A telón abierto

viernes, 16 de octubre de 2020 01:29
viernes, 16 de octubre de 2020 01:29

El destacado humorista radicado en Córdoba hace algunos años, Oscar “Bomba” Contrera, nos hizo llegar un material que luego comenzó a recorrer de manera increíble a través de las redes sociales. En el video, Atahualpa Yupanqui, guitarra en mano y antes que su zurda comenzara a desandar las cuerdas de su guitarra, dijo a modo de presentación: “Don Manuel Acosta Villafañe, honorable catamarqueño del campo, del valle de Santa María, ‘mariano’ como les dicen siempre a los vallistos, donde comienza a hacerse hermoso, ancho y solitario el Valle Calchaquí. Don Manuel, lleno de zambas, vidalas y consejos. Nos sirvió tanto a nosotros. Ustedes recordarán aquello…” (breve pausa) y empezó a escucharse la introducción de la vidala “La flor del cardón”, una de las más celebradas creaciones del santamariano. En medio del tema -ejecutado instrumentalmente- Yupanqui le dedica unos sentidos versos a Don Manuel Acosta Villafañe, recibiendo como respuesta un cálido y prolongado aplauso del público. El aporte sea bienvenido para alimentar nuestra consigna “Para que no nos gane el olvido”, y de paso mantener intacta la memoria sobre quiénes fueron los que construyeron los cimientos del folclore provinciano. Entre esos constructores está sin lugar a dudas Don Manuel Acosta Villafañe, sobre quien nos cuenta el escritor Arnaldo Raúl Molina en su libro “La canción popular de raíz folclórica de Catamarca”.
   
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En la primera parte del libro, Molina se refiere a los precursores y comienza diciendo de “El tata Manuel”: “Él era de Boca y peronista apasionado. Antes, ya en Buenos Aires, había compartido con las clases populares su devoción por Hipólito Yrigoyen: siempre había estado con los de abajo, con el pueblo”. Don Manuel había nacido en San José, departamento Santa María, el 2 de enero de 1902. Su madre, Julia Villafañe Palacios, pertenecía a una caracterizada familia santamariana y su padre, Carlos Moisés Acosta, de origen belenista, era primo hermano de la madre del laureado poeta Luis Franco: Balbina Acosta de Franco. Después de asistir a la escuela primaria de su pueblo y de Santa María, se trasladó a San Fernando del Valle para ingresar al Seminario Menor. Lo hizo junto a su pariente y amigo Eudoro Mariano Palacios, quien años después sería el famoso Tony y propietario del circo “Totó”, y padre de Margarita Palacios, la bien llamada e inolvidable “hermosa flor de Catamarca”. En el seminario estuvo apenas un par de años y se trasladó primero a Salta y luego a Jujuy, donde vivió entre los años 1918 y 1920. Fue entonces que comenzó a dedicarse al canto folclórico.

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Cuenta el escritor Arnaldo Raúl Molina que Don Manuel tenía 23 años cuando con su inseparable hermano Carlos se trasladaron a la Capital catamarqueña. Formaron el “Dúo Calchaquí”, acompañados por otro santamariano: el guitarrista Daniel Albarracín. Eran tiempos de largas tertulias, de reuniones familiares y de serenatas. En el año 1.926, su hermano Abel fue elegido diputado nacional y allá van en un Ford T Abel, Manuel y Carlos, más las infaltables guitarras. Cada uno de los músicos y autores provincianos que se lanzaba a la conquista de la gran ciudad quería mostrar la imagen de su propia provincia; valorizando su paisaje, escenas campestres, los lugares más recónditos e ignorados por el público y, a la vez, demostrando su añoranza y pesadumbre por la ausencia obligada del pago. Por aquel entonces, el espíritu romántico del “Tata” Manuel responde nuevamente al llamado del amor y el 30 de agosto de 1.930 contrae enlace con la rubia y bella porteña Inés Lugo, quien lo acompañaría hasta los últimos días de su vida. En 1936 su hermano Carlos decide trasladarse a Santa María y es reemplazado en el “Dúo Calchaquí” por un tucumano nativo de Lules: Carlos Gallo. Ambos formaron una dupla exitosa por sus interpretaciones folclóricas.

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