvenes y adultos hoy en día; el autor mezcla la soledad, las drogas, la delincuencia y el amor, el amor casi bestial de una madre que intenta proteger de manera inesperada a un hijo sumido en la barbarie y asesina para poder comprar drogas.

“Las sirenas aullaban como perros salvajes en medio de la jauría humana que se hizo a un lado ni bien los patrulleros irrumpieron, los neumáticos chirriando, los gritos, los portazos… Nadie se dio cuenta, creo que nadie pudo jamás anticiparse a aquello…” (Fragmento del cuento Tal vez usted entienda)

Lo llamativo es que el profesor Fernández, en esta oportunidad, en realidad, nos da a conocer la última distinción, obviando que meses antes también obtuvo similares reconocimientos en Antologías de Creadores Argentinos, también de capital federal: como “LOS ROSTROS DEL TIEMPO” y “TRANSEUNTES DEL DESTINO”, cuyos ejemplares figuraron notablemente en la feria internacional del libro del 2012 (Palermo- Bs.As.).

Guillermo Fernández (Ignacio Martín Lui) nos decía al respecto: “Es un gran orgullo para mí y mi familia que mis cuentos trasciendan no sólo las fronteras provinciales sino la de países que ni conozco, especialmente, europeos de habla castellana e inglesa desde el año pasado. Pero más orgullo siento hacerlo por el Fiambalá de mis sueños (el que trabaja lejos sabe lo que esto significa), el Fiambalá de las montañas mágicas y las mañanas de sol brillante, de uvas, buen vino y amigos, de zonda y ánimos encendidos, de mates y tortillas junto al fuego en familia, y de tantas cosas maravillosas que sólo se las puede apreciar si uno respira con intensidad este aire misterioso que sacude de pies a cabeza. Por eso también, estoy trabajando en un nuevo libro que tengo pensado llamar “Cuando los árboles florecen”, un tributo histórico literario a gente sencilla de la zona pero que supo marcar sus huellas con fuego, con nobleza, con sacrificio, en fin, con virtud. La verdad que estoy muy contento y no es por los premios, aclaro. Les cuento que este año se me sumó un motivo inesperado para tener más ganas de vivir, de ser útil, de escribir, de pensar, de amar… Quizás sea por esto último que esté más motivado para retomar las letras (aunque en verdad nunca las dejé de lado, el “balero” cada tanto también pide un respiro, dice entre risas) Es increíble esto de ser abuelo. De solo ver a mi nietita FRANCESCA, “TRES KILOS CINCUENTA DE AMOR”, como llamara Mónica, mi esposa desde hace un cuarto de siglo, a ese solcito de cabello castaño y ojitos de viña nueva que viniera para nuestra inmensa alegría el pasado 23 de junio en brazos de mi hijita Caco, el mundo se me hace de cristal y ternura. Parece mentira como Dios nos vuelve la tristeza en alegría.

En lo personal, reconocimientos literarios aparte, creo que aún no he hecho lo suficiente, ni por los jóvenes, ni por los mayores, quizás me veo un poco culpable de lo poco que se ve se hace por ellos en nuestra provincia, muchos chicos en la falopa, en la joda, en la nada, como quien dice, envueltos de humo, sin rumbo, por no decir, cuesta abajo.

Creo que me entienden si les digo que los mayores cada día estamos más en deuda con los niños y los jóvenes.

Sería bueno que los padres nos miremos un poco interiormente y comencemos a ser conscientes de que “las cosas que realmente valen la pena y llenan de gozo el corazón no son las materiales, no tiene comparación el amor sano que podemos dar a los demás, un buen gesto, la sonrisa, la solidaridad (porque aunque parezca mentira esto nos pasa cada día): a nuestros seres queridos demasiadas pocas son las veces en que les damos un beso.

A veces creemos que un hijo prefiere de regalo la moto, un poco de plata o el último celular, cuando en realidad nos pide un abrazo fuerte y sincero, una mirada de amigo, una palabra de aliento, ¡hasta una reprimenda, por qué no!. Es algo que no se consigue en los bancos ni en ninguna tesorería, algo que no conoce feriados ni paros y llevamos siempre en los bolsillos, aún en los días más grises de nuestras vidas, algo que no tiene costo excepto la decisión, algo que todos tenemos (si queremos), algo que guardarán en sus corazones como el tesoro más grande que les hayamos legado aun así, la muerte nos haya ya visitado. Generalmente, (me incluyo), nos olvidamos de decirles a quienes nos quieren cuánto los queremos, qué tan importantes son para nosotros, ya casi no tenemos tiempo para leerles un cuento y contarles alguna anécdota a los niños junto al fuego, o enseñarles a rezar un Padre Nuestro. ¡Cómo si nuestras madres y padres jamás nos hubiesen enseñado a ser buenos padres! Porque hasta el hijo más sufrido alguna vez supo tener un gesto de ternura.

La verdad que, sin los hijos, sin los nietos, sin los seres queridos, sin amigos o cualquier ser humano, nuestras vidas estarían demasiado vacías, como una Iglesia de mármoles carísimos y columnas de oro pero sin Dios ni Fe, una escuela de edificio admirable y súper moderno pero sin un sólo alumno. ¿De qué sirve una casa bella y fastuosa si adentro no vive nadie?

Cuando eso nos pasa, es porque no nos damos cuenta de que la vida se nos va en la nada, que los momentos son irrepetibles y que aún, pudiendo curar, herimos más”, dice finalmente el autor de “Tal vez usted entienda” que despliega la bandera Fiambalense en el mundo literario con enorme orgullo.

Fuente: vocesescritas.com

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