Por el Pbro. Mario Gustavo Molas

Para utilidad de peregrinos y turistas, no estaría mal apreciar las pinturas al óleo sobre tela que el Venerable Cabildo Catedral, en 1941, encargó a Orlando Orlandi y sus hijos para engalanar el Santuario en el 50 aniversario de la Coronación Pontificia de la Imagen de Nuestra Señora del Valle.

Comenzaremos por la pintura de la nave central, que se ubica segunda desde la cúpula hacia el coro, que además es una de las dos que representa un hecho histórico puntual. Se refiere a la mañana del domingo 25 de marzo de 1764, inflexión histórica en lo que atañe a lo que sabemos de la Virgen del Valle.

Desde el año 1620, aproximadamente, en que fuera “hallada” la Sagrada Imagen en la Gruta de Choya hasta el comienzo del año 1764, la tradición oral fue acopiando datos, entre la memoria de los “antiguos”, relatos y leyendas, acerca de los portentos con que la Virgen tejía su historia con nuestra historia de Catamarca. 

El S. XVIII  muestra un enfriamiento en el culto y devoción a Nuestra Señora, que rara vez se la “mostraba” fuera de la urna del altar que se abría con solemnidad en contadas ocasiones, a pedido de algún promesante y acompañada de un rito especial.
El 27 de marzo de 1761, Don Leonardo Valdez, sargento mayor, vecino y feudatario, en su calidad de Procurador General del Cabildo, después de investigar prolijamente los archivos del Cabildo, sin encontrar referencia alguna acerca de Nuestra Señora del Valle, en cuanto a sus prodigios pide al Cabildo se siga una “Información Jurídica” de los prodigios de Nuestra Señora. Con toda la larga burocracia de idas y vueltas y decretos, se establece que en abril de 1764 se realice la dicha Información Jurídica. Leonardo Valdez solicita  que se celebre una función para el domingo 25 de marzo de 1764, con Vísperas, Misa cantada, sermón y procesión, mostrando la Santa Imagen a todo el pueblo, al que se invita en su totalidad para el acontecimiento con el concurso de jesuitas, mercedarios y franciscanos y el clero secular en pleno.

Ese día, con confesiones y comuniones, como si fuera “Año Jubilar”, no sólo se aseguró el éxito de la Información Jurídica del mes siguiente. Cincuenta testigos que bajo juramento declararon lo que hay que saber de los 150 primeros años de la historia de la Virgen del Valle.

Ese día, además, en la procesión, azotada por los conocidos vientos catamarqueños que apagaron todas las velas que llevaban los fieles, menos las que iban sobre las andas, que además, sin estar fijadas, no se cayeron en toda la trayectoria.

El testigo número cuatro, maestre de campo, Melchor Sánchez de Vega, el 28 de abril de 1764, afirma que al ir a participar de la fiesta, había dejado su algodonar devastado por los gusanos y que al volver lo encontró intacto, con una floreciente cosecha.
Sorprendente el éxito pastoral, miles de confesiones y comuniones. El portento de las andas, la cosecha recuperada y el éxito histórico de la Información Jurídica, marcaron ese día que el pintor Orlandi plasmó en el óleo. El pintor privilegió en su obra el hecho de la cosecha recuperada, mostrando a María y sus ángeles protegiendo el cultivo. Sólo a lo lejos en la pintura se ve la Iglesia Matriz con los fieles. Lo que no aparece es la referencia fundamental a la oración convocada para ese día. Tampoco aparece el mentado Leonardo Valdez, sin cuya participación hubiera cosa parecida enredado en la tradición oral los portentos de nuestra Madre del Valle.

Desde la pintura hasta el coro están los datos desde el hallazgo hasta la Información. Hacia la cúpula del hecho posterior de la santiagueña, como veremos.