A Telón Abierto

viernes, 7 de febrero de 2020 00:27
viernes, 7 de febrero de 2020 00:27

La caridad bien entendida comienza por casa. El mes de enero marcó el reencuentro de muchos festivales folclóricos del interior catamarqueño con su propia gente y fuertes corrientes turísticas. Un hecho que nos apresuramos en destacar por todo lo que significa desde lo artístico-cultural, turístico, económico y esa cosa tan importante que moviliza a cada rincón antes, durante y después de cada festival. En lugares como El Rodeo, Las Juntas, La Merced, Balcozna, La Puerta, Santa María y su Reina del Yokavil, Andalgalá y su tradicional Fuerte, distintos puntos de Capayán y los “Viva la plaza” que impulsa el municipio capitalino en diferentes sectores de la ciudad, se han vivido fiestas inolvidables, tanto por las altas concurrencias como por la calidad de los espectáculos, protagonizados por artistas locales y los llamados “de nivel nacional” o números foráneos, como prefiera identificarlos. Y todavía faltan propuestas interesantes en el calendario festivalero de nuestra provincia: el Festival Nacional del Cabrito (del 14 al 16 de febrero en Recreo) y el de la Vendimia (20 al 23 de febrero en Tinogasta), entre otros. Lo de Balcozna constituyó todo un acontecimiento: “resucitó” para el turismo después de largos años de olvido y, al igual que en el resto de la movida veraniega, hubo un claro mensaje de los catamarqueños y los turistas al Gobierno Provincial, a los municipios y al sector privado: señores, hay que prepararse para recibir al turismo en tiempo de vacaciones veraniegas. Hay que crecer en infraestructura y en la prestación de servicios elementales, entre ellos el alojamiento y la comida. Ese fue el claro mensaje de las multitudes que acompañaron a cada uno de los ofrecimientos. Entonces, manos a la obra.

 

A mediados de enero y en el marco del cada vez menos folclórico festival de Jesús María (Córdoba), en una de las jineteadas falleció el jinete Norberto Eric Cossutta, que formaba parte de la delegación de Catamarca (era oriundo de Deán Funes y vivía en Valle Viejo desde hacía 15 años). Fue en la madrugada del martes 14 y parece que a la doma y folclore de Jesús María la muerte le sienta bien. Volvieron a ponerse en discusión los riesgos de las jineteadas y cuáles son las medidas preventivas sobre algo que consideran “un deporte de riesgo”. Apenas un puñado de personas acompañó el responso de despedida del jinete en el anfiteatro “José Hernández” y un par de consagrados artistas expresaron sus condolencias. Nadie se animó a proponer suspender el festival o las jineteadas. La fiesta se había vestido de luto. Había muerto una persona. Pudo más la tristemente célebre frase “el show debe continuar”. Qué importa el muerto, sigamos la fiesta, fue la consigna. Nos recuerda a una fría siesta de julio del 2002 cuando en pleno Poncho murió Jorge Francisco Herrera, integrante de Los de Catamarca. Y el festival siguió como si nada. Alguien dijo: “El Negro hubiera querido que la fiesta siga”. ¡No! Un grosero invento. El querido y recordado Negro ya no podía decidir. El show debía continuar, como en Jesús María. Después, claro, todos, famosos y desconocidos, a seguir pasando por ventanilla y a cobrar. Por eso el show debía continuar. Una vergüenza mayúscula. Cuando decimos “el cada vez menos folclórico Jesús María”, pruebas al canto: Ulises Buenos, Damas Gratis, Damián Córdoba y Los Palmeras (la noche récord con casi 30 mil personas). Cuando escuchamos: “Y bueno, el cuarteto es el folclore cordobés”, ya no nos animamos a preguntar qué hace Fito en Cosquín. ¿Para qué? Como en el juego de las bolitas cuando niños: “hoyito vale todo”.

 

Otra gran polémica: el dinero que pidió Abel Pintos para actuar en Chilecito (La Rioja). Habría solicitado la suma de 100 mil dólares. El intendente chileciteño consideró “obsceno” el petitorio, optó por no contratarlo y comprar una ambulancia para la zona. Después, el propio Pintos desmintió la información. Nadie, a esta altura, desconoce los méritos artísticos de Pintos, convertido en la máxima atracción de los festivales por su show de alto nivel y por el extraordinario poder de convocatoria. Eso está fuera de discusión. Cada cosa en su lugar: el cantor preferido es dueño de ponerle el precio que considere vale su espectáculo. Y, como el municipio de Chilecito en este caso, de negarse a pagarlo. Cada cual atiende su juego, a su modo y conveniencia. Nos parece atinada la decisión de la comuna riojana. Los únicos que parece estar excluidos, o no enterados, de la crisis económica que vive el país son las figuras convocantes de los festivales. Bien gauchos para el verso y muy pocos telúricos a la hora de pretender facturar en dólares.


Mañana sábado se cumplirá la edición número 22 del Festival Santa Cruz Canto y Amistad en el club Deportivo, Social y Cultural de los pagos chacareros, desde las 22. Se anuncia la presentación del Ballet Mishkila Pacha, Hugo Nanni, Embrujo, Mingo Aguirre, Dúo Nelson y Omar, Los Rieles, El Chacarero, Dúo Amistad, Los Huincas, Carlos Varela, Sergio Morales y sus chamameceros y Ariel “El príncipe de la guaracha”.

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