“Yo Sandro: La película”, el detrás de escena

“Quiero que el público salga de la sala contento y cantando”, dijo el director.
domingo, 25 de agosto de 2013 00:00
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Miguel Mato, premiado por su último largometraje “Homo Viator” (2009), vuelve con “Yo Sandro-La película”. A estrenarse en 2014, en este biopic sobre el ídolo se propone relatar nada menos que la vida de uno de los íconos más rutilantes de la cultura de masas que dio el continente.

El realizador aclara: "No voy a hablar de su enfermedad ni de su muerte. Contaré su vida, como hice en mi película sobre Haroldo Conti. Quiero que el público salga del cine contento y cantando". Casa-estudio del director: dos vasos con ron añejo venezolano, acompañaban en silencio. Uno tenía hielo. El otro, no.

A diferencia de muchos de su generación, a Mato siempre le gustó Sandro. Durante su juventud, lo escuchaba tanto como al rock pesado. Luego, durante los años que vivió en Venezuela, sonaba mucho, por todas partes. Estaba en el aire.

Pero ahora, ¿cómo acercarse al mundo de Roberto Sánchez? ¿Qué contar sobre él y sobre Sandro cuando parece que todo ya ha sido dicho? ¿De qué manera llegar a su casa y sus cosas, a su intimidad, para poder dar forma al documental? ¿Qué testimonios tomar? Todo resultó mucho menos complicado de lo que Mato presuponía.

La puerta de ingreso a Sandro fue Alejandro Salade, sobrino nieto de Miguel de Molina, quien estaba organizando con Olga Garaventa, viuda de Sandro, una megaexposición sobre el ídolo. "Hablando con él me surgió la idea de hacer el documental, con lo cual mi trabajo quedó allanado desde el principio".


-¿Por qué decidió no contar con Olga Garaventa en el documental?

-Últimamente estuve rescatando imágenes en 16 mm de sus recitales en San Lorenzo y descubrí que mayoritariamente el público era varón. ¿Por qué? Porque sus canciones vienen de lo cotidiano, de aquello que todos hemos atravesado: el desamor, un desengaño, una frustración. El rock también le canta a esto, pero con otro tono. Sandro podía llegar a esos temas desde una simpleza que después se estigmatizó "grasa".

Aquellos fueron sus grandes éxitos como cantante de balada romántica. Además está el Sandro rockero que tocaba hasta el amanecer en La Cueva. Con todo esto quiero decir que estoy centrado en contarlo a él. Hasta ahora, narrativamente, no necesité incluir a Olga, pero al contar una biografía la propia historia me va llevando. Quizá más adelante sí sea necesaria su aparición.

-¿Con qué material documental comenzó a trabajar?

-En principio con el archivo de Roberto (Sandro) que está en su casa y pude consultar gracias a Olga. Él era muy ordenado. Tenía todo: las cajas con las cartas de sus admiradoras, varias subrayadas por él y respondidas, y muchos peluches que sus "nenas" le arrojaban en los shows. También con archivo de televisión y filmaciones caseras en Súper 8 que Sandro hizo durante las giras. Ahí aparece su mirada. Es un material muy valioso.

-Dirigió a Susana Giménez y Héctor Pellegrini, protagonista de la mítica "Pajarito Gómez"

-Claro, en “Tú me enloqueces” (1976). Hay fotos del rodaje en las que están bellísimos.

-¿Qué le sorprendió de Sandro?

-Todo me sorprende. Por ejemplo que al éxito lo encontrara, que le fuera pasando. Una vez le preguntaron qué era el éxito y él respondió que, de saberlo, no estaría grabando discos. Por otro lado me sorprende el mito. ¿Se construye solo, a partir de la extrema privacidad en que vivía, o lo construyeron los millones de fans? Él era un hombre que no podía salir a la calle. Su casa se había convertido casi en un club privado con zonas muy restringidas a las que apenas unas pocas personas entraban. Hasta llegó a tener allí una especie de cueva para reunirse.

Hace poco escuchábamos una antigua grabación con mensajes que le habían enviado desde el club de fans de Nueva York: fue emocionante oír a centenares de personas de todas las nacionalidades grabándole saludos y frases, muy sentidos. Hay una enorme masa de misterio alrededor suyo que me atrae muchísimo; por eso me pregunto quién es Sandro.

Sandro, quien ya era apodado "de América", llegó a hacer cuarenta Gran Rex donde sus "nenas", en pleno frenesí hormonal, se despojaban de sus prendas íntimas para arrojárselas al escenario a modo de ofrenda. En 1972 se presentó en un Maracaná que explotaba de público.

Fue el primer intérprete latino en el Madison Square Garden. Hizo del templo de box -el Luna Park- un escenario para espectáculos artísticos; fue actor de teleteatro en Puerto Rico; sus shows televisivos estuvieron prohibidos durante algunas semanas debido a las quejas de la alta jerarquía católica argentina, ante lo que Pipo Mancera, para presionar a favor del cantante, amenazó con renunciar a su exitosísima conducción de los sábados. Supo cruzar la provocación del rock con la balada romántica como nadie, creando un estilo incitante, romántico y hasta clásico para muchos, pero "grasa" o al menos cursi, para otros.

-¿Qué generaba aquel magnetismo?

-Yo no lo sé con certeza. Salvador Valverde, que fue guionista de varias películas suyas, me decía que de sus shows cada mujer se iba con la sensación de que él le había estado hablando a ella. Me parece que por ahí está la explicación. La semana pasada grabé a Lucecita Benítez haciendo “Una muchacha y una guitarra”.

Participaron: en el piano, Juan Alberto Pugliano, quien lo había acompañando en presentaciones por el interior, y Ricardo Salas, bajista suyo en giras internacionales. ¿Sabés cómo lo llamaban entonces? El astro. Tenía un gran magnetismo. A mí me sorprende su sonrisa.

-¿Le dará una importancia destacada al musical?

-Por supuesto. Estoy tomando cuadros completos de musicales de varias películas de Sandro que son indicadores de una época, aspecto que a mí también me interesa mostrar en el documental. La banda musical estará a cargo de Esteban Morgado.

-¿Le hubiera gustado dirigirlo?

-¡Sí! Con el nivel de magnetismo y seducción que tenía, jugar con eso hubiera sido maravilloso. La película es reivindicativa de él en muchos aspectos. ¿Por qué hago cine documental? Porque para mí es un pretexto para contar épocas. Sandro nació en el mismo año de la bomba atómica, que fue un cambio de paradigma mundial.

-¿Considera a este film como una suerte de homenaje?

-Yo hago películas sobre mujeres y hombres. Homenajes no y biografías tampoco. Intento bucear a las personas que indago. Siento que Sandro se merece una película en la que se pueda empezar a conocer a Roberto, recordar a Sandro y, además, pasarla bien. Sin dudas, él marcó un antes y un después no sólo en la música sino también como modelo generacional para millones de jóvenes.
 

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