A telón abierto

viernes, 18 de octubre de 2019 00:35
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El pasado martes, a los 77 años, murió el cantautor popular Humberto Vicente Castaña, conocido artísticamente como Cacho Castaña. Autor de temas como Garganta con arena, Por esa puta costumbre, Café la humedad, Ojalá que no puedas, Cacho de Buenos Aires, Qué tango hay que cantar y Cara de tramposo, entre otros, alcanzó una notoria popularidad a la vez que, especialmente en los últimos años, fue duramente criticado por definiciones misóginas en algunas de sus canciones (“Si te agarro con otro te mato, te doy una paliza y después me escapo…”) o por apología de la violación (“Relajáte y gozá…”). Considerado un machista, tuvo que pedir disculpas en más de una oportunidad, y siempre fue un generador de polémicas por sus dichos y composiciones. La Secretaría de Cultura de la Nación lo despidió a Cacho en Twitter, recordando que compuso más de 2.500 canciones, que algunas de sus inspiraciones representan “verdaderos clásicos” y que la Ciudad de Buenos Aires lo reconoció como Personalidad Destacada. Los comentarios no se hicieron esperar y en su gran mayoría no fueron laudatorios precisamente. Participó en numerosas películas, aun cuando nunca fue reconocido siquiera como un actor para tener en cuenta. Cada vez que pudo hizo gala de sus excesos, especialmente de su conocida adicción al cigarrillo y de sus conquistas femeninas. Querido y rechazado. Sin puntos medios. Así vivió y así murió Cacho Castaña.

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Una de las creaciones más importantes de Cacho Castaña fue “Setiembre del 88”, cuyo prólogo dice: “Setiembre de 1988, Buenos Aires, Argentina. Querido amigo: recibí tu carta de Italia y me alegra mucho saber que todo está bien; aquí la cosa sigue igual, no está transparente. La crisis se pasea por la calle y la tristeza del pueblo es como un barco que no llega a destino, no sé qué pasó, no sé cómo fue, pero no te vuelvas, te diré por qué”. Dice a renglón seguido: “Si vieras que triste que está la Argentina, tiene la mirada de los caminantes que ya no caminan, se muere de pena por tanta mentira, de tanta promesa por nadie cumplida, si vieras sus calles que tanto reían, ya no son las mismas. Si vieras que triste que está la Argentina, tiene la nostalgia de aquellos amantes que nunca se olvidan; la hicieron de goma, parece mentira, la gente se escapa pero no hay salida, y hasta los gorriones de tanta tristeza se fueron de gira. Setiembre de 1988, Buenos Aires, Argentina. Querido amigo: se me acaba de voltear el mate sobre la carta que te iba a mandar, por eso te vuelvo a escribir: me alegra mucho saber que te va bien, aquí la cosa sigue igual, pero de una manera u otra vamos a salir adelante, hay algo que no se debe perder nunca, y es la esperanza”. La segunda parte de la composición indica: “Si vieras que linda que está la Argentina, tiene la mirada de la primera novia que nunca se olvida, desde los balcones llueve las glicinas, de nuevo: qué linda y qué grande que está mi Argentina. Volvé cuando quieras, que juntos podremos salir adelante”.

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No serán pocos los que la recuerden con amor el sábado 26, con motivo de su cumpleaños. Nos referimos a Laura Cecilia Herrera, que sigue presente en sus afectos, propio de los que siempre están porque merecen seguir estando. Su hermana Guadalupe la retrató y de puño y letra nos dejó su dedicatoria: “La luz que me eclipsó a mí. El rostro de la musa del amor. Se le coló sin filtros el haz que corta el aliento sin miedo, para abrirse libre, mágicamente, al espacio sin tiempo ni lugar. Luz que me atraviesa a toda hora. Luz de amor. Lau…luz eterna”. Por su parte, el papá de ambas (Laura y Guadalupe), el reconocido músico Julio Misael Herrera se inspiró un día de inspiración y escribió. “Laurita: Sólo canción y amor, sólo ternura, sólo palabra buena, sólo abrazo. Ningún presagio de la desventura, de sonrisas y luz fueron tus pasos. La vida era amistad en tu mirada y de pasión tu pecho florecía cuando endulzabas cada madrugada con ese canto que en tu voz fluía. Eras el regocijo y la tertulia, de palabra profunda y generosa, de compartir el pan, la luz, la risa, y disfrutar de las pequeñas cosas. Madre sensible, noble compañera, amiga de la noche y del cordaje donde abrazan las almas sus quimeras y vibran compartiendo su equipaje. Siempre estarán tu canto y tu sonrisa y esa pasión para luchar la vida, siempre vendrán tus zambas en la brisa y tu amor a endulzar la despedida. Que no será un adiós, sino hasta siempre, hasta que un vino  amigo nos reúna, hasta que el alma en cada noche encuentre tu voz en un recodo de la luna. Catamarca, otoño de 2019”. Hasta el viernes.n
 

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