Héctor Pianetti, el porteño que se transformó en una figura clave de la cultura provincial

“A mí Catamarca me salvó”

miércoles, 4 de septiembre de 2019 00:00
miércoles, 4 de septiembre de 2019 00:00

Actor, director, artífice de proyectos históricos como la Comedia Municipal y el teatro Urbano Girardi. Un porteño que fue clave en la cultura catamarqueña. Héctor “El Loco” Pianetti se fue en la noche del lunes, a los 70 años, después de batallar durante meses contra una cruel enfermedad. En 2014 brindó una nota al periodista Kelo Molas en la que reconoció la importancia que Catamarca tuvo para su vida, en momentos oscuros del país. Algunos de sus recuerdos:

- Tomé la decisión de dejar Buenos Aires y me vine a este lugar que me pareció tan maravilloso, tan verde, tan increíble. Cuando llegué, tuve muchas dificultades, me aplicaron la ley de Seguridad, no podía ser empleado en ningún lado. Siempre lo digo: me salvó Catamarca, que en esa época era la “Residencia de la Simpatía”, slogan que ya nadie usa. Ahora, es una ciudad con todos los males y bondades incorporados que tiene una ciudad. El hecho de que esto era un lugar chico, me permitió, con mucha disciplina, dar clases de teatro e irme a mi casa. Por mucho tiempo tuve el seguimiento de los servicios de seguridad de la provincia, los llamados “de inteligencia”. Haber mantenido una rutina con mucho rigor, creo que me permitió salvar el pellejo, instalarme en Catamarca, criar a mis hijos; gracias al teatro también tuve la posibilidad de conocer gente, de vincularme.
 

- Bajó muchísimo la actividad teatral y se acentuó el déficit cultural en el marco de la sociedad catamarqueña. Nosotros llegamos a tener en la década del `70 alrededor de mil ochocientos espectadores, heredados de (José Horacio) Monayar. Monayar llenaba la sala del Cine Teatro Catamarca, con capacidad de 1200 butacas. Ello nos posibilitaba hacer funciones viernes, sábados y domingos; entonces se sostenía una estructura cultural-comunicacional muy fuerte como es el boca a boca, lo que nos duplicaba a veces el público. Digo: para la proporción de habitantes que tenía en esa época Catamarca, la corriente de espectadores del teatro era altísima; hoy bajó de manera considerable y hay que sostener la actividad, algo que no es fácil. Hacemos un gran esfuerzo, hace cuatro años que estamos cooperativizados, nos hemos juntado casi todos los “viejos”. 

- La primera obra que estrenamos en Catamarca fue “Los de la mesa 10”, de Osvaldo Dragún, que era el presidente del Partido Comunista en la Argentina. Fue un 12 de agosto de 1976, en un momento más que complicado. Estaba Carlucci de gobernador. 

- Una de las cuestiones más trascendentes de la creación del teatro Urbano Girardi fue el factor multiplicador. Haber sostenido una corriente de público, haber sustentado una actividad durante más de 30 años, que haya gente que nos ha seguido de manera ininterrumpida, que hoy tenga discípulos la disciplina teatral, es el mayor logro. Recuerdo que en esa estructura funcionaba una cooperativa (Coascol) que estaba cerrada definitivamente y la anécdota es que una vez me dijeron: “si querés hacer teatro, ahí tenés las llaves, pero no hay plata ni mano de obra”; don Moisés Chacur, que era el director en Catamarca del Conet –Consejo Nacional de Educación Técnica- tenía firmado un acuerdo con la municipalidad de la Capital para la formación de oficial albañil, gasista, electricista, instalador de sanitarios y otros oficios, y de esa manera se dictaron 15 cursos de capacitación; se logró que más de 100 personas que se estaban formando en distintas especialidades comenzaran a trabajar gratis en la remodelación del edificio. No me olvido: los arquitectos Meco Álvarez, Lucho Sarquís y otros, mas Rudy Castro que era capataz, iban haciendo paralelamente los planos de una obra que avanzaba empíricamente. Para la inauguración llegó Alfredo Alcón. 

- Aunque después de jubilado me fui 15 años a hacer cosas en otros lugares, terminé regresando. Catamarca siempre fue mi lugar en el mundo. Cuando alguien me pregunta por qué no elegiste otro lugar, respondo porque no hubiera obtenido nunca el espacio de afectos que tengo en esta provincia. El “¡cómo te va”! que encuentro en el interior catamarqueño, como si viniera de un amigo de toda la vida, no lo tengo en ningún otro lugar.

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