“Personalidad sobresaliente de la Iglesia y prócer de la Patria”
La 1º sesión pública de la Junta de Estudios Históricos será para homenajear a Esquiú
En el acto, el presbítero Oscar Tapia se referirá al libro “Esquiú. Apóstol y Ciudadano”, de autoría del profesor Armando Bazán.
El ilustre fraile catamarqueño, Mamerto Esquiú, será centro de un homenaje que se realizará el próximo jueves en el Salón Calchaquí (Sarmiento 450) en conmemoración del 187º aniversario y con auspicios de la Junta de Estudios Históricos de Catamarca y Editorial Sarquís.
El homenaje a “la personalidad sobresaliente de la Iglesia y prócer de la Patria”, estará a cargo del presbítero Oscar Tapia, licenciado en Sagradas Escrituras, quien comentará el libro del profesor Armando Bazán, “Esquiú. Apóstol y Ciudadano”, que fue fruto de una exhaustiva investigación, archivística y bibliográfica.
El libro fue publicado en 1996 por EMECÉ Editores, pero esa edición está agotada por lo que la editorial local Sarquís “consideró necesario reeditarlo”, según se informó desde la Junta de Estudios Históricos.
El acto del jueves será la primera sesión pública de la Junta.
En el comunicado del anuncio del acto, la entidad hizo una breve semblanza del franciscano:
“El compromiso de los catamarqueños y argentinos manifestado por eminentes personalidades de las letras, la religión y la política y por el pueblo beneficiado con su labor apostólica como simple fraile franciscano – primero – nativo de Piedra Blanca; docente en el Colegio Franciscano que prestigió a nuestra provincia en el siglo XIX y en el Colegio de Nuestra Señora de la Merced, fundado por el gobernador Manuel Navarro en 1850, fue tomando mayor dimensión en su tarea misionera desarrollada durante doce años en Tarija y Sucre, Bolivia”, señala.
“Tanto fue su relieve como hombre de la Iglesia y humilde miembro de la Orden de San Francisco de Asís, que el Gobierno Nacional, en la presidencia de Sarmiento y su ministro de Culto, Nicolás Avellaneda, lo propuso para ocupar la sede vacante del arzobispado de Buenos Aires por el fallecimiento de monseñor Mariano Escalada. Esquiú protagonizó entonces un gesto sin precedentes en la historia eclesiástica: renunció a esa máxima distinción del episcopado argentino. Conceptuó que carecía de las virtudes ‘irreprensibles’ que exigía ese cargo. Y poco después, al producirse la vacante del obispado de Córdoba, se vio obligado por obediencia a aceptar esa dignidad, voto que le recordó el nuncio apostólico monseñor Di Pietro”, agrega el comunicado.
Y conluye: “Desarrolló una infatigable labor pastoral durante dos años (1881-1888) y murió en la Posta del Suncho – Catamarca – cuando regresaba de una visita a La Rioja, jurisdicción de su obispado. El Nuncio Apostólico lo llamó “el santo obispo de Córdoba”; quienes lo conocieron admiraron sus virtudes, disciplina ascética y elocuencia en la predicación. Testimonios de esa admiración han quedado en escritos de Dalmacio Vélez Sarsfield, Pedro Goyena, Joaquín V. González y Guillermo Correa. Y hoy, la feligresía argentina, que puso su nombre a escuelas y calles, espera que el Papa Francisco apoye la causa de su beatificación, que está introducida en Roma hace bastantes años”.