A Telón Abierto

sábado, 16 de noviembre de 2019 16:06
sábado, 16 de noviembre de 2019 16:06

En una entrega anterior de esta columna compartimos un diálogo con el reconocido profesional del micrófono, poeta y actor Julio “El Cacique” Di Palma, maestro de ceremonia que supo lucir su alta capacidad y profesionalidad en la Fiesta Nacional del Poncho allá por la década del ‘70. El reencuentro telefónico fue un grato recuerdo de inolvidables historias vividas. Ahora, Di Palma nos sorprende gratamente con un escrito dedicado a este espacio. El mismo conductor  que a los 87 años sigue pisando  las tablas de los festivales folclóricos con la jerarquía de siempre. Dice El Cacique: “¡A total telón abierto hoy trinó mi corazón, con la profunda emoción que un recuerdo me produjo! Con un efecto de embrujo volví a un tiempo ya pasado, donde me vi deslumbrado viviendo la juventud. ¡Tiempo azul de la inquietud, ignorando las fatigas, con tanta presencia amiga que otra vez volví a sentir! A telón abierto vi las manos que se tendían y oí como me decían casi en coro… ¡bienvenido! Sentí ganas de gritar los nombres que recordaba, cuando los vi que bajaban la cuesta del Portezuelo, por un gran puente de cielo que el recuerdo construyó. Fredolino, recordó, cuando saboreando un ‘vino’ ya veneraba al camino que me trajo junto a él. Carlitos Martínez, fiel a su hombría y su nobleza, celebraba la belleza del encentro producido. Oscar Aisa, encendido de emoción me dio un abrazo. Chucho Salman, dio unos pasos y en su pecho me ‘estrujo’. Ramiro Espoz evocó, junto a Morcos esas noches, que eran un sonoro broche (al silenciarse el ‘tinglado’) en la peña que había armado con tanto éxito, Carlitos.”


  
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Sigue escribiendo Di Palma: “‘Kennedy’ Herrera a los gritos llamaba a sus compañeros para hacer ‘serenatero’ el regreso, con la marca de aquellos ‘De Catamarca’ que tantos triunfos lograron. De pronto, todos callaron, porque en alas de la brisa, con su gracia y su sonrisa y su presencia exquisita, se hizo presente ‘Polita’ despertando admiración. Fue tiempo de regresar tal como habían venido…quedé allí muy dolorido con el alma triste y sola, cuando llegó Kelo Molas para decirme: ‘Cacique’ por favor, no se adjudique pesares, porque logró algo que me emocionó y que será inevitable. Es realmente admirable como con su fantasía, revivió las alegrías de recuerdos tan amados, de los que me siento honrado pues también los compartí. Con un suspiro volví a lo que es mi estado actual, disfrutando de este ideal que me mantiene despierto, disfrutando este especial recuerdo… ¡A telón abierto!” Solo nos resta agradecer a Julio Di Palma el haberle dedicado parte de su valioso tiempo a esta columna. La vida, de vez en cuando, se encarga de acercarnos una caricia en medio de tantos trueno… El Cacique y su generosa pluma se cargaron  de tinta para expresarnos: “Siempre fuiste una cuerda más en la increíble guitarra del alma. Gracias Kelo…como siempre y para siempre.” Usted se lo merece maestro Julio Di Palma.

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El calendario nos dice que Catamarca tiene fechas importantes, que hacen a la historia misma de la provincia. Una de ellas es, sin lugar a dudas, el 15 de noviembre. En este día, en distintos años,  nacieron Luis Leopoldo Franco, valioso poeta y escritor belicho, y  María Emilia Azar de Suarez Hurtado, chacarera ilustre por su poesía y su docencia rural. Franco nació en Belén en 1898, hijo de Luis Antonio Franco y Balbina Acosta. En la escuela secundaria se destacó como alumno en el Colegio Nacional, a tal punto que dio los dos últimos cursos en un año y regresó a Belén, según cuenta la historia. Simpatizó con las ideas de León Trotsky desde muy temprano y en 1940 le escribió un poema en su homenaje. Participó del congreso de fundación del MÁS (Movimiento al Socialismo) y su extensa bibliografía incluye: La hembra humana, La flauta de caña, Coplas del pueblo, Nuevo mundo, El zorro y su vecindario, La pampa habla, El presidente Illia y un libro, De Rosas a Mitre, Catamarca a cielo y tierra, Hudson a caballo y Sarmiento entre dos fuegos, entre otras tantas creaciones. Murió el 1º de junio de 1980 en soledad y pobreza en un asilo de ancianos en Ciudadela (Buenos Aires). Por su parte, María Emilia Azar de Suárez Hurtado nació el 15 de noviembre de 1918 en una casona de Villa Dolores (Valle viejo) y hoy una escuela municipal lleva su nombre en la localidad de San Isidro de ese departamento chacarero. Fue considerada la poeta de las simples cosas y una gran maestra rural. En 1942 apareció su primer libro, “Origen líquido” y es autora de obras como  Retoños de amor, Montemar, La cuna en rama, Mi tierra azul, Antologìa y Senderos del corazón. Falleció el 27 de abril de 2009.

 

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