A telón abierto

sábado, 1 de junio de 2019 00:22
sábado, 1 de junio de 2019 00:22

Lo habíamos anticipado en este mismo espacio en el mes de febrero: se vienen las Margaritas. Días atrás ingresó en la Cámara de Diputados el proyecto obre Ley de Cupo Femenino en los Escenarios de Catamarca, trámite que tuvo el acompañamiento de algunas de las referentes del Movimiento de Mujeres Música de la provincia, identificadas como Margaritas. La iniciativa legislativa propone un mínimo del 30% de mujeres en los festivales musicales, porcentaje que,  según se informó oficialmente,  surge a través de un censo realizado por el Instituto Nacional de la Música (INAMU). La misma información oficial consigna además: “Si bien la inclusión por imposición es desagradable para las mujeres músicas, el flamante Observatorio Artístico de Género creado por Margaritas demuestra que a pesar de todo el trabajo que viene realizando el Movimiento en cuanto a la visibilización de mujeres alentosas en Catamarca, las grillas siguen siendo casi exclusivas de hombres y al parecer nada indica que esta proporción desigual de género cambie de manera espontánea”. Del tema nos venimos ocupando largo y tendido en esta columna. Compartimos el razonamiento que no es lo mismo llegar a un escenario de una fiesta popular –sea privada o estatal- por méritos artísticos propios que hacerlo “porque hay que llenar un cupo”. Lo mismo pasa en la política: una cosa es ser candidata porque hay que llenar el casillero del cupo que llegar por cualidades personales y virtudes públicas. Vaya el mismo pensamiento para los hombres. Desde Margaritas admiten: “algo había que hacer” y lo hicieron. De cualquier manera, no son pocas las mujeres que cuando se enteran que, por ejemplo, no figuran en la programación de la Fiesta Nacional del Poncho, comienzan a transitar los pasillos de Casa de Gobierno o de la Legislatura y/o intendencias para hacer valer sus contactos y estar presentes en el escenario mayor. Hay hombres también que recurren a este artilugio. Favores políticos existieron desde la creación misma del Poncho. ¿O no? Insistimos: aunque la valoración de la actuación no sea la misma, claro.

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  Sin desconocer que los festivales folclóricos tienen, en su gran mayoría, un componente machista –a juzgar por las carteleras artísticas- la Fiesta Nacional del Poncho y el protagonismo de las mujeres tiene su propia historia. Antes, cabe una aclaración: lo de “festival folclórico” se ajusta a décadas pasadas. La realidad de los tiempos modernos indica otra cosa. Ahora sí, al grano: la primera edición de la Fiesta Nacional del Poncho, que se realizó entre el 5 y 16 de julio de 1967 en la Manzana de Turismo, incluyó la presencia de un reducido número de mujeres. Veamos: el día 12 aparecen en la programación Selva Gigena y Julia Elena Dávalos; el 14, Margarita Palacios y las Voces Blancas; el 15, Margarita Palacios y Jovita Díaz; el 16, Margarita Palacios y Jovita Díaz. Se sabe que en la conducción estuvo Anita “Pola” Martínez. A ello hay que sumarle la Muestra Retrospectiva del Cine Nacional, con la visita de Mirtha Legrand y Amelia Bence. Después, a lo largo de más de medio siglo, la presencia femenina tuvo nombres como Mercedes Sosa, Ramona Galarza, Rosana Falasca, Silvia Pacheco, Patricia Sosa, Teresa Parodi, María Ofelia, Ángela Irene, Suma Paz, Nadia Larcher, Itatí Álvarez, Mabel Pimentel (Ballet Brandsen), Marina Tondini (Ballet Salta), Norma Viola (Ballet Nacional), Mirian Cúneo, Manuela Bravo, Soledad, Gabriela Avila, Silvia Reyes, Nena Herrera, Mariana Carrizo, las copleras catamarqueñas, Marcela Morelo, Julia Zenko, Claudia Pirán, Liliana Domínguez, Melania Pérez, Natalia Barrionuevo, La Bruja Salguero, Norma Halmallán, Noelia Díaz, Fernanda Cruz, Noelia Tula, Leticia Aranda, Mirtha Reales, Patricia Assef, Adriana “La Gata” Varela, Marikena Monti, Glenda Jalile, Cecilia Milone, María Graña y muchas otras mujeres que pasaron por el escenario mayor del Poncho. Las disculpas del caso a todas las artistas sin mencionar. Mención especial para las artesanas catamarqueñas. En la memoria de Doña Aldacira Flores de Andrada rendimos homenaje año tras año a esas virtuosas artistas de nuestro patrimonio artesanal.

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  En el bloque anterior, hay una particularidad cuando hacemos referencia a la programación de la primera Fiesta Nacional del Poncho. Y es que, en el caso de Margarita Palacios actúo tres noches seguidas (días 14, 15 y 16 de julio de 1967). Más allá de los merecimientos  artísticos que tenía la cantora y compositora santamariana, nos parece acertado el criterio de la organización: si un número (sea local o visitante) se destaca y constituye una de las atracciones del momento: ¿cuál es el inconveniente que se repita en el desfile artístico? Vaya un par de ejemplos: si de los nuestros se destacan Silvia Pacheco, Rafael Toledo o Americanta, ¿por qué no pueden repetir una actuación? Si lo merecen, bienvenido sea. O en el caso de los foráneos: Luciano Pereyra, figura consagrada y una de las más taquilleras en las convocatorias populares del país, bien puede estar programado dos veces y seguramente en ambas demostrará que forma parte del lote de artistas que no van a defraudar a la hora de convocar. Se trata simplemente de un pensamiento en voz alta. Hasta el viernes.
 

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