Atlas de regionalismos

El lenguaje “cordobés” llegó al Congreso

Encontraron unas 300 palabras netamente cordobesas.
sábado, 30 de marzo de 2019 00:05
sábado, 30 de marzo de 2019 00:05

La idea de la lengua como entidad dinámica y cambiante que reincide en la mayoría de las ponencias del Congreso Internacional de la Lengua (CILE) tuvo ayer una derivación autóctona con la presentación de “Las hablas de Córdoba: registro, conflicto y proyecciones”: una investigación que da cuenta del rico capital semántico de los cordobeses a través de una selección de 300 vocablos que reflejan la diversidad y el ingenio de la región.


La cartografía cordobesa contiene una serie de vocablos que hace rato han trascendido las fronteras de la región y se viralizan hacia otras latitudes: las mujeres lindas son un “yeguazón”, un “camionazo” o se las representa con el más sutil “ta ricaza”; si el atractivo es hombre ahí se transforma en “papi”, “potro” o alguien que “ta bárbaro”; una persona de boca grande es “jetona” o “trunchuda”; a alguien que no parece del todo en sus cabales “le falta la línea de los cuatro”, y quien dice tonterías es un “fartusco”.
Durante ocho meses, una entusiasta dotación de casi 90 investigadores recorrió seis localidades de la geografía cordobesa bajo la supervisión de la docente María Cristina Dalmagro y la sociolingüista María Teresa Toniolo para radiografiar la manera en que los hábitos y la idiosincrasia dejan su huella en el habla. 


Así, se registraron en la pícara jerga de esa región los refranes que le aportan narrativa singular a rituales y mandatos que seguramente se replican en otros puntos del territorio nacional, como criticar a un ausente en la ronda de mates que aquí asume el nombre de “tomar mate con cuero”, estar muy motivado sexualmente que se condensa en la metáfora “más alzao que primer nieto”, comer queso y dulce es saborear “el postre de los camioneros” o “el postre de los pobres”, y aspirar a una casa superior a las posibilidades económicas se traducirá por estas calles como “a cualquier rancho le ponen vidrios”.


“No podemos hablar estrictamente de diccionario porque en nuestro trabajo no se definen palabras –destaca Dalmagro en diálogo con Télam-. Lo que se hizo es un relevamiento que registra frases, refranes, tonadas y léxicos con la idea de poner de relieve la heterogeneidad de las hablas de Córdoba, su coexistencia, sus interacciones, las relaciones de dominio y poder”.


“Nos pareció importante al mismo tiempo utilizar para el proyecto la palabra ‘hablas’, así en plural, y diferenciarla a su vez del concepto de ‘lengua’. Un habla es un modo de realización de una lengua. Y las hablas son múltiples, por eso la apelación al plural”, agrega.


Dalmagro y su equipo montaron un laboratorio etnolinguístico que basó su trabajo de campo en 72 entrevistas a hombres y mujeres de tres segmentos etarios que se identifican como una generación “entrante” (personas de 20 a 34 años), otra “actuante” (de 35 a 54) y finalmente una “saliente” (de 55 años en adelante), este último según la especialista fue “el más rico e interesante a la hora de estudiar las performances verbales”.


“Nuestros investigadores viajaron a cada una de las localidades junto a un equipo de filmación para realizar este trabajo de campo. A la vez, se aplicaron otros instrumentos para recolectar y registrar información, atendiendo a cuatro campos disciplinares: la fonética, la morfosintaxis, el léxico y la fraseología”, señaló.


Para acompañar y difundir la investigación, hace unos días un diario cordobés realizó una encuesta para dirimir cuáles de todas esas palabras que recoge el trabajo era la más representativa para los cordobeses: a la instancia final llegaron “culiau”, “ferné”, “calorón” -que refleja la afición por utilizar aumentativos que campea en esta provincia- y “queacícaraepoio”, el particular saludo que usan muchos jóvenes, una informal atomización de la frase “¿qué hacés, cara de pollo?”. Por lejos la vencedora fue “culiau” para algunos funciona como un contundente insulto y para otros como un saludo o una expresión de afabilidad.


La investigadora explicó que se trata de “un proyecto de corte exploratorio, una prueba piloto que tiene como objetivo elaborar un modelo de procedimiento y de análisis que podrá continuar en el futuro, en nuevas investigaciones”. Material no faltará para diseñar las próximas etapas de la iniciativa: el trabajo presentado consigna 300 términos pero el relevamiento permitió recolectar un millón de palabras y frases que a futuro permitirán avanzar en esa urdimbre donde se funden las historias , los ademanes y los rituales que marcan la pertenencia a un territorio.
 

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