A telón abierto

sábado, 2 de mayo de 2015 00:00
sábado, 2 de mayo de 2015 00:00

El equipo de la secretaría de Cultura de la provincia, que conduce Patricia Saseta, no ocultaba el miércoles por la noche su profunda alegría, a poco de haber participado de una saludable realidad: la inauguración de la Casa de la Cultura de Catamarca, ubicada en calle San Martín al 500, al frente mismo de la plaza 25 de Mayo. La recuperación de la casona, que perteneciera al gobernador Octaviano Navarro, representaba uno de los grandes desafíos del área y de ahora en más representa un museo y un centro cultural que expresan en su esencia un sello de identidad del ser catamarqueño y se suma a las obras que tienen el idioma de la historia provincial en el casco céntrico. El acto, con fuerte respaldo popular, resultó todo un acontecimiento que tuvo su apertura en las destacadas interpretaciones de los himnos Nacional y de Catamarca, interpretados por Sandra Warmy Sosa y Ariel Segura, más una yapa que simboliza todo un sentimiento cuando hablamos de las cosas que nos identifican: la zamba “Cantale, chango, a mi tierra” del inolvidable Atuto Mercau Soria, con el acompañamiento de todos los presentes, que más allá de las condiciones vocales le pusieron corazón e indisimulado orgullo a un canto que lo expresa con meridiana claridad: “Con todita tu alma, con toda tu voz”. El histórico hecho se prolongó en una fiesta que contó con el valioso aporte de expresiones artísticas como las de Nicolás Romero, Enrique Loyola, Leo Schmuller, Antonio Serrano, Federico Peludero, Germán Selva, ballet “Semblanzas”, Pablo Segovia, Carafea y Emilio Morales. Tantas veces postergada, tantas veces prometida, Catamarca puede hoy mostrar con mucho de contenteza –al decir del Indio Uribio- su Casa de la Cultura.
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 Hoy, desde las 22, en la sala “Julio Sánchez Gardel” del Cine Teatro Catamarca, se presentará la cantata “Huayrapuca, la madre del viento”, una obra poética-musical inspirada en la historia del pueblo diaguita, de autoría del escritor y compositor cordobés Héctor Tortosa. El espectáculo coral e instrumental tiene en su puesta en escena el protagonismo del Grupo Agruparte, dirigido por la profesora Silvia Herrera, la solista soprano Alejandra Tortosa, el solista barítono Julián Zubriggen, Héctor Tortosa, Nicolás Mazza, Federico Seimandi, Esteban Gutiérrez y Rosario Ocampo. Además, participará la pareja de bailarines cordobeses integrada por María del Mar Oyola y Pablo Jesús Molina, más otros intérpretes locales de la danza.
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    El pasado jueves, se dio a conocer oficialmente la convocatoria a los artesanos provinciales, nacionales e internacionales para participar de la Fiesta Nacional del Poncho. Lo hizo la secretaría de Turismo a través de la dirección de Artesanías, con algunos detalles a tener en cuenta, especialmente en lo que se refiere al pago de los stands. Se informó en tal sentido que un artesano local si paga hasta el 31 de mayo un stand de 2 x 2 (cuatro metros cuadrados), tendrá un costo de 700 pesos; desde el 7 al 30 de junio, costará 1.050 pesos y si el stand es de 3 x 2 (es decir 6 metros cuadrados), los costos serán de 1.050 y 1.575 pesos, respectivamente. El anuncio oficial, a modo de mantener la coherencia sobre una postura fijada de muchos años a esta parte por el autor de esta columna, constituye a todas luces un abuso e inaceptable atropello a quienes son los verdaderos dueños de la fiesta: los genuinos artesanos catamarqueños. Resulta un sinsentido que los homenajeados y hacedores del Poncho, como son nuestros cabales artesanos, tengan que pagar un espacio para exponer sus obras en el encuentro que los tuvo como inspiradores. Y cuando decimos genuinos y legítimos creadores de las artesanías que nos identifican, suponemos que en el área gubernamental correspondiente hay un registro o padrón en el cual están debidamente asentados los auténticos autores del patrimonio artesanal de Catamarca, que no es poca cosa. Es tiempo de darles el valor que les corresponde e invitarlos a ser protagonistas de su propia fiesta sin necesidad de pagar un lugar para exhibir sus trabajos. Volveremos a insistir sobre el tema, porque consideramos que todavía hay tiempo para corregir una gran injusticia que tiene muchos años, tantos como los tiene el Poncho.
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  La nubosa mañana del jueves encontró a “los de siempre” disfrutando del humeante café en el conocido bar céntrico. El motivo de la charla lo dio, desde el punto de vista político, el periodista jubilado, al hacer referencia a la inauguración de la Casa de la Cultura, lo que, como era de esperar, encontró serios reparos en el trabajador gastronómico, fiel a sus ideas de defender la posición de su jefe Luis.
-Periodista jubilado: Me acerqué anoche al acto que hubo por calle San Martín y me sorprendió la cantidad de gente. En honor a la verdad, fue una fiesta popular.
-Bailarín: Es cierto. Esta vez se la vio muy acompañada a la gobernadora Corpacci, cosa que no ocurre en todos los actos.
-Mozo: Pidan, chicos, que faltó un compañero y hay mucha gente en el salón.
-Periodista jubilado: Mirá vos. Aquí faltó un compañero; anoche no faltó ninguno y como en los viejos tiempos, estaban juntos Lucía, Dalmacio y Raúl ¿Viste la foto en los diarios?
-Mozo: Vamos, muchachos. No estoy para perder tiempo. Nosotros esperamos que venga nuestro líder.
-Poeta: Que se apure y desde ya que no cuente con Raúl.
-Mozo: Ja ja ja. No me hagan reír que tengo los labios paspados. Lo de Raulín fue para la foto nomás, como alguno que yo conozco y al que le dicen “herrero veloz”, porque te hace una bicicleta por día.
  Y se fue, dejando la duda de a quién se refería. “Adivina, adivinador”, canta Emilio Morales. Hasta el martes.

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